CONSCIENTES DESDE QUE NOS DESPERTAMOS


Debemos trasladar nuestra meditación más allá del cojín hasta nuestra vida diaria.

El trabajo de un meditador es recordar estar alerta. Ya sea que estés de pie, sentado, acostado o caminando, si recuerdas que estás consciente, entonces estás meditando y estás cultivando las cualidades positivas de tu mente.

Siempre comenzamos con la conciencia, esa cualidad que es la base que permite que surjan todos los estados mentales saludables, especialmente la cualidad de la sabiduría. Cuando la conciencia y la sabiduría trabajan juntas ganamos la confianza y motivación necesarias para seguir investigando y moviéndonos hacia esas regiones inexploradas de nuestra mente donde comienza el sufrimiento a un nivel más sutil.

De lo que la mente es consciente —los objetos de la conciencia, como las sensaciones, los pensamientos, las percepciones y las emociones— no es realmente importante. Lo importante es la calidad de la mente observadora que siempre está trabajando en segundo plano para estar alerta. Cuanto más recordamos estar conscientes, más alimentamos la sabiduría que disuelve el estrés y el sufrimiento.

Esta práctica tiene que ver con la sabiduría, esa cualidad de la mente que comprende la verdadera naturaleza de la realidad, y que se convierte en la brújula que nos señala el camino mientras tratamos de comprender y eliminar las tres raíces del sufrimiento de nuestra mente: el deseo, la aversión y la ignorancia o engaño.

Realmente no sabemos muy bien cómo lidiar con estos tres aspectos dañinos arraigados en nuestra mente. Por eso necesitamos desarrollar en nuestra práctica esa cualidad de sabiduría de la mente, que sabe cómo eliminar esas raíces venenosas. La conciencia hace crecer la sabiduría. Así que, confía en que la sabiduría estará a tu lado si practicas la conciencia.

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Olvídate de la idea de que la meditación solo se hace en un cojín o en la sala de meditación. La meditación es tan importante que debemos practicarla continuamente, siempre que nos acordemos. Debemos meditar desde el momento en que nos despertamos hasta el momento en que nos quedamos dormidos.

La propia naturaleza de la mente es surgir y desaparecer a cada instante, pero cada momento deja un legado para el siguiente. Por eso es importante cultivar las cualidades saludables de la mente como la paciencia, la perseverancia, la alegría y la ecuanimidad, para que se conviertan en ese legado que se transmite de un momento a otro. Una vez que aprendamos a estar continuamente conscientes con sabiduría, todas las cualidades positivas de la mente aparecerán de forma natural. El objetivo de la meditación es cultivar las cualidades mentales sanas y positivas. Estas cualidades, y no el "yo", son las que están funcionando durante la meditación.

Hay cinco cualidades positivas de la mente, llamadas "facultades espirituales", que son especialmente importantes que cultivemos en la meditación. Cuando las primeras cuatro cualidades están en equilibrio, se desarrolla la sabiduría, la quinta cualidad de la mente, considerada la más importante porque es la sabiduría la que disuelve el sufrimiento.

Las cinco facultades espirituales son:

Confianza (confianza en la práctica)
Energía (esfuerzo continuo)
Atención (recordar ser consciente)
Estabilidad de la mente (calma, quietud)
Sabiduría (comprender la naturaleza de la realidad)

Cuando la meditación va bien, estas cinco cualidades trabajan juntas alimentándose unas a otras en un círculo virtuoso que fortalece esas cualidades saludables de la mente. Primero, la confianza en la práctica respalda el esfuerzo continuo, que a su vez fortalece la atención plena, la estabilidad mental y la sabiduría. Cada nuevo destello de sabiduría fortalece aún más la confianza en la práctica, y así continúa el ciclo.

Las cualidades de nuestra mente, ya sean positivas o negativas, se fortalecerán cada vez más si las dejas que se queden allí. Debemos practicar sin cesar para que lo que haya en la mente sea positivo en cada momento, porque si no es positivo, será negativo. Practicando de esta manera, desplazamos gradualmente el antiguo ciclo de deseo, aversión y engaño por un nuevo ciclo de conciencia natural, claridad y sabiduría.

Esta es pues una de las tareas más importantes en la vida: mantenernos conscientes en todo momento, desde que nos despertamos hasta que nos dormimos. Aunque parezca imposible en un principio, todo es cuestión de practicar, darnos cuenta de que nos hemos distraído y volver a ser conscientes de lo que estamos experimentando en cada momento.

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