Sin esfuerzo, no hay placeres en la vida.
En la
actualidad, vivimos intentando eliminar de nuestras vidas todo el esfuerzo que
podemos, haciendo más cómodo el hecho de vivir en todos sus aspectos y, hasta
cierto punto, es comprensible. Pero ¿hasta qué punto esa falta de esfuerzo nos da
felicidad? No parece que vayan de la mano ambas cosas ¿por qué?
Hoy en
día tenemos todo tipo de electrodomésticos en casa que nos facilitan muchas de
las tareas del hogar. Estos aparatos nos quitan trabajo y el esfuerzo que
conlleva, y también nos deberían dar más tiempo, aunque no lo parece si
observamos el ritmo de vida que llevamos ahora y el que tenían nuestros abuelos
hace tan sólo unas décadas atrás. Parece que antes se tenía más tiempo, aunque
se necesitaba más esfuerzo para vivir. Todo iba más lento, y eso nos daba también
más tiempo para disfrutar de las cosas.
Imagina
por un momento que estás de camping, o viviendo en una cabaña en el bosque sin
electricidad ni gas a tu disposición. Si, por ejemplo, quieres prepararte un
café, tienes que salir a por leña, hacer una hoguera fuera, o encender con la
leña una estufa, para calentar el agua. Tienes que moler los granos de café con
un molinillo manual, dándole vueltas a la manivela mientras los granos se van
deshaciendo y desprendiendo poco a poco su aroma. Seguramente tendrás un
momento mientras mueles el café para mirar el paisaje o el cielo y pensar “¡Qué
hermoso es vivir!”.
Estoy seguro de que ese café, preparado con tus propias manos, con tu propio esfuerzo, y tomando el tiempo necesario para hacer todo el proceso, te va a saber muchísimo mejor que el café que te da, de manera instantánea y sin apenas esfuerzo, una máquina expendedora. La diferencia, seguramente se debe a que has realizado personalmente todo lo necesario para hacer el café, has puesto tu esfuerzo y tu atención en recoger leña, encender el fuego, moler los granos, y demás, hasta finalmente saborear ese café que has conseguido tomando el tiempo necesario para hacerlo. ¿Ha requerido más esfuerzo? Sí. ¿Has necesitado más tiempo? También. Pero ¿Crees realmente que no ha valido la pena? Tal vez, en lugar de haber perdido el tiempo lo has encontrado. Te has dado el tiempo de vivir, de saborear cada instante, de percibir el aroma, de sentir el calor, de ver el fuego… ¿No ha sido ese un café mucho más intenso y vivo que el de la máquina instantánea que nos lo ofrece sin esfuerzo?
Para realmente vivir necesitamos tiempo y esfuerzo. Si eliminamos continuamente el tiempo y el esfuerzo que requiere la vida, estamos también eliminando las oportunidades de disfrutar de ella, eliminamos los placeres de estar vivos.
Experimenta
de vez en cuando el esforzarte y tomar el tiempo de hacer ciertas cosas tú
mismo en lugar de buscar constantemente la comodidad. Seguramente te sorprenda lo que puedes
descubrir en esas pequeñas cosas cuando pones un poco más de esfuerzo y tiempo para
hacerlas. Tal vez acabes encontrando esos momentos de placer que habías
olvidado. Porque en lo fácil y cómodo, no suelen esconderse los grandes
tesoros.
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