La meditación es esencialmente una forma de entrenar
nuestra atención para que podamos ser más conscientes tanto de nuestro
funcionamiento interno como de lo que sucede a nuestro alrededor. Es
sencilla y simple, aunque no es fácil.


El
contenido y la calidad de nuestras vidas dependen de nuestro nivel de
conciencia, un hecho que a menudo desconocemos. Es como si en nuestro interior
tuviéramos dos lobos peleándose. Un lobo es vengativo, temeroso,
envidioso, resentido y engañoso. El otro lobo es amoroso, compasivo,
generoso, veraz y sereno. ¿Qué lobo ganará la pelea? La respuesta es
bien simple:
El que yo alimente.
Es
cierto que todo lo que llama nuestra atención se desarrolla, por lo que si le
prestamos atención a lo negativo y lo intrascendente, pueden ahogar lo positivo
y lo significativo. Pero si hacemos lo contrario, negándonos a tratar o
reconocer lo que es difícil y doloroso, pretendiendo que no existe, entonces
nuestro mundo estará fuera de control. Cualquier cosa que no atraiga
nuestra atención se marchita o se esconde por debajo de la conciencia, donde
aún puede afectar nuestras vidas. De manera perversa, ignorar lo doloroso
y lo difícil es solo otra forma de alimentar al lobo. La meditación nos enseña a abrir nuestra atención a toda la experiencia
humana y a todas las partes de nosotros mismos.
La
meditación es pragmática, es el equivalente psicológico y emocional de un programa
de entrenamiento físico: si haces ejercicio regularmente, obtienes ciertos
resultados: músculos más fuertes, huesos más densos, mayor resistencia. Si
meditas regularmente, también obtienes ciertos resultados, que incluyen una
mayor calma, una mejor concentración y más conexión con los demás. Pero
hay otras recompensas.
Comenzarás
a detectar las suposiciones no comprobadas que se interponen en el camino de la
felicidad. Estas suposiciones que hacemos acerca de quiénes somos y la forma en
que funciona el mundo (lo que merecemos, cuánto podemos sobrellevar, dónde se
puede encontrar la felicidad, si es posible o no un cambio positivo) influyen
enormemente en cómo y a qué prestamos atención. Nuestras suposiciones nos
impiden apreciar lo que está frente a nosotros: un extraño que es un amigo
potencial, un adversario percibido que en realidad podría ser una fuente de
ayuda. Las suposiciones bloquean la experiencia directa y nos impiden
recopilar información que podría brindarnos comodidad y alivio.

Cuando
practicamos la meditación, a menudo comenzamos a reconocer un tipo específico
de respuesta condicionada, restricciones previamente no detectadas que nos
hemos impuesto en nuestra vida. Detectamos las formas en que saboteamos
nuestro propio crecimiento y éxito porque nos hemos condicionado para
contentarnos con resultados pobres. La meditación nos permite ver que
estos límites no son inherentes o inmutables, que han sido aprendidos y pueden
ser también desaprendidos, pero no podremos hacerlo hasta que los
reconozcamos. Algunas ideas limitantes habituales pueden ser: “Ella es la inteligente, tú eres la guapa.
La gente como nosotros no tiene ninguna posibilidad. Los niños de este barrio
no se convierten en ingenieros”. Entrenar la atención a través de la
meditación nos abre los ojos. Entonces podemos ver y evaluar estas
respuestas condicionadas, y si partes de ellas contienen algo de verdad,
podemos verla claramente y darle un buen uso, y si otras no tienen nada de
verdad, simplemente las podemos soltar y dejarlas ir.
Así
sobrellevarás mejor los tiempos difíciles. La meditación nos enseña formas
seguras de abrirnos a toda la gama de experiencias, dolorosas, placenteras y
neutrales, para que podamos aprender a ser amigos de nosotros mismos en los
buenos y en los malos momentos. Durante las sesiones de meditación
practicamos el estar con emociones y pensamientos difíciles, incluso
aterradores o intensos, de una manera abierta y aceptándolos, sin agregar ninguna
autocrítica a algo que ya duele de por sí. Especialmente en tiempos de
incertidumbre o dolor, la meditación amplía nuestra perspectiva y hace más
profunda nuestra valentía y nuestra capacidad para la aventura. Así es
como, poco a poco, te vuelves más valiente. En pequeñas dosis, manejables
y soportables, nos hacemos amigos de los sentimientos que una vez nos
aterrorizaron. Entonces podemos decirnos a nosotros mismos: “He conseguido sentarme a meditar, me enfrento
a algunos de mis pensamientos más desesperantes y a los más exageradamente
esperanzados sin juzgarlos. Para conseguir eso necesité fuerza ¿Qué
más puedo abordar con esa misma fuerza?” La meditación nos permite ver que podemos lograr cosas de las que no nos
creíamos capaces.
Puedes
descubrir un sentido más profundo de lo que es realmente importante para ti. Una
vez que mires debajo de las distracciones y las reacciones condicionadas,
tendrás una visión más clara de tus sueños, metas y valores más profundos y
duraderos.
Tendrás
un recurso portátil de emergencia. La meditación es el último dispositivo
móvil, la puedes usar en cualquier lugar, en cualquier momento,
discretamente. Es probable que te encuentres a veces en ciertas
situaciones, como una acalorada discusión en el trabajo, o tener que llevar a un
grupo de niños revoltosos a un partido de fútbol, cuando no puedas relajarte paseando,
en el gimnasio, o dentro la bañera, pero siempre puedes seguir tu respiración.

Recuperarás
la energía que has estado desperdiciando tratando de controlar lo
incontrolable. Todos tenemos algunos momentos en los que quisiéramos
controlar el clima, la temperatura, o los acontecimientos, momentos en los que
nos hemos sentido responsables por el bienestar de todos. A veces creemos
que es nuestro trabajo mantener en un estado ideal las condiciones de vida, o a
las personas que nos rodean (que nuestro compañero deje de fumar, consulte un
mapa o siga una dieta). Incluso pensamos que somos capaces de controlar
totalmente nuestras propias emociones: “¡Nunca
debería sentir envidia, resentimiento o rencor! ¡Eso es horrible! ¡Voy
a dejarlo!” También podrías decir: "¡Nunca
volveré a resfriarme!". Pero, aunque podemos afectar nuestras
experiencias físicas y emocionales, no podemos determinarlas completamente, no
podemos decidir qué emociones surgirán dentro de nosotros. Lo que sí
podemos hacer es aprender a través de la meditación a cambiar nuestras respuestas
ante ellas. De esa forma nos ahorraremos un viaje por un camino de
sufrimiento que hemos recorrido muchas veces antes. Reconocer lo que no
podemos controlar (los sentimientos que surgen dentro de nosotros, otras
personas, el clima) nos ayuda a tener límites más saludables en el trabajo y en
el hogar, y a dejar de tratar de cambiar a todos continuamente. Nos ayuda
a dejar de castigarnos a nosotros mismos por tener emociones totalmente
humanas. Así no desperdiciamos la energía que empleamos tratando de
controlar lo incontrolable.
Con
la ayuda de la meditación, comprenderás cómo relacionarte mejor con el cambio:
aceptar que es inevitable y creer que es posible. La mayoría de nosotros
tenemos una actitud mixta, a menudo paradójica, hacia el cambio. Algunos
de nosotros no creemos que el cambio sea posible en absoluto, creemos que
estamos atrapados para siempre en una situación o haciendo las mismas cosas
como siempre las hemos hecho. Algunos de nosotros esperamos el cambio y al
mismo tiempo lo tememos. Queremos creer que el cambio es posible, porque
eso significa que nuestras vidas pueden mejorar. Pero también tenemos
problemas para aceptar el cambio, porque queremos aferrarnos permanentemente a
lo que es placentero y positivo. Nos gustaría que las dificultades fueran
fugaces y la comodidad permanente.
Intentar
evitar el cambio es agotador y estresante. Todo es transitorio: la felicidad,
la tristeza, una deliciosa comida, un poderoso imperio, lo que sentimos, las
personas que nos rodean, nosotros mismos. La meditación nos ayuda a
comprender este hecho, la verdad básica de la existencia humana, que los
humanos solemos rechazar o ignorar, especialmente cuando se trata del mayor
cambio de todos: la muerte. Nos guste o no, envejecemos y morimos. Lo más
sorprendente es que, aunque a nuestro alrededor la gente está muriendo continuamente,
nosotros no acabamos de creernos que nos sucederá también a nosotros. La meditación es una herramienta que nos
ayuda a aceptar el hecho profundo de que todo está cambiando continuamente.
Meditar
ofrece la oportunidad de ver cambios en el microcosmos. Seguir nuestra
respiración mientras observamos cómo los pensamientos van y vienen
continuamente pueden ayudarnos a darnos cuenta de que todos los elementos de
nuestra experiencia están en constante cambio. Durante una sesión de
meditación, es natural pasar por muchos altibajos, encontrar delicias y
conflictos recién despertados que surgen de la mente inconsciente. A veces
te conectas con una fuente de paz. Otras veces puedes sentir oleadas de
somnolencia, aburrimiento, ansiedad, ira o tristeza. Puede que te toquen el
corazón fragmentos de viejas canciones, o que aparezcan recuerdos que
estaban enterrados desde hacía mucho tiempo. Puedes sentirte estupenda o terriblemente.
La
meditación diaria nos recordará que si observamos de cerca una emoción dolorosa
o una situación difícil, es probable que cambie, porque no es tan sólida e
inmanejable como podría parecernos. El miedo que sentimos por la mañana
puede desaparecer por la tarde. La desesperanza puede ser reemplazada por
un rayo de optimismo. Incluso mientras nos enfrentamos a una situación
desafiante, esa situación está cambiando de momento a momento, está viva. Lo
que sucede durante la meditación nos muestra que no estamos atrapados, que
tenemos opciones. Si sabemos eso, incluso cuando tenemos miedo, podemos
encontrar una manera de seguir adelante, de seguir intentándolo.
Esto
no es tan solo pensar ingenuamente que todo irá bien, de acuerdo con nuestros
deseos o con nuestros planes. Más bien, es un entendimiento despierto que
nos da el coraje para adentrarnos en lo desconocido y la sabiduría para recordar
que mientras estemos vivos las posibilidades también están vivas y disponibles. No
podemos controlar qué pensamientos y emociones surgen dentro de nosotros, ni
podemos controlar la verdad universal de que todo cambia. Pero podemos aprender a parar y a descansar
en la conciencia de lo que está sucediendo. Esa conciencia puede ser
nuestro verdadero refugio, y la base de la verdadera felicidad.
Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.