Unos consejos para practicar la meditación en tu propia casa y cómo
tratar con los obstáculos que puedes encontrar.
Muchas personas se
preguntan cómo poder establecer una práctica de meditación diaria en su propia
casa. Aunque hay muchos centros y grupos de meditación, la mayoría de personas
que meditan hacen parte de su práctica, o toda ella, en su propia casa. En
muchos casos, es una cuestión práctica, porque no viven cerca de ningún centro
de meditación al que poder acudir regularmente, o no se sienten cómodos en los
centros que hay a su disposición. O sienten que para ellas la meditación es una
cuestión privada y personal, no una práctica religiosa en común. De cualquier
forma, la mayoría de meditadores, por diferentes razones, meditan en casa.
Tal vez hemos oído alguna
vez que no podemos practicar solos la meditación, que necesitamos practicar en
grupo, y recibir instrucciones de un maestro. Que necesitamos ayuda, porque
mantener la disciplina de sentarse a meditar uno solo puede ser muy difícil, e
incluso peligroso.
Pero en la actualidad,
mucha gente se ha dado cuenta que es posible meditar uno solo. Aunque eso
requiere disciplina, porque mantener una práctica regular sigue siendo una
lucha para algunas personas. A pesar de ello, muchos superan esa lucha y
disfrutan con su práctica diaria de meditación.

Este pequeño ejercicio
puede parecer un poco tonto, pero es muy importante. Trata con la principal
dificultad que encontramos para la autodisciplina: ser ambivalentes. Al mismo
tiempo queremos y no queremos hacer lo que pensamos que queremos hacer por
nuestro propio interés. Nos es difícil tomarnos en serio nuestras buenas
intenciones, especialmente cuando se trata de nuestra vida espiritual. En el
fondo no estamos seguros de ser capaces de enfrentarnos con nosotros mismos al
nivel humano más profundo, porque si lo hacemos tal vez descubramos que somos
personas indignas y triviales. Ya que imaginamos que la meditación nos va a
ofrecer una auto confrontación a ese nivel, somos profundamente ambivalentes.
La mayor parte de ese
enrevesado pensamiento no es consciente. Es por eso que el diálogo con uno
mismo al irse a dormir es importante, porque nos proporciona una manera
sencilla de enfrentarnos con este asunto: Preguntarnos “¿de verdad?” es una
manera de hacer aflorar lo que realmente sentimos y, amable y sinceramente,
tratar con ello. De otra manera nuestro antiguo hábito de solapado autoengaño
prevalecerá. No haremos lo que no tenemos realmente claro que queremos hacer,
lo que nos dará otra prueba más de que no podemos hacerlo.
Intenta hacer esto durante
dos semanas, tomándote un día de descanso cada semana. Si fallas un día, no
pasa nada, pero no caigas en la trampa inconsciente de “ya que he fallado un día supongo que no puedo hacerlo, así que mejor
ni lo intento, o lo intento con menos interés mañana porque este día que he
fallado me ha debilitado”. ¡Así es como pensamos! Así que anticípate a esto
y no te desanimes por ello. Sé amable contigo mismo, pero firme. Imagínate que
estás enseñando a un niño, o entrenando a una mascota, una encantadora
criaturita que quiere comportarse bien pero necesita la guía de un adulto.

Mucha gente se pregunta si
es necesario meditar por la mañana, o si hay algún tipo de magia por la mañana.
Hay personas que son más de mañanas y otras de tardes o noches. Pero sí que es posible
que haya algo “mágico” en la mañana. Los horarios de práctica en monasterios
por todo el mundo incluyen una práctica por la mañana temprano. Parece que en
ese momento del día la práctica es más beneficiosa, cuando tu mente está aún
fresca y el mundo a tu alrededor aún no se ha despertado. También es más fácil
que te pongas a meditar por la mañana, antes de que estés ya en marcha con las
tareas del día y recuerdes todas las cosas que tienes que hacer. Durante el día
es más difícil que encuentres el momento para meditar, y al final del día es
posible que estés demasiado cansado o alterado. Seguramente te apetecerá más
una copa de vino que ponerte a meditar, lo que puede ser bastante incómodo ya
que tu cuerpo percibirá todos los dolores y tensiones del día. Pero, de hecho,
practicar al final del día es muy bueno justo por esa razón: aunque a menudo
sea incómodo, te ayuda a procesar todo el estrés y te sientes más calmado
después.
Pero, si estás tratando de
establecer una práctica por primera vez, pensar que vas a sentarte a meditar
tranquilamente al final del día probablemente no va a funcionar tan bien como
pillarte en el momento más débil (es decir en el más fuerte): por la mañana,
cuando eres al mismo tiempo más y menos tú mismo, antes de que te hayas puesto
la armadura de tu personalidad heroica con la que sientes que debes afrontar el
mundo del trabajo y la familia. No obstante, hay que decir que obviamente todo
esto tal vez no sea cierto para ti, porque como individuos somos muy diferentes
unos de otros, y en estas cuestiones íntimas y personales no funciona lo mismo
para todos. Aunque lo que aquí se describe ha funcionado para muchos
meditadores.
Hay muchas formas de
meditar y diferentes enfoques sobre esta práctica. Uno de estos enfoques nos
dice que la meditación no es una habilidad que se supone debemos dominar. Es
una práctica a la que nos entregamos. Así que, si estás meditando por la mañana
y estás aún medio dormido, con recuerdos de los sueños que has tenido, y tu
mente no está enfocada con mucha precisión en la respiración, de la manera que
piensas que debería ser… ¡está bien! Todo eso se considera normal, y hasta
beneficioso.

Tratar con los diferentes
obstáculos prácticos que encuentras para establecer una práctica regular es
fácilmente comparable con el tema más profundo del autoengaño. Una vez que le
encuentras el truco a eso, los problemas prácticos son fáciles de solucionar.
¿Que los niños se levantan temprano? Entonces levántate media hora antes que
ellos. ¿Pero que entonces no duermes bastante? Bueno, esa media hora de
meditación sentada será mucho más importante para tu descanso y bienestar que
la pérdida de media hora de sueño. O simplemente puedes acostarte media hora
antes.
¿Qué tu pareja no quiere
meditar y le molesta que salgas a hurtadillas de la cama para sentarte a
meditar? Explícale tranquilamente que la razón principal por la que meditas es
para ser una persona más cariñosa y útil. No te escabulles de la cama para
reivindicar tu independencia sino por la razón opuesta: para ser más cariñoso.
Mantén esta conversación, cariñosamente, con tu pareja. Pídele que te ayude a
hacer este experimento de dos semanas y a evaluar los resultados: ¿has sido más
cariñoso, has ayudado más en la casa, con los niños, etc., más de lo habitual,
con más disposición, más alegremente? (Está claro que después de tener esta
conversación con tu pareja tendrás que hacer todo eso).
Resumiendo, si quieres
meditar no hay ninguna excusa para no hacerlo. Pero la confusión humana es muy
lista, y sigue siendo posible que finalmente te convenza para no practicar. Si
eso ocurre, acéptalo. A veces esa es la forma de finalmente empezar seriamente
una práctica de meditación: no hacerlo durante diez o veinte años, hasta que
finalmente no tienes otra opción.
Según se va acelerando más
el mundo y la trayectoria de la vida se hace más drástica, más personas sienten
la necesidad de hacer algo para promover el bienestar y fomentar una actitud
sostenible. Es difícil estar alegre si estás estresado, es difícil creer en la
bondad y la felicidad si el mundo en el que vives no te ayuda mucho a ello.

Otros artículos que te
pueden ayudar a comenzar tu práctica:
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.