DESCUBRE EL PODER CURATIVO DE TU CORAZÓN


Podemos usar estos momentos de miedo e inseguridad para conectarnos con la calidez natural de nuestro corazón, y descubrir que tiene el poder de curarnos a nosotros mismos y a los demás.

Podemos cerrar nuestro corazón a la vida para tratar de protegernos de las circunstancias difíciles, o podemos dejar que las dificultades nos ablanden y nos hagan más amables y abiertos a lo que nos asusta. Siempre tenemos esta opción.

Si vemos los miedos y el sufrimiento que todos estamos experimentando ahora como una oportunidad para hacer crecer en nosotros la valentía y la sabiduría, la paciencia y la bondad, entonces nuestra angustia personal puede conectarnos con la incomodidad y la infelicidad de los demás. De esta manera, lo que solemos considerar como un problema se convierte en una fuente de empatía, una forma de conectarnos con la calidez natural de nuestro corazón.

La calidez natural es nuestra capacidad compartida de amar, de tener empatía, de tener sentido del humor. Es nuestra capacidad de sentir gratitud, aprecio y ternura. Es toda la gama de lo que a menudo se llama cualidades del corazón, cualidades que son una parte natural del ser humano.

Nuestra calidez natural tiene el poder de sanar todas las relaciones: la relación con nosotros mismos, y también las relaciones con otras personas y con todo lo que encontramos cada día en nuestra vida. 
Descubrir nuestra calidez interior puede ser el valor de nuestro sufrimiento personal, lo positivo de las nubes oscuras que estamos experimentando.

En estos tiempos, es fácil para todos ver claramente que estamos todos en el mismo barco y que lo único que tiene sentido es cuidarnos unos a otros. Este momento difícil es la oportunidad para salir de nuestra burbuja de autoprotección y darnos cuenta de que nunca estamos solos. Esta es nuestra oportunidad de finalmente entender que dondequiera que vayamos, todos los que encontremos son esencialmente como nosotros.

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Cuando sentimos miedo, cuando sentimos malestar de cualquier tipo, podemos conectarnos de corazón con todas las demás personas que también sienten miedo e incomodidad. Cuando las cosas se derrumban y no podemos volver a unir las piezas, cuando perdemos algo querido, cuando nada funciona y no sabemos qué hacer, ese es el momento en que la calidez natural de la ternura, la empatía y la bondad, están esperando ser descubiertas, esperando ser abrazadas.

Nuestro propio sufrimiento, si nos volvemos hacia él con un corazón abierto, puede abrirnos a una relación amorosa con el mundo. Cuando tocas tu dolor o tu miedo, tu ira o tus celos, estás tocando los celos de todos, el miedo y la tristeza de todos. Te despiertas en medio de la noche con un ataque de ansiedad y cuando sientes plenamente su sabor y su textura, estás compartiendo la ansiedad y el miedo de toda la humanidad. Las historias de las personas son diferentes, sus situaciones son diferentes, pero la experiencia es la misma. 
En lugar de que tu angustia se convierta en solo tuya, puede convertirse en tu vínculo con todas las personas en este mundo que se encuentran en la misma situación.

La calidez natural que surge cuando experimentamos nuestro dolor incluye todas las cualidades del corazón: amor, compasión, gratitud, y ternura en cualquiera de sus formas. También incluye la soledad, el dolor y el temblor del miedo. Antes de que estos sentimientos vulnerables se endurezcan, antes de que comiencen los argumentos, estos sentimientos no deseados están cargados de amabilidad, apertura y cariño. Estos sentimientos que hemos logrado evitar pueden suavizarnos y transformarnos. La práctica consiste en entrenarnos para no huir automáticamente de la ternura incómoda cuando surge, y así, con el tiempo, poder abrazarla.

Es bastante común que los momentos de crisis y sufrimiento conecten a las personas con su capacidad de amarse y preocuparse unas por otras. También es común que esta apertura y compasión se desvanezcan con bastante rapidez, y que la gente se vuelva a cerrar, asustada y cautelosa.

Entonces, la pregunta no es solo cómo descubrir nuestra ternura y calidez fundamentales, sino también cómo permanecer en ellas con esa vulnerabilidad frágil, y a menudo agridulce. ¿Cómo podemos relajarnos y abrirnos a esa incertidumbre? ¿Cómo podemos afrontar el miedo y la incertidumbre y no volver a cerrarnos?

El miedo que estamos experimentando estos días es tan palpable, se puede sentir en el ambiente. Casi se puede oler el miedo a tu alrededor. Sabemos que estamos en terreno inestable y no sabemos qué va a pasar a continuación.

La verdad es que el suelo siempre ha sido inestable, siempre. Pero en tiempos en los que prevalece el miedo, como ahora, esa verdad es más obvia. No podemos hacer que ese miedo desaparezca, pero podemos sonreírle.

El miedo es como una puerta que atravesamos, pero no está predeterminado a dónde conduce esa puerta.
 Depende de nosotros. Por lo general, cuando tenemos miedo, se desencadena una reacción en cadena. Nos metemos dentro de nosotros mismos y comenzamos a blindarnos, tratando de protegernos de lo que pensamos que nos va a lastimar. Pero nuestros intentos de protegernos no disminuyen el miedo, sino que, al contrario, el miedo cada vez es mayor.

Por otro lado, si decidimos prestar atención a la experiencia real del miedo, ya sea una sensación de malestar en el estómago o un terror real, ya sea un nivel sutil de incomodidad o una ansiedad dramática que nos nubla la mente, podemos sonreírle, lo creas o no. Podría ser una sonrisa literal, o podría ser una metáfora de llegar a conocer el miedo, de volverse hacia el miedo, de tocar el miedo.

Todos estamos muy familiarizados con la experiencia de la escalada del miedo y la experiencia de huir del miedo. Pero ¿alguna vez nos hemos tomado el tiempo para realmente tocar nuestro miedo, estar presentes y experimentarlo plenamente? ¿Sabemos lo que podría significar sonreír ante el miedo?

No es tan fácil de hacer, pero afortunadamente tenemos un método que puede ayudarnos a descubrir el coraje para sonreír ante el miedo. La práctica de la meditación es un método para estar con nosotros mismos total y completamente, permitiendo el tiempo y el espacio para ver todo lo que estamos experimentando, incluido el miedo y la incomodidad, con gentileza, amabilidad y honestidad. Es el entorno más seguro dentro del cual emprender esta misión imposible. Porque conocer el miedo es sonreírle.

Si tocas el miedo en lugar de huir de él, encuentras ternura, vulnerabilidad y, a veces, una sensación de tristeza. Aunque pueda sonar cursi, te sientes agradecido por la belleza del mundo. Tu corazón está lleno de gratitud, aprecio, compasión y cariño por otras personas. Y es una forma muy especial de vivir.



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