Una meditación para
cultivar la benevolencia y extenderla hacia todos los seres
Al comenzar el día, emplea cierto tiempo en extender
pensamientos de benevolencia hacia ti mismo y hacia los demás. Recuerda lo que
es la benevolencia –un deseo de verdadera felicidad— y que, extendiendo
pensamientos de benevolencia, estás deseando que tú mismo y los demás
desarrollen las causas para alcanzar la verdadera felicidad. Estableces la
intención de promover la verdadera felicidad de cualquier manera que te sea
posible, en tu propia mente y en tus relaciones con los demás. Por supuesto que
no todos actuarán de acuerdo a tu deseo, por lo que también es importante que
desarrolles pensamientos de ecuanimidad para abarcar los casos en que las
personas rehúsen actuar en favor de la verdadera felicidad. De esta forma no
sufrirás tanto cuando la gente actúe de una manera torpe o inadecuada, y podrás
seguir enfocado en los casos donde puedes ser de ayuda.
Empieza la práctica estableciendo tu intención en la mente
con una fórmula clásica para expresar benevolencia hacia ti mismo:
“Que yo pueda ser
feliz.
Que yo pueda estar
libre de estrés y dolor.
Que yo pueda estar
libre de hostilidad, libre de problemas, libre de opresión.
Que yo pueda cuidarme
con facilidad.”

“Que podáis ser
felices.
Que podáis estar
libres de estrés y dolor.
Que podáis estar
libres de hostilidad, libres de problemas, libres de opresión.
Que podáis cuidaros
con facilidad.”
Imagina que este deseo se extiende cada vez más lejos en
todas direcciones, hasta el infinito. Esto ayuda a ampliar la mente.
Para convertirla en una práctica capaz de cambiar el
corazón, pregúntate, una vez que ya te sientas seguro con tu benevolencia hacia
ti mismo, si hay alguien por el que no puedas extender sinceramente
pensamientos de benevolencia. Si viene a tu mente alguna persona en particular,
pregúntate qué ganas con el sufrimiento de esa persona. La mayor parte de la
crueldad en el mundo viene de personas que están sufriendo y tienen miedo. Muy
raramente las personas que actúan torpe e inadecuadamente reaccionan hábilmente
ante su sufrimiento y cambian su forma de actuar. Demasiado a menudo ocurre
todo lo contrario. Quieren que otros sufran incluso más que ellos. Así que el
mundo sería un lugar mejor si, en lugar de intentar distinguir quién está en lo
cierto y quién se equivoca, pudiéramos todos seguir el camino hacia la
verdadera felicidad siendo generosos y virtuosos, y entrenando la mente. Con
estos pensamientos en mente, observa si puedes expresar benevolencia hacia esa
persona:
“Que puedas darte
cuenta de lo erróneo de tu camino,
descubrir el camino
hacia la verdadera felicidad,
y cuidar de ti mismo
con facilidad.”
Al expresar este pensamiento, no estás necesariamente
deseando amar o mantener un contacto habitual con esta persona. Simplemente
estás tomando la determinación de no buscar venganza contra aquellos que han
actuado de una manera dañina, o aquellos que te han herido. Esto es un regalo
tanto para ti mismo como para aquellos que te rodean.

Repite esta práctica antes de acostarte, y deja que tus
pensamientos de benevolencia hacia todos los seres inunden el universo y te acompañen
mientras te quedas dormido.
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