TRES FORMAS DE MEJORAR UNA RELACIÓN

 "La mayor parte de los problemas en una relación en realidad tienen muy poco que ver con la relación en sí misma"

El resentimiento mata las relaciones, si queremos relaciones más felices, debemos dejar atrás la culpa, reconocer nuestros errores y actuar de manera que aumente la conexión y no el conflicto. La mayoría de las dificultades en una relación tienen mucho más que ver con los problemas personales de los propios individuos implicados en esa relación.

La mayoría de las personas tenemos un punto ciego que no nos deja ver que nuestra propia infelicidad es la que pone en tensión nuestra relación, y, en cambio, culpamos a nuestra relación por nuestra infelicidad. Nos enfadamos y tratamos de vengarnos, y después nos preguntamos por qué las cosas van mal. Y, si hacemos esto una y otra vez, repitiendo esta poderosa combinación de culpa, resentimiento y represalias, es posible que se mantenga la pareja, pero ya no será un equipo.

Todos podemos beneficiarnos de tener vínculos mejores y más estrechos, especialmente en estos tiempos difíciles que estamos viviendo. ¿Qué pasaría si pudiéramos inspirarnos mutuamente, especialmente a las personas con las que mantenemos una relación, para convertirnos en versiones mejores de nosotros mismos?

A continuación, encontrarás tres consejos para tener relaciones más felices:

 

1. Expresa lo que sientes, bueno, todo menos la ira.

Es normal sentir enfado o molestia cuando tu pareja no cumple con tus expectativas o te decepciona de alguna manera. La ira actúa como el guardaespaldas de las emociones. Muchos de nosotros confiamos en ella para que actúe como un portero, manteniendo bajo control a nuestras emociones más difíciles e incómodas. Usamos la ira para alejar nuestro dolor, nuestra tristeza y nuestra vulnerabilidad, pero en el proceso terminamos alejando de nosotros a las personas que más amamos.

Pero la próxima vez que tu pareja haga algo que te haga enfadar, evita atacar de inmediato. En vez de eso, trata de separarte de ella por un momento (puedes ir al baño o a un rincón de la habitación), respira hondo y pregúntate: “¿Qué estoy sintiendo realmente debajo de toda esta ira?” Cuando hayas tenido algo de tiempo para calmarte, dile a tu pareja lo que te está sucediendo. Expresar cualquier cosa que no sea frustración o enfado puede acercarte a tu pareja y ayudarte a iniciar una conversación, en lugar de otra discusión.

 

2. Cuando tu pareja pierda el control, toma el camino correcto.

Inevitablemente, llegará el día en que tu pareja se comporte de una manera estúpida o desagradable: irritado, gruñón, irracional, testarudo, discutidor, quisquilloso, o lo que sea. Es natural querer responder de manera similar, pero resiste la tentación y recuérdate a ti misma, que puedes dejar que te arrastre a su madriguera, o puedes tomar una decisión diferente.

¿Y cuál es esa opción diferente? Atreverte a ser útil, paciente, cariñosa y amable. Todos estos son factores que las investigaciones indican que ayudan a que las relaciones sean más felices. Por ejemplo, en lugar de gritar “Dios mío, ¿qué te pasa?”, detente, respira e imagina que dices “Siento mucho que estés molesto... ¿Cómo puedo ayudarte?” No hay nada por lo que pelear si estás siendo útil.

Una buena relación es cuando solo una persona se vuelve loca a la vez. Y cuanto más puedas demostrar los beneficios de mantener la calma cuando tu pareja no sea capaz, más puede influir tu comportamiento en ella para que haga lo mismo cuando seas tú la que ha perdido los papeles.

 

3. Expresa tus tareas pendientes y deseos diciendo "Me encantaría…"

No es ningún secreto que comunicar tus necesidades es la clave para una relación sana, pero la forma en que abordamos esa comunicación es igual de importante. Por ejemplo, digamos que estás muy mosqueada porque tu pareja está cancelando, una vez más, una cita nocturna porque tiene que trabajar hasta tarde. Normalmente, tu reacción sería decirle: "¡No tienes ninguna consideración conmigo!" o “¡Nunca tienes tiempo para mí!”, a pesar de que sabes que esos comentarios preparan el terreno de una buena discusión.

Por eso, es mucho mejor que comuniques lo que quieres de tu pareja diciéndole lo que te gustaría que sucediera. Podrías decir algo así como: "Me encantaría que pudiéramos encontrar una noche para nosotros, en la que podamos pasar un tiempo juntos".

Aunque hay una excepción en este enfoque: Ten cuidado con tus declaraciones de "Me encantaría…" para no decir cosas negativas como: ''Me encantaría que dejaras de ser tan idiota”. Eso no es positivo; eso es una crítica. Tampoco digas cosas que se centren en el pasado, como “Me encantaría que ayer hubieras limpiado la cocina”. Concéntrate en seguir adelante y ser positiva. Así es como preparas a tu pareja, a ti misma y a tu relación para el éxito. Así es como una relación puede satisfacer sus necesidades.

Si bien estas técnicas pueden ser muy eficaces, no se pueden aplicar a todas las situaciones y tampoco en todas las relaciones. Sinceramente, no todas las relaciones deberían sobrevivir, porque algunas son demasiado insanas o destructivas.

Al fin y al cabo, estos consejos tienen que ver con crear más oportunidades para la conexión y la comunicación, evitar actuar impulsados por la molestia y el enfado, y reconocer cuándo puedes estar permitiendo que tus tensiones y preocupaciones personales afecten a tu relación. Cuando asumimos nuestra responsabilidad y nos valoramos unos a otros, nuestra nueva actitud puede inspirar a la otra persona a querer hacer lo mismo.


 
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