Hay tres principios básicos en la práctica de la meditación: el esfuerzo correcto, la visión correcta, y la actitud correcta. Hablemos hoy del esfuerzo correcto.
Todos los días nos despertamos, abrimos los ojos y empezamos
a ver lo que hay a nuestro alrededor. Pero ¿cuántas veces nos damos cuenta
conscientemente de esto? Cuando lo hacemos, eso es conciencia. Es darnos
cuenta de nuestra experiencia en ese preciso momento, en el momento
presente. Eso es todo.
La simple conciencia no cansa en absoluto. ¿Necesitas
concentrarte o enfocarte para saber que está viendo? No. Mientras eres
consciente de algo en tu ser, eres consciente. No importa lo que sea. Puede
ser cualquiera de las seis percepciones sensoriales: ver, oír, saborear, tocar,
oler o pensar.
En las enseñanzas guerreras, el pensamiento se considera una
percepción del sexto sentido. Cada vez que se percibe un sentido, el
órgano de percepción (ojo, oído, nariz, cuerpo, lengua, mente) se encuentra con
el objeto que se percibe (vista, oído, olfato, tacto, gusto,
pensamiento). Cada encuentro en una de esas “puertas sensoriales” da lugar
a un momento de conciencia en el que se conoce el objeto de percepción.
El esfuerzo dirigido a permanecer consciente no requiere
mucha energía. No es difícil estar consciente, ¡lo realmente difícil es hacerlo
continuamente! No es necesario reconocer todos los detalles de tu
experiencia. Solo tienes que ser consciente y saber de lo que eres consciente.
¿Cuánto esfuerzo crees que requiere estar consciente? Hagamos
en este preciso instante una prueba con nosotros mismos. Estás sentado,
pero ¿eres consciente de que estás sentado? Estás viendo, pero ¿eres
consciente de que estás viendo? ¿Sí? ¿Estás seguro? ¿Cuándo empezaste
a darte cuenta de que estabas viendo? ¿No fue justo ahora cuando te
pregunté?
Cuando no tenemos la habilidad necesaria para practicar con
el esfuerzo adecuado, haremos demasiado esfuerzo o no haremos el suficiente.
Es importante, especialmente cuando estás comenzando una
práctica de meditación, que no te esfuerces demasiado tratando, por
ejemplo, de concentrarte en un objeto o de crear un estado mental agradable.
Relajar la mente
A veces, sin embargo, cuando hacemos un esfuerzo lo hacemos
de manera torpe. En esos momentos, una o más de las tres raíces dañinas
entran en la mente y nuestro esfuerzo se convierte en un esfuerzo incorrecto.
Siempre que el deseo, la aversión o el engaño están
presentes y motivan la práctica, comenzamos a esforzarnos
demasiado. Cuando queremos que la experiencia sea de cierta manera, eso es
anhelo, y comenzamos a esforzarnos y a esforzarnos demasiado. Cuando
estamos insatisfechos con algo, eso es aversión, y tratamos de evitarlo o hacer
que desaparezca. Concentrarnos mucho nos cansa, y eso sucede cuando en la
práctica hay deseo, aversión o ignorancia. Si es así, debemos suavizar
nuestro enfoque y relajarnos. Debe haber una determinación continua
pero no un esfuerzo agotador.
Frescura, tranquilidad, e interés
Mantente tranquilo y en calma. Pero mantén el interés
por lo que surja. Acepta, examina y estudia todo lo que suceda tal y como
es. No interfieras con lo que está sucediendo. No intentes hacer
desaparecer o detener algo que no deseas. No intentes crear experiencias a
tu gusto.
Observa cómo la mente hace su trabajo reconociendo, siendo
consciente, sabiendo, pensando en la práctica e interesándose. Solo vemos
y reconocemos el trabajo que la mente ya está haciendo.
Es fácil ser consciente, porque de todo lo que realmente
podemos ser conscientes es de nuestros seis sentidos: ver, oír, gustar, tocar,
oler o pensar. Entonces, en cualquier momento, todo lo que tenemos que
hacer para ser conscientes es hacer preguntas como "¿Qué estoy viendo
ahora?" "¿Qué sonidos se escuchan?" "¿Qué
pensamientos se hay en este momento?". De esta manera puedes meditar todo
el día.
Ahorra energía
No hagas grandes esfuerzos o te quedarás sin energía. Conserva tu energía para poder continuar durante todo el día. Es muy importante seguir intentando mantener la intención de permanecer consciente todo el tiempo, ya sea que la conciencia sea realmente continua o no. Esto nos lleva a otra cualidad del esfuerzo correcto: la persistencia. No es un esfuerzo enérgico, sino una determinación interna para mantener la pequeña cantidad de energía que necesitas en cada momento para saber que estás consciente y mantenerlo.
Al principio, la conciencia está siempre encendida y
apagada, encendida y apagada, y simplemente perseveramos. Cuando nos
acordamos, volvemos a ser conscientes. Olvidamos, recordamos, seguimos
adelante. Necesitamos ser conscientes de nosotros mismos continuamente en
todas las posturas, ya sea de pie, sentado, caminando o acostado.
Comprueba con frecuencia las raíces dañinas
El agrado y desagrado automático por los objetos en nuestra
conciencia tiende a impulsar la mayoría de las acciones en nuestra vida
diaria. Es el hábito de nuestra mente. Por lo tanto, no es una
sorpresa que este hábito aparezca en la meditación y también intente hacer lo
mismo en esa situación.
Necesitamos comprender a fondo cuánto nos torturan y
atormentan esas tres cualidades inútiles de la mente. Aún no hemos
aprendido esta lección por completo. No aprendemos la lección ni la
primera vez, ni la segunda, ni la tercera.
Cuando surgen esas raíces dañinas, generalmente les abrimos
la puerta de nuestra casa invitándolas a pasar y quedarse con nosotros. ¿No
es así? Nuestra lista de lo que nos gusta y nos disgusta, por ejemplo,
forma gran parte de nuestra personalidad a la que estamos apegados. Solo iremos
en busca de ayuda de las cualidades sanas cuando nos demos realmente cuenta de
que las cualidades inútiles están gobernando nuestra vida y ya no podemos
soportarlas.
Las raíces dañinas son difíciles de entender. Es por
eso por lo que siempre debes estar interesado en conocer más tu mente y
aprender continuamente sobre ella. No estamos tratando de deshacernos de
cualidades torpes, sino que estamos trabajando para notarlas y aprender
sobre ellas. Queremos conocer su verdadera naturaleza.
La meditación nos ayuda a reconocer formas burdas y
sutiles de anhelo, aversión, y engaño, en sus diferentes formas, que están presentes
en la mente mientras observamos un objeto. Revise la mente con frecuencia
para ver si esas cualidades dañinas están impulsando tu práctica.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.