LA SABIDURÍA DE LA IRA

¿Es la ira una respuesta poderosa y apropiada ante el sufrimiento y la injusticia, o solo causa más conflicto? ¿Es hábil o no? ¿Ayuda o hace daño?

Si sabes cómo usarla, la energía de la ira se puede convertir en una sabiduría feroz y a la vez compasiva. Porque incluso los seres despiertos se enojan ante el sufrimiento y la injusticia.

Con tantas cosas malas que suceden en el mundo en estos días, hay mucho debate sobre el papel apropiado de la ira. La respuesta puede estar en la distinción fundamental entre ira y agresión.

Según las enseñanzas guerreras, la agresión es uno de los "tres venenos" que causan nuestro sufrimiento. Simplemente con un breve momento de reflexión sobre nuestra propia vida, nuestra sociedad y la historia de la humanidad, podremos darnos cuenta de que la agresión es la mayor causa de destrucción y sufrimiento en el mundo.

Al igual que con los otros dos venenos, la ignorancia y la pasión, lo que define la agresión es el ego. La agresión es la energía de la ira al servicio de todo lo que definimos como "yo", listo para atacar a cualquiera y a cualquier cosa que consideremos una amenaza. Pero cuando la ira se libera de su servidumbre al ego, deja de ser agresión y simplemente se convierte en pura energía. La energía pura de la ira tiene sabiduría y poder. Incluso puede ser un aspecto del despertar.

LOS SERES DESPIERTOS TAMBIÉN SE ENOJAN

Los seres despiertos no son solo las personas de amor y luz que nos gusta pensar que son. Por supuesto que su mente despierta se basa en la paz total, pero en ese inmenso espacio abierto surge de manera espontánea la compasión. Y esta compasión tiene muchas formas de manifestarse, una de ellas es la energía pura de la ira.

La ira es el poder de decir que no. Esta es nuestra reacción natural cuando vemos que alguien sufre, queremos detenerlo. Los seres despiertos dicen que no a los tres venenos que impulsan la injusticia. Están enojados por nuestro sufrimiento y están dispuestos a destruir sus causas. No están enojados con nosotros. Están enojados  por nosotros.

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Tradicionalmente, se dice que la compasión de los seres despiertos se expresa en forma de cuatro tipos de energía. Las diferentes formas en que la sabiduría y la compasión entran en acción para aliviar el sufrimiento se llaman medios hábiles.

Primero, los seres despiertos pueden pacificar, ayudando a los seres que sufren a apagar las llamas de la agresión, la pasión y la ignorancia. Las representaciones tranquilas y pacíficas de los seres despiertos son las que nos resultan más familiares, estas imágenes parecen transmitir una sensación de paz.

Pero a veces se necesita más. En ocasiones, los seres despiertos deben enriquecer una situación, señalando y haciendo evidente la riqueza de recursos que poseemos como seres humanos y curándonos del sentimiento de empobrecimiento que muchas veces padecemos. 

Entonces, si es necesario, pueden también magnetizar, seduciéndonos lejos del sufrimiento del ego para llevarnos a la alegría de nuestra propia naturaleza despierta, o atrayendo lo que sea necesario en cada circunstancia para aliviar el sufrimiento y crear armonía.

Finalmente, hay momentos en que lo compasivo es destruir, para decir "¡Alto!" al sufrimiento. Para decir "¡Despierta!" a las personas que se engañan a sí mismas de múltiples maneras. Destruir es usar la energía de la ira para decir "¡No!" a todo lo que es egoísta, explotador e injusto.

En su forma pura y despierta, cuando no es impulsada por el ego, la ira trae bien al mundo. En nuestra vida personal, nos ayuda a ser honestos sobre nuestras propias debilidades y a tener el coraje de ayudar a otros a ver cómo se están dañando a sí mismos. En una escala mayor, la ira es la energía que inspira grandes movimientos por la libertad y la justicia social, que tanto necesitamos ahora. Es una parte vital de cada camino espiritual, ya que antes de que podamos decir sí al despertar, debemos decir no a los tres venenos.

La energía de la ira es una parte inherente de nuestra naturaleza: no podemos decir  sin decir también no, de la misma manera que no podemos tener luz sin oscuridad. Lo que necesitamos es una manera de trabajar con la energía de la ira para que no se manifieste como agresión, y métodos para poder aprovechar su sabiduría inherente. Necesitamos una comprensión profunda de dónde viene la agresión, cómo se diferencia de la ira y un camino práctico para trabajar con ella.

LO PRIMERO ES NO HACER DAÑO

La mayoría de nosotros no somos físicamente violentos, pero casi todos lastimamos en ocasiones a otras personas con palabras agresivas y respuestas emocionales duras. La parte triste es que normalmente son las personas que más amamos a quienes lastimamos. También podemos consentir o apoyar implícitamente los males sociales y la injusticia con nuestro silencio, nuestras inversiones o nuestros hábitos de consumo.

Todas las religiones y tradiciones espirituales, ofrecen pautas para ayudarnos a contenernos. Es muy posible que no nos gusten las reglas y las limitaciones, pero la moral, la ética y el decoro enseñados por los maestros despiertos son guías para no hacer daño, ni a otros ni a nosotros mismos.

El principio de una conducta correcta se aplica a los actos del cuerpo, el habla y la mente. Guiados por las actitudes internas de amabilidad y conciencia, nos damos cuenta de lo que surge en la mente momento a momento y elegimos lo saludable, como la paz, sobre lo insano, como la agresión.

Las enseñanzas guerreras nos ofrecen técnicas útiles de meditación para que no nos dejemos llevar por la fuerza de las emociones conflictivas como la agresión. Estas técnicas nos permiten aprovechar el breve espacio que aparece en la mente entre el impulso y la acción. A través de la práctica de la atención plena, nos damos cuenta de los impulsos que surgen y permitimos un espacio en el que podemos considerar si queremos actuar y cómo queremos hacerlo. De esta forma somos nosotros los que tenemos el control y no nuestras emociones las que nos controlan a nosotros.

YO SIENTO DOLOR, TÚ SIENTES DOLOR

Sin ignorar nada, ni utilizarlo como excusa, hay que reconocer que la agresión es generalmente la respuesta inadecuada de alguien a su propio sufrimiento. Eso nos incluye a nosotros y a nuestra agresión. Por lo tanto, cuidarnos a nosotros mismos y cultivar la compasión por los demás son dos de las mejores formas para cortar la agresión.

Somos seres que sufren, y no lo llevamos muy bien. Tratamos de aliviar nuestro dolor y solo lo empeoramos. Las prácticas de atención plena y de autocuidado nos dan la fuerza y ​​el espacio para experimentar nuestro sufrimiento sin perder la estabilidad y caer en la agresión. Y cuando somos nosotros mismos los que recibimos la agresión, saber que esa agresión puede salir del dolor de la otra persona nos ayuda a responder de una manera más hábil y adecuada.

SIN REPRIMIR NI EXPLOTAR

El miedo y la vergüenza distorsionan la energía básica de la ira y crean sufrimiento. Tenemos miedo de que las emociones intensas como la ira nos superen y nos hagan perder el control. Nos da vergüenza que esas emociones "negativas" sean parte de nosotros. Así que nos protegemos contra la energía de la ira, ya sea reprimiéndola o explotando y actuando de mala manera. Ambas son formas de evitar experimentar toda la intensidad de la emoción. Ambas opciones son perjudiciales para nosotros y para los demás.

Lo que necesitamos es el coraje para descansar en toda la intensidad de la energía dentro de nosotros sin suprimirla o liberarla. Esa es la clave del enfoque guerrero para trabajar con la ira. Cuando tenemos el coraje de permanecer presentes con nuestra ira, podemos mirarla directamente y observarla. Podemos sentir su textura y entender sus cualidades. Podemos investigarla y entenderla.

Lo que descubrimos entonces es que en realidad no estamos amenazados por esta energía. Podemos separar la ira de nuestro ego y de nuestra historia personal. Nos damos cuenta de que la energía básica de la ira es útil, incluso despierta, porque, en esencia, nuestra ira es la misma que la de los seres despiertos.

DESCUBRIR LA SABIDURÍA DE LA IRA

Cada uno de nosotros tenemos el mismo poder para decir no que los seres despiertos. Tradicionalmente, se dice que la energía iluminada de la ira es la sabiduría de la claridad. Es una visión aguda, precisa y penetrante. Es capaz de ver lo que es sano y lo que no es sano, lo que es justo e injusto, lo que es la sabiduría y lo que es la ignorancia. Al ver las cosas claramente, estamos estableciendo la base para una acción adecuada.

Todos experimentamos la sabiduría de la ira cuando vemos cómo la sociedad maltrata a las personas, cuando tenemos una visión honesta de nuestras propias neurosis y nos comprometemos a cambiar, cuando estamos inspirados para decir no a la injusticia y luchar por algo mejor. Esta sabiduría es una fuente de fortaleza, valentía y solidaridad, y puede impulsar un cambio positivo.

En esencia, nuestra naturaleza fundamental está totalmente despierta, y nuestra ira es realmente sabiduría. La agresión confundida y mal dirigida que causa el sufrimiento es solo temporal e insustancial.

Cuando la energía de la ira sirve al ego, es agresión. Cuando sirve para aliviar el sufrimiento de los demás y hacer del mundo un lugar mejor, es sabiduría. Tenemos la libertad de elegir cómo usaremos esa energía, y tenemos el poder de transformar la agresión en la sabiduría de la ira, consiguiendo así la mayor victoria para nosotros y para el mundo entero.




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