¿TE APRECIAS REALMENTE?

 

En ocasiones podemos sentirnos incómodos, o incluso ridículos, al darnos cuenta de cuánto deseamos la confirmación de los demás para sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Muy a menudo echamos en falta unas palabras de reconocimiento de otras personas por el tiempo o el esfuerzo que les hemos brindado, y, al darnos cuenta de lo que estamos sintiendo, pasamos a sentirnos avergonzados o ridículos por sentirnos así.

Pero, aunque hay momentos en que podemos sentirnos ridículos por diferentes razones, en muchas ocasiones hay algo más debajo de esa aparente ridiculez, y tiene que ver con una actitud más profunda que se oculta debajo: No nos apreciamos a nosotros mismos. Esa suele ser la clave y dónde deberíamos profundizar: ¿por qué no me aprecio? ¿no vale nada mi esfuerzo, mi intención, mis buenos deseos, mi tiempo...? ¿No vale nada mi buen corazón? ¿No vale nada mi sensibilidad? ¿No vale nada la atención y cuidado que pongo en las cosas y las personas? Yo creo que sí vale, y mucho.

Creo que deberíamos empezar por ahí, por reconocer que no nos apreciamos nosotros mismos en lo que valemos. Si no me aprecio yo ¿cómo espero que me aprecien los demás? No estoy hablando de desarrollar un orgullo exagerado o de ser altivos, o que debamos pensar que valemos más que otras personas. Todos tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos, y todos tenemos un corazón sensible, más o menos oculto o expuesto. Lo que intento decir es que debes ser tú mismo el que esté satisfecho con lo que haces, sin importar si los demás lo ven o lo reconocen. El valor sigue siendo el mismo, aunque nadie lo aprecie. Y tú vales mucho, como cualquier otro ser vivo en este mundo. 

Empieza por apreciarte a ti mismo, por valorar todo lo que haces, con amabilidad y sin un orgullo exagerado, pero siendo consciente que te mereces todo lo que la vida puede ofrecerte, no sólo lo que recibes normalmente sino mucho más que está esperando a que lo descubras, o a que ocupes tu lugar en esta vida con la confianza y seguridad de que mereces TODO lo que puedas imaginar. Tan sólo tienes que proponértelo, por difícil que parezca o lejos que puedas verlo. Sobre todo, mereces ser feliz, mereces disfrutar de la vida, y vivir libre y sin miedo.

Así que ya sabes: hinchar el ego a costa de los demás NO, pero apreciar lo que vales y sentirte orgulloso de ti mismo por todo lo que has conseguido en tu vida SÍ. No importa si los demás lo reconocen o no, aunque eso no significa que no te merezcas el aprecio y el reconocimiento, pero no dependes de otros para darte cuenta y apreciarte. Esa es la diferencia. Lo mereces, pero no te sientes insignificante, ni ridículo, ni que no lo merezcas, porque los demás no puedan verlo y apreciarlo. No importa que los demás no sean capaces de verte como eres realmente, y de apreciar lo que vales. No dependes de su opinión para ser feliz, ni para disfrutar de tu vida. Pero no te infravalores. Aprecia la riqueza y el valor que tienes en tu corazón.



 Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.




Comentarios