Cuando medites, ilumina tus
pensamientos y sentimientos con la cálida luz de la conciencia.

Mientras
meditas, observa los cambios que tienen lugar en tu mente y en tu cuerpo alumbrando
con la luz de la conciencia. Notarás algunos cambios según transcurre tu
práctica. Incluso puedes percibir cómo tu respiración ha cambiado y se ha unificado
con tu yo observador dejando de ser dos para simplemente “ser”. Ocurre
igualmente con todos tus pensamientos, sentimientos y sensaciones, que, junto
con sus efectos, se transforman o diluyen en el espacio cuando los iluminas con
tu conciencia.
En ocasiones puedes sentirte
inquieto, y sentir que esa inquietud se mantiene y no desaparece. En esos
momentos, simplemente siéntate en silencio, sigue tu respiración, y esboza una
sonrisa en tu rostro mientras dejas brillar tu conciencia sobre la
inquietud. No la juzgues ni trates de destruirla, porque esa inquietud
eres tú mismo, es parte de ti. Nace, existe durante cierto tiempo y se
desvanece, de forma bastante natural. No tengas prisa en encontrar su origen. No
te esfuerces demasiado en hacerla desaparecer. Solo ilumínala. Verás
que poco a poco cambiará, se fusionará, se conectará contigo, con el
observador. Cualquier estado psicológico que sometas a la luz de tu
conciencia se suavizará y adquirirá la misma naturaleza que la mente que la
observa.

Durante
la meditación, mantén brillando la luz de tu conciencia. Como
el sol, que ilumina cada hoja y cada
brizna de hierba, nuestra conciencia ilumina cada uno de nuestros pensamientos
y sentimientos, permitiéndonos reconocerlos, ser conscientes de su nacimiento,
duración y disolución, sin juzgarlos ni evaluarlos, acogerlos o rechazarlos.
Es
importante que no consideres a la conciencia como una "aliada", dispuesta
a reprimir a los "enemigos" que son tus pensamientos
rebeldes. No conviertas tu mente en un campo de batalla. La oposición
entre el bien y el mal a menudo se compara con una lucha entre la luz y la
oscuridad, pero si lo miramos de otra manera, podemos ver que cuando la luz
brilla, la oscuridad realmente no desaparece, no se va a ninguna parte,
simplemente se funde con la luz, se convierte en la misma luz.
Meditar
no significa luchar con un problema. Meditar significa observar. Y
si sonríes mientras lo haces, muestras que estás siendo amable contigo mismo,
que el sol de la conciencia brilla en ti, que eres consciente de la situación y
no es ella la que te dirige. Eres tú mismo y has conseguido algo de paz, sin
importar el momento o las circunstancias, has conseguido esa paz que atrae a un
niño a estar cerca de ti porque se siente a gusto a tu lado.

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