IKEBANA: NATURALEZA Y SER HUMANO

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En el ikebana se combinan la naturaleza y el ser humano. Al trabajar con las ramas y flores se está manifestando de una manera más clara la belleza intrínseca de los materiales naturales. Según vamos cortando y colocando las diferentes ramas, se enfatiza la curvatura de una rama, las líneas de los tallos o el carácter de cada flor, para así ir descubriendo nuevos y sorprendentes aspectos de estos elementos naturales. Al combinar las ramas y flores con la intención de la persona que realiza la composición floral, obtenemos como resultado un conjunto armonioso dentro del aparente caos, y conseguimos que el ikebana, a pesar, o gracias a su simplicidad, consiga impactar en la persona que lo observa, llegando a conectar con aspectos profundos de su ser.   Photo by Anna Cicognani on Unsplash


Originalmente, el ikebana aparece en Japón alrededor del siglo VI, coincidiendo con la llegada del budismo a este país desde China. En un principio asociado a las ofrendas en los templos y a la decoración de la aristocracia, finalmente el ikebana se extendió entre la población como un arte popular.


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A pesar de su evolución a lo largo de los años, los ikebanas siguen manteniendo ciertos principios fundamentales desde su origen, como, por ejemplo, las tres ramas principales asociadas a los principios del Cielo, la Tierra y la Humanidad.


Aunque al crear un ikebana se combinan cierta intención de la persona que lo realiza con las características naturales de los diferentes elementos utilizados, no se trata de imponer o manipular a nuestro antojo las ramas y flores, sino más bien, ir descubriendo y comprendiendo la “verdad” que cada elemento de la naturaleza tiene que enseñarnos. De esta forma, observando y sintiendo lo que tenemos ante nosotros, aprendemos a colocar lo que la situación requiere, no lo que nos gustaría que fuera. 



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Este trabajo de observación y conexión nos lleva inevitablemente, sin darnos cuenta y de una manera natural, a calmar la mente y abrir el corazón. Convirtiéndose la práctica del ikebana en una verdadera forma de meditación en acción.

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