No hay nada como el beneficio de una práctica regular de meditación, y no hay mejor momento para empezar que ahora.
El primer paso para establecer una práctica de meditación
sólida es tener confianza en que podemos liberarnos, aunque no sea la
liberación total, al menos podemos liberarnos de algunos de nuestros dolorosos
patrones habituales de conducta. Lo siguiente es el trabajo diario de
poner eso en práctica. A continuación encontrarás cinco formas de
conseguir establecer en tu vida una práctica de meditación regular, y poder así
disfrutar de sus beneficios.
1. Hazlo siempre de la misma manera.
En psicología se describen cuatro formas de crear deliberadamente un buen hábito: (1) decidir actuar, (2) actuar según esa decisión, (3) repetidamente, (4) de una manera que asociemos ciertas señales con ese comportamiento.
Esto sugiere que deberíamos meditar a la misma hora todos
los días y deberíamos repetir los mismos pequeños rituales. Siéntate cada
vez en el mismo lugar y enciende una vela y un incienso en un pequeño
altar. De esta manera, estas señales de tiempo, lugar, vista y olfato se
asocian con la práctica. Cada vez que repites la secuencia, vas afirmando
más ese hábito.
2. Empieza poco a poco.
Sabemos que esto funciona para muchos hábitos de la
vida. Si vas al gimnasio, aunque te des la vuelta y te vayas inmediatamente,
aun así, estás manteniendo tu hábito de ir al gimnasio. Hazte una promesa
que sepas que puedes cumplir y trabaja a partir de ahí, aunque sea sentarte
sólo durante 5 o 10 minutos. Cuando meditas de la misma manera dos mañanas
seguidas, aunque sea por poco tiempo, ya estás construyendo un buen hábito.
3. Medita con alguien más.
Si vives con alguien, trata de animarle para que medite contigo. Este puede ser un buen momento para hacerlo porque la práctica de “mindfulness” está muy de moda. No lo dudes: ¡anímale a empezar ahora!
Pero, si no puede ser alguien con quien vives, puedes coincidir
para meditar con un compañero de meditación incluso a través de una videoconferencia. O
puedes meditar con algún grupo que haya en tu zona. Es realmente poderoso
meditar en un espacio que está especialmente dedicado a la práctica. El entorno
es el adecuado, y el aroma a incienso te conecta con la práctica nada más entrar
en la sala de meditación. Y todos están ahí por la misma razón que tú. Sentarse
a meditar en grupo de forma regular es un gran apoyo para la práctica diaria en
casa.
4. No esperes algo especial.
No esperamos que la primera vez que intentamos hacer flexiones
poder hacer diez seguidas. No esperamos entender el francés la primera vez
que nos ponemos a estudiar ese idioma. Pero, en cambio, muchas personas
esperan lograr la paz interior la primera vez que se sientan a meditar.
En muchas ocasiones la meditación es difícil, y siempre es
impredecible, pero no debemos sentirnos frustrados por eso. Después de
todo, intentar meditar es meditación y, en ese sentido, es muy fácil. Si
te sientas y tratas de dejar de estar en tu nube, si tratas de ser consciente
de tu presencia en la habitación durante media hora, ya has logrado algo. La
meditación no debería ser desagradable y frustrante.
5. ¡Disfrútalo!
No tienes por qué derrochar el dinero en equipo de
meditación, pero ciertamente debes mantener tu altar limpio y usar un incienso
que te guste. La meditación debe ser estéticamente placentera.
También debería ser físicamente placentera. Cuando te
sientes, busca en tus sentidos un sonido u olor que disfrutes, o alguna parte
de tu cuerpo que se sienta bien, y deja que un poco de tu mente descanse
allí. Si tienes dolor al sentarte, prueba con diferentes sillas o cojines. Pídele
consejo a un maestro o instructor de meditación sobre tu postura. O bien,
haz del caminar lentamente tu práctica principal. Aunque puedes encontrar incomodidad
y dolor en la práctica, no debe convertirse eso en una rutina. Si es así, tendrás
una carrera corta de meditación. Adapta la práctica para reducir el dolor
y hacer que la meditación sea algo placentero.
La meditación tampoco tiene por qué ser aburrida. Lo
aburrido es cuando se termina un período de meditación, o cuando practicamos
esperando que se acabe de una vez. Pero usar todas las técnicas y toda mi
fuerza de voluntad para evitar soñar despierto y escuchar conscientemente mis
pensamientos es todo un desafío, y los desafíos son divertidos.
Pero no basta con establecer el hábito de la
meditación. Para transformar realmente nuestras vidas, tenemos que
practicar de una manera sólida y regular. Además, deberíamos leer enseñanzas
y textos que nos enseñen a vivir de una manera más consciente, practicar con
una comunidad de personas con la misma intención, y trabajar con maestros que
puedan guiarnos para no caer en callejones sin salida y evitar caminos
peligrosos, que nos ayuden a mantenernos en el camino hacia el despertar.
Al final, tenemos que compartir nuestra práctica con la
gente. No podemos simplemente lograr la paz mental y luego sentarnos allí
sonriendo y abandonar al resto del mundo a su tristeza. La idea de una
práctica así ni siquiera tiene sentido. Cuando practicamos juntos, cuando
practicamos para los demás, la práctica de cada uno nos influye mutuamente.
Ser un meditador habitual es compartir la práctica con otros:
con tus amigos, con tu familia, con tus compañeros de viaje en este camino
espiritual, y con todos los seres que hay en este mundo.
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