MEDITACIÓN CON OBJETO Y SIN OBJETO



Meditación con objeto
Cuando empezamos a meditar, la práctica consiste en llevar la atención a un objeto y permanecer en él. Si te distraes, simplemente vuelves a llevar tu mente al objeto. Habitualmente, nuestra mente se comporta como un mono inquieto, saltando de un lado a otro sin descanso, por eso le damos a esa mente saltarina la tarea de permanecer atenta al objeto de meditación. Al permanecer atenta a ese objeto, la mente de mono deja de saltar por todas partes. Esto interrumpe el hábito de ir detrás de cada pensamiento y emoción que aparece en la mente. Sin importar qué pensamiento o emoción surja en tu mente, siempre puedes actuar de la misma manera llevando tu atención de vuelta al objeto de tu meditación.
Una de las formas más populares de practicar la meditación es poniendo nuestra atención en la respiración, en ese caso, nuestra respiración es el objeto de la meditación. Pero podemos usar cualquier otra cosa como objeto: imágenes, sonidos, sensaciones, incluso pensamientos. A medida que la mente saltarina se calma, permanecemos más en el momento presente, sin distraernos por ningún pensamiento o emoción que pase por nuestra mente. Este es el fin de usar un objeto para nuestra práctica de meditación: estar completamente presente en este preciso momento, que es lo mismo que permanecer en la no distracción.
Meditación sin objeto
A medida que nos familiarizamos cada vez más con la no distracción, descubriremos que podemos utilizar un método de meditación sin usar ningún objeto. En ese caso, la no distracción en sí misma es todo lo que necesitas para practicar la meditación. A eso se le llama meditación sin objeto.
Es importante puntualizar que la no distracción no es un estado que cultivamos o creamos. Es una cualidad natural de nuestra mente, pero normalmente está oscurecida por nuestros pensamientos y emociones. Cuando no permitimos que nuestra atención se deje llevar por una cadena de pensamientos, se revela la no distracción. Descansamos en la conciencia natural de nuestra propia mente, libres de la distracción de los pensamientos y emociones que aparecen.
Esta conciencia es puro conocimiento, sin tener que ser consciente de algo en concreto. Nuestras mentes son conscientes de forma natural, pero generalmente estamos distraídos por las cosas de las que somos conscientes. Si estás siguiendo pensamientos y emociones, pensando involuntariamente en ellos, eso es distracción. Cuando descansamos en la propia conciencia en sí misma, eso es no distracciónPodemos ser conscientes de todo lo que nos rodea, pero la no distracción no depende de un objeto para ser conscientes.
Tenemos una experiencia directa de esta conciencia cada vez que practicamos meditación con un objeto y nos damos cuenta de que nos hemos distraído. Ese momento de saber que nos hemos distraído es el surgir de una conciencia que, de forma natural, está libre de pensamientos y emociones. Por supuesto, también podemos tener el pensamiento "estoy distraído", pero eso es un pensamiento, no la conciencia que es consciente en sí misma. En otras palabras, sabemos que estamos distraídos, tengamos un pensamiento o no. Si tenemos el pensamiento "estoy distraído", la conciencia se da cuenta de ese pensamiento. A medida que volvemos a llevar nuestra atención a la respiración o a cualquier otro objeto que estemos usando, volvemos a la meditación. Si seguimos al pensamiento, volvemos a la distracción.
Normalmente, nos aferramos mentalmente a los objetos al pensar en ellos. Evaluamos constantemente las experiencias e intentamos aferrarnos a las cosas que nos gustan. También podemos intentar evitarlas, pero, irónicamente, ¡eso también es aferrarse! En la meditación, usamos esta tendencia habitual de aferrarse de una manera que hace hábilmente que se relaje el hábito. Hacemos eso simplemente usando un objeto para prestarle atención, así utilizamos el hábito de aferrarse de la mente saltarina de una manera especial que permite que se relaje de forma natural el agarre.
Utilizamos nuestra conciencia natural para asegurarnos de estar atentos, y esto tiene dos propósitos:
1. Mantiene ocupada (prestando atención) a la mente que tiende a aferrase para que no nos distraiga, y
2. Nos permite que gradualmente nos familiaricemos más y más con la propia conciencia. Cuanto más familiarizados estemos con nuestra conciencia, más entraremos en la no distracción.
Espacio relajado
Además de estos dos aspectos principales de la meditación, la atención plena y la conciencia, también hay un tercer aspecto que debemos incorporar a nuestra práctica de meditación: el espacio relajado. Si nuestra mente está demasiado tensa en la meditación, nos preocupamos demasiado en mantener el objeto de meditación en la mente. La meditación se convierte así en una práctica ordinaria de aferrarnos al objeto y evitar olvidarse de él.
Cuando aportamos una actitud relajada y espaciosa a la meditación, no tenemos que bloquear nada ni aferrarnos demasiado a nadaPermitimos que nuestra conciencia natural mantenga la atención plena, pero no echamos fuera los pensamientos y las emociones. Al igual que un anfitrión hábil le da un poco de espacio a un invitado difícil, para que pueda relajarse, les ofrecemos a los pensamientos y a las emociones el espacio necesario para que crezcan y luego desaparezcan de forma natural. Con esa actitud abierta, con un gran espacio, volvemos a llevar nuestra atención al objeto, y así el poder de los pensamientos para distraernos se disipa de forma natural.
Podemos probar usando diferentes tipos de objetos que nos traigan al momento presente. Podemos poner nuestra atención en la respiración, en una imagen de Buda, en una vela o en cualquier otro objeto visual, o incluso sonoro o táctil. Cualquier sensación puede ser una distracción o ser utilizada para devolvernos al momento presente. Gradualmente, a medida que nos familiarizamos cada vez más con permanecer en la no distracción, podemos abandonar el método de usar un objeto. En ese punto, ya no necesitamos un objeto. El único "objeto" que necesitamos es la conciencia misma. Entonces, podemos descansar nuestra mente en su propia conciencia natural espaciosa y consciente, libre de pensamientos y emociones comunes.

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