Cómo una simple pregunta puede ayudarte a mantener el
corazón abierto, tanto hacia los demás como hacia ti mismo.
"¿Tienes hoy un buen corazón?" esta es la
pregunta que hacía un gran maestro de la antigüedad a quienquiera que encontraba
en su camino. ¿Te imaginas que alguien se dirija a ti en un concurrido
centro comercial en medio del ajetreo navideño y te haga esa misma
pregunta? A cualquiera nos pillaría desprevenido, y sorprendidos
intentaríamos dar una buena respuesta como: “Pues, estoy un poco ocupado
en este momento”. O diríamos: “Tengo muchas compras que hacer. Sí,
está bien, me siento bastante amable. Le estoy comprando a la gente todas
estas cosas, ya sabes". Y luego nos iríamos a la siguiente tienda. Aún
sorprendidos y murmurando "Pues vaya, qué raro", miraríamos
hacia atrás para ver a ese extraño personaje hacerle la misma pregunta a otro
comprador desprevenido.
Seguramente sería un buen ejercicio hacer esa
pregunta de vez en cuando. No preguntarle a otra persona, sino hacernos
esa pregunta a nosotros mismos como una forma de darnos cuenta de hasta qué
punto estamos o no abiertos en un momento dado. Parece que este mes de
diciembre nos invita a pensar un poco más sobre cómo nos relacionamos con los
demás. Las fiestas que celebramos nos invitan a examinar nuestro propio
corazón; para abrirlo a los demás, ofreciendo deseos de felicidad y
participando en actos de generosidad. Pero ¿qué pasa si somos como ese
comprador en el centro comercial, y nos sentimos demasiado ocupados, abrumados
o resentidos por lo que la temporada navideña nos exige? ¿Entonces qué? Al
menos podemos empezar cultivando la compasión.
Aunque el diccionario define la compasión como empatía,
cuidado, preocupación, sensibilidad, calidez, ternura o misericordia hacia el
otro, me gusta más definirla como bondad. Y si combinamos bondad con amor,
podríamos encontrar una definición aún mejor: bondad amorosa. Estas dos
palabras tienen un gran significado. De hecho, simplemente decirlas despierta
en ti una sensación cálida y acogedora. La bondad amorosa abre un poco la
puerta de tu corazón, lo suficiente para dejar entrar un poco de la calidez de esta
temporada.

Podemos comenzar a
cultivar esta virtud haciéndonos esa pregunta que hacía el maestro: ¿Tengo
hoy un buen corazón? Esta es una muy buena pregunta para reflexionar,
especialmente en medio de una temporada cuyas presiones, por los compromisos y
compras, pueden desconectarnos de nuestro tierno y bondadoso corazón.
Empieza contigo
mismo
La bondad amorosa no
comienza con nuestros seres queridos, sino con nosotros mismos. Impulsados
por el espíritu de las fiestas navideñas, de querer hacer felices a todos, es
posible que no nos tratemos muy amablemente nosotros mismos. Podemos tener
una larga lista de "cosas que hacer", compromisos sociales para quedar
bien o querer comprar más regalos y mejores que el año pasado. Ya que
queremos poner lo mejor de nosotros para que los demás lo pasen lo mejor
posible, podemos excedernos y agotarnos. Eso no es ser amable con nosotros
mismos. Eso es más bien portarnos mal con nosotros mismos.
Si deseamos ser
más compasivos y amables con los demás, primero debemos empezar por serlo con
nosotros mismos. A medida que avanzan las fiestas, no dejes que tu
deseo de complacer, tu inclinación hacia la perfección o esos desagradables
"debería" te impidan cuidarte a ti mismo. No permitas que "quedar
bien con los vecinos" te impida estar bien contigo mismo. Puedes demostrar
bondad hacia ti mismo de muchas formas, entre ellas: decir "No"
cuando debas decirlo, delegar, reducir actividades, no ir con prisas,
descansando, etc. Tienes que tratarte a ti mismo tan amablemente como lo
harías con tu mejor amigo. Tú también te mereces tu amor y afecto tanto
como los demás.
Cuanto más bondadoso seas
contigo mismo, mejor te sentirás y más bondadoso serás con los demás. Cuando
nos cuidamos bien a nosotros mismos, podemos cuidar más plenamente a quienes
amamos.
Ofrécela a los demás
Intenta recordar por un momento a todas las personas que han
mostrado compasión por ti a lo largo de tu vida. Personas sabias y
maravillosas, sobre todo, generosas y amables: tus padres, abuelos, amigos,
maestros, mentores, etc. Muchas de estas personas pueden haberte mostrado de
primera mano cómo ser cariñoso, porque se cuidaban mucho a sí mismos. Podemos
aprender a ser más compasivos emulando los actos bondadosos de los que nos han
precedido.

Si te sientes un poco
tacaño o con el corazón cerrado, recuerda a alguien que te demostró compasión
en algún momento. Recuerda a esas personas, trae a tu mente algún momento
en el que te sentiste especialmente cuidado y siente, una vez más, lo que fue ser
el receptor de su amor y compasión. Vuelve a sentir su ternura. Vuelve
a sentir su generosidad. Recuerda lo bien que te sentías al ser cuidado de esa
manera. La mejor forma que tienes para agradecerles lo que hicieron por
ti, el mejor regalo que puedes hacerles en esta temporada navideña es emular su
excelente ejemplo. Haz a los demás lo que ellos hicieron por ti. Comparte
el mismo amor que recibiste con otras personas que pueden necesitar ahora ese amor. Emula
esa compasión que te mostraron y simplemente observa cómo los que te rodean empiezan
a disfrutar de ese brillo navideño.
Hay una frase del
Dalai Lama que expresa muy bien la importancia de la compasión: "Si
quieres que otros sean felices, practica la compasión. Si quieres ser
feliz, practica la compasión". No importa qué día festivo
celebremos, no importa qué tradición sigamos, la compasión es el hilo conductor
común de todos ellos. El regalo más brillante y hermoso de estos días
navideños es, sin duda, la bondad amorosa: la tuya, la mía, la nuestra.
Porque estamos en temporada de compasión.
Comparte en los comentarios si te has hecho esta pregunta alguna vez y se te parece interesante plantearte este tipo de preguntas.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.