REFÚGIATE EN TU CUERPO


Cuando las tormentas de la vida te golpean, tu cuerpo puede ser un lugar de refugio y curación.

Todos los seres sienten la necesidad de encontrar un refugio o santuario en algunos momentos de su vida. Algunos buscan protección en posesiones materiales, prestigio profesional o inversiones financieras, mientras que otros pueden buscar un escape con el alcohol, la comida o incluso haciendo ejercicio en exceso. Un auténtico camino espiritual nos ofrece un tipo diferente de refugio seguro. En lugar del alivio temporal de una aspirina o un lugar para esconderse de uno mismo, el refugio espiritual ofrece un camino para sentir la propia bondad esencial que tenemos en nuestro interior.

Pero lo primero es comenzar a sentir nuestra incomodidad mental y emocional: miedo, frustración, ira, odio, celos, orgullo o cualquier tipo de emoción negativa. Cuando hacemos esto, nuestro propio cuerpo es un vehículo perfecto para refugiarse.

Cuando los humanos sentimos que se avecina una tormenta emocional, la avalancha de adrenalina que producen los intensos sentimientos a menudo nos hace incapaces de controlar nuestro cuerpo, habla o mente. Conteniendo la respiración y temblando, podemos encontrarnos sintiendo el calor de la ira, respondiendo a la ira con palabras furiosas. O mantenemos escondidas nuestras emociones aflictivas dentro de nosotros, donde acaban infectándonos. La pena en el pecho, la ira en la mandíbula, el miedo en las rodillas, todas esas emociones reprimidas acaban finalmente manifestándose a través del dolor en las articulaciones o una limitación de movimiento.

En lugar de tratar de negar esos sentimientos, refugiarnos en el cuerpo significa comenzar a hacernos amigos de nuestro cuerpo. Escuchamos a nuestro cuerpo y lo tratamos de la forma en que trataríamos a alguien que nos importa. En lugar de presionarlo demasiado o tener miedo de moverlo, podemos caminar por el camino medio de intuir lo que es apropiado para nuestro cuerpo, que será lo mismo que es apropiado para nosotros.

SÉ MÁS AMISTOSO

Tenemos tantos objetivos para nuestro cuerpo: perder peso, moldearlo, ser más saludable, más atractivo, ¡mantener ese aspecto juvenil! Al igual que una relación romántica disfuncional donde esperamos que nuestra pareja satisfaga todas nuestras necesidades, no nos relacionamos con nuestro cuerpo como nuestro amigo, sino como el agente que tiene que cumplir todas nuestras esperanzas y protegernos de nuestros miedos.

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Comenzar a pensar en nuestro cuerpo como el lugar donde nos sentimos bien nos ayudará a cambiar nuestra meta de querer saltar más alto y correr más rápido por la de sentirnos mejor y vivir una vida más comprometida y vibrante. Haz esto poco a poco, en lo que podíamos llamar "aperitivos de ejercicio”. Levántate y muévete durante 10 minutos por aquí y por allá. Da unas cuantas vueltas a tu casa o a la oficina, haz tres saludos al sol, pasea a tu perro, pon música y baila un poco.

En lugar de ponerte objetivos poco realistas que casi hacen que el fracaso sea un hecho, trata de sentirte bien más a menudo. Así es como puedes redefinir lentamente la relación con tu cuerpo, desde algo fuera de ti mismo que necesita ser diferente, a un refugio que siempre está ahí para brindarte una experiencia de integración y bienestar.

SÉ CURIOSO

Podemos aprender algo de la práctica física del yoga. La palabra sánscrita para "postura" es “asana”, que se traduce como "sentarse con lo que surge". Ya sea que estés sentado, caminando o saltando a la cuerda, observa lo que surge: alegría, resistencia, antiguos recuerdos, ideas. Inclúyelo todo. Cuando tu mente se distraiga, vuelve a anclarla a través de los sentimientos de tu cuerpo, tus emociones o tu respiración.

Estas sensaciones ocurren solo en el presente, por lo que el cuerpo funciona como una base perfecta adonde traer de vuelta a la mente errante. Observa no solo lo que siente tu cuerpo, sino cómo te sientes con respecto a lo que siente. Descubrirás que, aunque tu cuerpo ha seguido cambiando con el tiempo, tus ideas sobre tu cuerpo y lo que puede o no puede hacer, se han quedado congeladas. Eso es algo interesante.

Mantener una conciencia continua de esta forma se llama "atención del cuerpo", una práctica efectiva para aprender a ser más grandes de lo que creemos que somos, para expandir nuestra zona de confort y para relajarnos un poco reconociendo la transitoriedad de la vida.

PRÁCTICA: TOQUE CALMANTE

El toque calmante es una sencilla mini práctica para refugiarte en tu cuerpo cuando te sientas estresado y necesites un descanso. Es un método para conectarte a tu estado emocional a través de tu cuerpo, utilizando el calor de tus manos y la calma de tu respiración para estabilizar tu sistema nervioso. Puedes hacerlo en cualquier lugar: sentado en un banco del parque, caminando desde el ascensor hasta tu escritorio, en el hueco de la escalera en el trabajo e incluso en el baño.

De pie o sentado, permanece erguido y con los pies apoyados firmemente sobre el suelo. Coloca una mano sobre tu pecho y la otra en la base de tu columna vertebral. Inhala por la nariz mientras cuentas hasta cuatro, exhala por la nariz contando hasta cuatro y repítelo. Siente el movimiento de tu respiración debajo de tus manos. Deja que tu mente cabalgue sobre la respiración, como una balsa en el océano. También puedes colocar las manos sobre el corazón, el abdomen, la frente o los muslos.

Refugiarte en tu cuerpo es cuidarte a ti mismo con un giro espiritual que reconoce que no podemos alcanzar el despertar sin nuestro cuerpo. Debemos amar nuestro cuerpo y cuidarlo tal como cuidamos a nuestros amigos. Así, cuando suceda algo aterrador o desestabilizador, podemos refugiarnos en nuestro cuerpo como amigos, en lugar de refugiarnos en comer, beber, ir de compras o en cualquier otra forma de evasión. Podemos aprender a confiar en el refugio de nuestro propio cuerpo como un lugar de intimidad, y eso nos permitirá estar vivos en este preciso momento, disponibles para lo que sea necesario en cada momento.




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