1. Sé amable contigo mismo. Si piensas que eres un fracaso y te reprendes
a ti mismo por no haber practicado un día o una semana, la meditación se
convierte entonces en otra excusa para odiarte a ti mismo. La práctica de la
meditación es como nadar contracorriente, es posible, pero requiere esfuerzo.
Sé clemente y perdónate, pero sigue practicando.

3. Revisa tu día y escoge un momento para practicar que tenga sentido.
Si no eres una persona de mañanas, y no puedes ni siquiera mirarte al espejo
hasta haber tomado un café, espera hasta más avanzado el día. Si llegas a casa
agotado todas las noches, intenta practicar por la mañana.

5. Prioriza.
Tienes que insertar en tu cerebro de alguna manera que la meditación es tan
importante como cepillarte los dientes, ducharte, comer, etc. Es increíble
cuánto tiempo encontramos para responder los emails, pero qué sorprendentemente
poco tiempo hay al día para sentarse a meditar. ¿No te hace esto pensar?

7. Establece una duración que sea asequible. No te esfuerces durante
una hora a menos que te parezca fácil para ti. De veinte minutos a media hora
puede estar bien. Y eso, si te parece fácil y encaja en tu horario. Incluso
cinco minutos activarán esos caminos neuronales, sigue adelante, y crea nuevos
hábitos.
9. A veces sentarse a meditar parece realmente imposible. Entonces
utiliza el tiempo que has establecido para algún tipo de práctica espiritual de
apoyo: lee un libro inspirador, escucha una charla, escribe en tu diario.
10. Cuando no lo consigas, sé amable contigo
mismo. Ya había dicho esto antes, pero lo digo otra vez porque es esencial
para desarrollar una práctica regular.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.