VERDADERA FELICIDAD


La meditación es esencialmente una forma de entrenar nuestra atención para que podamos ser más conscientes tanto de nuestro funcionamiento interno como de lo que sucede a nuestro alrededor. Es sencilla y simple, aunque no es fácil.

Las personas han estado transformando sus mentes a través de la meditación durante miles de años. Toda religión mundial importante incluye alguna forma de ejercicio contemplativo, aunque hoy en día la meditación a menudo se practica de manera independiente de cualquier sistema de creencias. La meditación se puede hacer en silencio y quietud, usando la voz y el sonido, o involucrando al cuerpo en movimiento. En todas las formas de meditación se enfatiza el entrenamiento de la atención.

En su nivel más básico, la atención, lo que nos permitimos notar las cosas,  determina literalmente cómo experimentamos y nos movemos por el mundo. La capacidad de enfocar y mantener la atención es lo que nos permite buscar trabajo, hacer malabarismos, aprender matemáticas, hacer una tortilla, jugar al billar, proteger a nuestros hijos o realizar una cirugía. La atención nos permite hacer negocios, ser receptivos en nuestras relaciones íntimas y honestos cuando examinamos nuestros propios sentimientos y motivaciones. La atención determina nuestro grado de intimidad con nuestras experiencias ordinarias y le da forma a nuestra conexión con la vida.

El contenido y la calidad de nuestras vidas dependen de nuestro nivel de conciencia, un hecho que a menudo desconocemos. Es como si en nuestro interior tuviéramos dos lobos peleándose. Un lobo es vengativo, temeroso, envidioso, resentido y engañoso. El otro lobo es amoroso, compasivo, generoso, veraz y sereno. ¿Qué lobo ganará la pelea? La respuesta es bien simple: El que yo alimente.

Es cierto que todo lo que llama nuestra atención se desarrolla, por lo que si le prestamos atención a lo negativo y lo intrascendente, pueden ahogar lo positivo y lo significativo. Pero si hacemos lo contrario, negándonos a tratar o reconocer lo que es difícil y doloroso, pretendiendo que no existe, entonces nuestro mundo estará fuera de control. Cualquier cosa que no atraiga nuestra atención se marchita o se esconde por debajo de la conciencia, donde aún puede afectar nuestras vidas. De manera perversa, ignorar lo doloroso y lo difícil es solo otra forma de alimentar al lobo. La meditación nos enseña a abrir nuestra atención a toda la experiencia humana y a todas las partes de nosotros mismos.

La meditación es pragmática, es el equivalente psicológico y emocional de un programa de entrenamiento físico: si haces ejercicio regularmente, obtienes ciertos resultados: músculos más fuertes, huesos más densos, mayor resistencia. Si meditas regularmente, también obtienes ciertos resultados, que incluyen una mayor calma, una mejor concentración y más conexión con los demás. Pero hay otras recompensas.

Final del formulario
Comenzarás a detectar las suposiciones no comprobadas que se interponen en el camino de la felicidad. Estas suposiciones que hacemos acerca de quiénes somos y la forma en que funciona el mundo (lo que merecemos, cuánto podemos sobrellevar, dónde se puede encontrar la felicidad, si es posible o no un cambio positivo) influyen enormemente en cómo y a qué prestamos atención. Nuestras suposiciones nos impiden apreciar lo que está frente a nosotros: un extraño que es un amigo potencial, un adversario percibido que en realidad podría ser una fuente de ayuda. Las suposiciones bloquean la experiencia directa y nos impiden recopilar información que podría brindarnos comodidad y alivio.

Aquí hay algunos ejemplos que te pueden parecer familiares: “No tenemos nada en común. No podré hacerlo. No se puede razonar con una persona así. Mañana será exactamente como hoy. Si me esfuerzo lo suficiente, me las arreglaré para controlarlo. Solo los grandes riesgos pueden hacerme sentir vivo. Debería rendirme. Sé exactamente lo que va a decir, así que realmente no necesito escucharla. La felicidad es para otras personas, no para mí”. Afirmaciones como estas están motivadas por el miedo, el deseo, el aburrimiento o la ignorancia. Las suposiciones nos atan al pasado, oscurecen el presente, y limitan nuestro sentido de lo que es posible y nuestra capacidad de sentir alegría. Hasta que detectemos y examinemos nuestras suposiciones, seguirán cortocircuitando nuestra capacidad de observar las cosas objetivamente porque creemos que ya sabemos lo que es cada cosa.

Cuando practicamos la meditación, a menudo comenzamos a reconocer un tipo específico de respuesta condicionada, restricciones previamente no detectadas que nos hemos impuesto en nuestra vida. Detectamos las formas en que saboteamos nuestro propio crecimiento y éxito porque nos hemos condicionado para contentarnos con resultados pobres. La meditación nos permite ver que estos límites no son inherentes o inmutables, que han sido aprendidos y pueden ser también desaprendidos, pero no podremos hacerlo hasta que los reconozcamos. Algunas ideas limitantes habituales pueden ser: “Ella es la inteligente, tú eres la guapa. La gente como nosotros no tiene ninguna posibilidad. Los niños de este barrio no se convierten en ingenieros”. Entrenar la atención a través de la meditación nos abre los ojos. Entonces podemos ver y evaluar estas respuestas condicionadas, y si partes de ellas contienen algo de verdad, podemos verla claramente y darle un buen uso, y si otras no tienen nada de verdad, simplemente las podemos soltar y dejarlas ir.

Así sobrellevarás mejor los tiempos difíciles. La meditación nos enseña formas seguras de abrirnos a toda la gama de experiencias, dolorosas, placenteras y neutrales, para que podamos aprender a ser amigos de nosotros mismos en los buenos y en los malos momentos. Durante las sesiones de meditación practicamos el estar con emociones y pensamientos difíciles, incluso aterradores o intensos, de una manera abierta y aceptándolos, sin agregar ninguna autocrítica a algo que ya duele de por sí. Especialmente en tiempos de incertidumbre o dolor, la meditación amplía nuestra perspectiva y hace más profunda nuestra valentía y nuestra capacidad para la aventura. Así es como, poco a poco, te vuelves más valiente. En pequeñas dosis, manejables y soportables, nos hacemos amigos de los sentimientos que una vez nos aterrorizaron. Entonces podemos decirnos a nosotros mismos: “He conseguido sentarme a meditar, me enfrento a algunos de mis pensamientos más desesperantes y a los más exageradamente esperanzados sin juzgarlos. Para conseguir eso necesité fuerza ¿Qué más puedo abordar con esa misma fuerza?” La meditación nos permite ver que podemos lograr cosas de las que no nos creíamos capaces.

Puedes descubrir un sentido más profundo de lo que es realmente importante para ti. Una vez que mires debajo de las distracciones y las reacciones condicionadas, tendrás una visión más clara de tus sueños, metas y valores más profundos y duraderos.

Tendrás un recurso portátil de emergencia. La meditación es el último dispositivo móvil, la puedes usar en cualquier lugar, en cualquier momento, discretamente. Es probable que te encuentres a veces en ciertas situaciones, como una acalorada discusión en el trabajo, o tener que llevar a un grupo de niños revoltosos a un partido de fútbol, ​​cuando no puedas relajarte paseando, en el gimnasio, o dentro la bañera, pero siempre puedes seguir tu respiración.

Tendrás un contacto más cercano con las mejores partes de ti mismo. La práctica de la meditación cultiva cualidades como la amabilidad, la confianza y la sabiduría, cualidades que puedes pensar que te faltan, pero que en realidad es que no están desarrolladas, o están oscurecidas por el estrés y las distracciones de tu vida. La práctica de la meditación nos da la oportunidad de localizar estas cualidades para que podamos acceder a ellas con mayor facilidad y frecuencia.

Recuperarás la energía que has estado desperdiciando tratando de controlar lo incontrolable.  Todos tenemos algunos momentos en los que quisiéramos controlar el clima, la temperatura, o los acontecimientos, momentos en los que nos hemos sentido responsables por el bienestar de todos. A veces creemos que es nuestro trabajo mantener en un estado ideal las condiciones de vida, o a las personas que nos rodean (que nuestro compañero deje de fumar, consulte un mapa o siga una dieta). Incluso pensamos que somos capaces de controlar totalmente nuestras propias emociones: “¡Nunca debería sentir envidia, resentimiento o rencor! ¡Eso es horrible! ¡Voy a dejarlo!” También podrías decir: "¡Nunca volveré a resfriarme!". Pero, aunque podemos afectar nuestras experiencias físicas y emocionales, no podemos determinarlas completamente, no podemos decidir qué emociones surgirán dentro de nosotros. Lo que sí podemos hacer es aprender a través de la meditación a cambiar nuestras respuestas ante ellas. De esa forma nos ahorraremos un viaje por un camino de sufrimiento que hemos recorrido muchas veces antes. Reconocer lo que no podemos controlar (los sentimientos que surgen dentro de nosotros, otras personas, el clima) nos ayuda a tener límites más saludables en el trabajo y en el hogar, y a dejar de tratar de cambiar a todos continuamente. Nos ayuda a dejar de castigarnos a nosotros mismos por tener emociones totalmente humanas. Así no desperdiciamos la energía que empleamos tratando de controlar lo incontrolable.

Con la ayuda de la meditación, comprenderás cómo relacionarte mejor con el cambio: aceptar que es inevitable y creer que es posible. La mayoría de nosotros tenemos una actitud mixta, a menudo paradójica, hacia el cambio. Algunos de nosotros no creemos que el cambio sea posible en absoluto, creemos que estamos atrapados para siempre en una situación o haciendo las mismas cosas como siempre las hemos hecho. Algunos de nosotros esperamos el cambio y al mismo tiempo lo tememos. Queremos creer que el cambio es posible, porque eso significa que nuestras vidas pueden mejorar. Pero también tenemos problemas para aceptar el cambio, porque queremos aferrarnos permanentemente a lo que es placentero y positivo. Nos gustaría que las dificultades fueran fugaces y la comodidad permanente.

Intentar evitar el cambio es agotador y estresante. Todo es transitorio: la felicidad, la tristeza, una deliciosa comida, un poderoso imperio, lo que sentimos, las personas que nos rodean, nosotros mismos. La meditación nos ayuda a comprender este hecho, la verdad básica de la existencia humana, que los humanos solemos rechazar o ignorar, especialmente cuando se trata del mayor cambio de todos: la muerte. Nos guste o no, envejecemos y morimos. Lo más sorprendente es que, aunque a nuestro alrededor la gente está muriendo continuamente, nosotros no acabamos de creernos que nos sucederá también a nosotros. La meditación es una herramienta que nos ayuda a aceptar el hecho profundo de que todo está cambiando continuamente.

Meditar ofrece la oportunidad de ver cambios en el microcosmos. Seguir nuestra respiración mientras observamos cómo los pensamientos van y vienen continuamente pueden ayudarnos a darnos cuenta de que todos los elementos de nuestra experiencia están en constante cambio. Durante una sesión de meditación, es natural pasar por muchos altibajos, encontrar delicias y conflictos recién despertados que surgen de la mente inconsciente. A veces te conectas con una fuente de paz. Otras veces puedes sentir oleadas de somnolencia, aburrimiento, ansiedad, ira o tristeza. Puede que te toquen el corazón fragmentos de viejas canciones, o que aparezcan recuerdos que estaban enterrados desde hacía mucho tiempo. Puedes sentirte estupenda o terriblemente. 

La meditación diaria nos recordará que si observamos de cerca una emoción dolorosa o una situación difícil, es probable que cambie, porque no es tan sólida e inmanejable como podría parecernos. El miedo que sentimos por la mañana puede desaparecer por la tarde. La desesperanza puede ser reemplazada por un rayo de optimismo. Incluso mientras nos enfrentamos a una situación desafiante, esa situación está cambiando de momento a momento, está viva. Lo que sucede durante la meditación nos muestra que no estamos atrapados, que tenemos opciones. Si sabemos eso, incluso cuando tenemos miedo, podemos encontrar una manera de seguir adelante, de seguir intentándolo.

Esto no es tan solo pensar ingenuamente que todo irá bien, de acuerdo con nuestros deseos o con nuestros planes. Más bien, es un entendimiento despierto que nos da el coraje para adentrarnos en lo desconocido y la sabiduría para recordar que mientras estemos vivos las posibilidades también están vivas y disponibles. No podemos controlar qué pensamientos y emociones surgen dentro de nosotros, ni podemos controlar la verdad universal de que todo cambia. Pero podemos aprender a parar y a descansar en la conciencia de lo que está sucediendo. Esa conciencia puede ser nuestro verdadero refugio, y la base de la verdadera felicidad.




 Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.



Comentarios