Como
tenemos vidas muy ocupadas, aquí tienes una selección de breves meditaciones
para trabajar con la angustia emocional y cultivar la atención cuando estamos
escasos de tiempo.
La meditación consiste en relajarse con la verdad. Cuando nos
sentamos a meditar en ese espacio de vulnerabilidad, podemos entrar en contacto
con nuestros pensamientos y emociones, y también con nuestro cuerpo. Sin
embargo, incluso los meditadores más experimentados pueden en ocasiones sentirse
incómodos o escasos de tiempo. Y eso no está mal. El objetivo en la meditación
no es “arreglarnos”, sino más bien vernos a nosotros mismos tal y como somos.
Normalmente, si sólo tenemos cinco minutos para meditar, nos
decimos: “Oh, cinco minutos no es nada.
No es suficiente para cambiar mi vida. Tengo que practicar como mínimo una
hora”. Y esa lógica nos parece muy convincente. Sin embargo, si aprovechas
esos cinco minutos para meditar, te estás acostumbrando a la práctica de llevar
la atención y la conciencia a los momentos ordinarios de tu vida diría.
A continuación, encontrarás una muestra de breves
meditaciones para ayudarte a cultivar momentos de conciencia en tu vida diaria (y, si quieres leer las instrucciones de la meditación
completa y más extensa, haz clic en “meditación extensa”):
BENEVOLENCIA

Que puedas
ser feliz.
Que puedas
estar libre de estrés y dolor.
Que puedas
estar libre de hostilidad, libre de problemas, libre de la opresión.
Que puedas
cuidarte con facilidad.
CONCIENCIA EMOCIONAL

¿Cómo he
respondido a esta aflicción?
¿Cómo ha
traído sufrimiento mi respuesta?
¿Qué me
está pidiendo que suelte esta aflicción?
¿Por qué
estoy teniendo dificultades en darme cuenta de mi respuesta emocional a esta
aflicción?
(Lee la meditación extensa “Tres preguntas para aumentar tu conciencia
emocional”)
REGRESAR AL AHORA
La mente puede seguir y seguir sin darnos cuenta de lo rápida que está
yendo, o hacia dónde se dirige. Para calmar esta mente inquieta, podemos
hacernos tres preguntas para traerla de nuevo al momento presente:
¿Dónde
estoy? (deja de moverte y mira a tu alrededor)
¿Qué estoy
haciendo? (observa tus acciones sin juzgarlas)
¿Con quién
estoy? (date cuenta de quién está contigo y reestablece la conexión)
(Lee la meditación extensa “Tres preguntas para volver al ahora”)
AMOR COMPASIVO
Esta es una meditación de conexión que se puede realizar con una
plegaria, una letanía que se extiende a los seres vivos, animales y plantas, y
cualquier otra forma de vida. Podemos utilizar frases similares a las
siguientes:
Estoy conectado con aquellos que veo casualmente al pasar.
Que podamos estar en paz.
Estoy conectado con aquellos que se han enfadado conmigo y
con quienes me he enfadado.
Que podamos estar en paz.
Estoy conectado con toda la humanidad, con lo muerto, lo vivo
y lo que no ha nacido.
Que podamos estar en paz.
PARAR
Es una técnica muy sencilla que podemos utilizar en cualquier momento que
necesitemos un descanso de nuestros patrones habituales. La práctica de parar
le ofrece una oportunidad a la mente para que se relaje y suelte el guion que
tanto se esfuerza por mantener. Nos puede ayudar a salir de nuestra coraza para
recibir la magia de nuestro entorno y estar con la inmediatez de nuestra
experiencia.
Haz tres respiraciones conscientes.
Para.
Deja que sea como explotar una burbuja.
Deja que sea un contraste con estar atrapado, y después sigue
adelante.
COMPASIÓN POR LOS DEMÁS
Podemos empezar esta meditación contemplando las diferentes formas en que
beneficiamos a los demás. Al reflexionar sobre la profunda naturaleza
interconectada de todas las cosas, podemos recordar que la presencia de los
demás da significado a nuestra existencia.
Deja que tu
corazón se abra.
Permanece
en un estado de aprecio y gratitud.
Reconoce
que todos se sienten felices cuando los demás les desean el bien.
Regocíjate
en la felicidad de los demás. Preocúpate por su dolor y su pena.
Una vez
más, regocíjate con la felicidad de los demás y conecta con su dolor.
AUTOACEPTACIÓN
Esta es una práctica para amar todas nuestras imperfecciones y
contradicciones. Enfocándonos en todas las fascinantes, hermosas, y difíciles
piezas de uno mismo, ofrecemos amor compasivo a cada aspecto de nuestro ser.
Ofrece amor
compasivo al “yo” del espejo.
Imagínate a
ti mismo como a un ser amado. Observa las partes de ti mismo que amas. Ofrece
amor compasivo.
Imagínate a
ti mismo como tu maestro más importante. Observa las partes de ti que son
sabias. Ofrece amor compasivo.
Imagínate a
ti mismo como a un extraño. Reconoce las partes de ti que no puedes ver. Ofrece
amor compasivo.
Imagínate a
ti mismo como a un enemigo. Observa las partes de ti que son frágiles y están
heridas. Ofrece amor compasivo.
SER AMABLE CONTIGO MISMO
Una contemplación en tres pasos para sembrar amabilidad hacia nosotros
mismos. Esta práctica puede ser una herramienta útil para aliviar y calmar la
mente. Para empezar, podemos colocar las dos manos sobre nuestro corazón para
sentir su calor, respira profundamente, y después di estas palabras en un tono
cariñoso:
Este es un
momento de sufrimiento.
El
sufrimiento es parte de la vida.
Que pueda
ser amable conmigo mismo en este momento.
Que pueda
darme a mí mismo el cariño que necesito.
INTERCONEXIÓN
Tu cuerpo es parte del devenir del mundo, y el mundo es parte de la
continuidad de tu cuerpo. Podemos utilizar esta meditación para recordar que
nuestro cuerpo es parte del mundo y que nuestra vida es parte de toda la vida.
No hay un yo separado y duradero.
Cierra tus
ojos.
Deja que tu
respiración vaya y venga por sí misma.
Reconoce
que, aunque no puedas sentir el dióxido de carbono que exhalas o el oxígeno que
inhalas, los dos estás presentes.
Reconoce
que la vida vegetal del mundo está respirando tu dióxido de carbono y liberando
oxígeno.
El mundo
vegetal y tus pulmones se mantienen mutuamente vivos.
DEJAR CAER
Para cultivar la claridad y la calma, podemos usar la práctica de
dejarnos caer en nuestros sentimientos. Esta práctica puede ser una herramienta
útil para volver a conectar con lo que sea que surja en la mente y en el
cuerpo.
Relájate profundamente. No te aferres a nada.
Levanta tus brazos frente a ti hasta la altura de tus
hombros, y después déjalos caer sobre tus rodillas.
Donde sea que caigan, déjalos estar ahí.
Siente las sensaciones que surjan y sé consciente de ellas.
(Lee la meditación extensa “Déjate
caer en tus sentimientos”)
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