EMPIEZA TU DÍA CON UNA INTENCIÓN

Un ejercicio contemplativo que nos ayuda a descubrir nuestras intenciones y motivaciones más profundas.

Normalmente usamos las palabras intención y motivación indistintamente, como si significaran lo mismo, pero hay una diferencia importante: la deliberación.

Nuestra motivación para hacer algo es la razón detrás de ese comportamiento, la fuente de nuestro deseo y el impulso para hacerlo, y podemos ser más o menos conscientes de nuestras motivaciones.

La intención, en cambio, es siempre deliberada, la expresión de una meta consciente. Establecemos y reafirmamos nuestras mejores intenciones para mantenernos enfocados en la dirección en la que realmente queremos ir. Pero necesitamos motivaciones que nos mantengan en marcha a largo plazo. Si, por ejemplo, nuestra intención es correr un maratón, habrá ocasiones en las que, razonablemente, nos preguntemos: "¿Por qué estoy haciendo esto?". Necesitamos respuestas buenas e inspiradas para superar esos obstáculos que surgirán en nuestro camino. Consciente o inconsciente, la motivación es el "por qué" y la chispa que hay detrás de la intención.

A continuación tienes un ejercicio para establecer tu intención, muy recomendable para hacerlo en casa, a primera hora de la mañana, para comenzar el día. También puedes hacerlo en el autobús o en el metro cuando sales de casa. Si trabajas en una oficina, puedes hacerlo sentada ante tu escritorio antes de comenzar el día. Solo necesitas de dos a cinco minutos seguidos. Nuestra intención marca el "tono" de todo lo que estamos a punto de hacer. Y, al igual que la música, la intención puede influir en nuestro estado de ánimo, pensamientos y sentimientos. Al establecer una intención clara por la mañana estamos marcando el tono de todo el día.

 La práctica de establecer una intención

Primero, siéntate en una postura cómoda. Puedes sentarte sobre un cojín en el suelo o en una silla con las plantas de los pies bien apoyados en el suelo, lo que te da la sensación de estar conectada a la tierra. 

Una vez que te hayas asentado en tu postura, relaja tu cuerpo todo lo que puedas. Si es necesario puedes hacer algunos estiramientos, especialmente de los hombros y la espalda para ayudarte a relajar esas zonas.

Luego, con los ojos entreabiertos, o cerrados, si eso te ayuda a concentrarte, respira profundamente de tres a cinco veces, intentando llenar completamente tus pulmones llevando el aire a la zona abdominal. Cada vez que inhales, intenta llenar tus pulmones de aire de abajo hacia arriba, empezando con el abdomen y siguiendo con el torso, como si llenaras una jarra con agua. Luego, con una exhalación larga y lenta, expulsa poco a poco todo el aire. Si te ayuda, puedes exhalar por la boca.

Una vez que te sientas tranquila, contempla las siguientes preguntas: “¿Qué es lo que valoro más profundamente? ¿Qué deseo en el fondo de mi corazón para mí, para mis seres queridos y para el mundo?

Permanece un tiempo con estas preguntas y observa si surge alguna respuesta en tu mente. Si no surgen respuestas específicas, no te preocupes, quédate con las preguntas abiertas. Es posible que necesites cierto tiempo para acostumbrarte, ya que, cuando hacemos preguntas, generalmente esperamos responderlas. Confía en que las preguntas en sí funcionan incluso, o especialmente, cuando no tenemos unas respuestas preparadas. Si surgen respuestas, reconócelas a medida que surjan y quédate con los pensamientos y sentimientos que te puedan traer.

Finalmente, desarrolla un conjunto específico de pensamientos como tu intención consciente. Podrías pensar: “Hoy, voy a ser más consciente de mi cuerpo, mente y habla al relacionarme con los demás. En la medida de lo posible, voy a evitar lastimar deliberadamente a otros. Voy a relacionarme conmigo mismo, con los demás y con los acontecimientos que me rodeen con amabilidad, comprensión y menos juicio. Voy a vivir mi día de una manera que esté en sintonía con mis valores más profundos".

De esta manera, marcas el tono de tu día.

Una vez que te familiarizas con el establecimiento de intenciones, puedes hacer esta práctica en un minuto o menos. Eso significa que puedes encontrar oportunidades durante el día para verificar tus intenciones. Incluso puedes omitir la práctica formal de tres fases y hacer un reinicio rápido leyendo o recitando algunas frases significativas, como, por ejemplo:

Voy a intentar llevar felicidad a todos los seres.

Voy a intentar aliviar de su sufrimiento a todos los seres que encuentre.

Voy a ayudar a todos los que encuentre a estar alegres y mantener su alegría.

Voy a mantenerme ecuánime, libre de prejuicios, apegos, y rechazos.


De cualquier forma, utilizando las frases de una manera rápida o llevando a cabo una práctica más formal durante unos minutos, comenzar el día estableciendo una intención clara en tu mente puede marcar una gran diferencia en la manera que transcurre ese día, en tu propia experiencia, y también en la forma en que puedes influir en el mundo que te rodea. Establece tu intención cada mañana y mejora ese día para ti y para los demás.


 Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.



Comentarios