Cuando el objeto desaparece, el sujeto deja de existir. Cuando el sujeto no existe, el objeto se disuelve en el espacio.
La dualidad se basa en dos
polos opuestos, como el sujeto y el objeto. Ambos extremos, ambas caras de la
dualidad son interdependientes y se necesitan mutuamente. Una no existe sin la
otra. Sin objeto no puede haber sujeto, y viceversa, sin un sujeto que lo
perciba el objeto deja de ser tal.
Hay perspectivas que defienden
la existencia por sí mismo del objeto, independientemente de si hay sujeto o
no. Otras perspectivas defienden la existencia inherente del sujeto, sin
importar si existe un objeto o no. Dos puntos de vista contrapuestos, duales,
extremos y limitantes. Dos perspectivas limitadas incapaces de concebir una
realidad más amplia y sin límites.

Reconocer el objeto es
automáticamente reconocer el sujeto que lo percibe. Reconocer el sujeto le da
existencia al objeto que éste percibe y con el que se relaciona. Así mismo, cuando el sujeto se disuelve en el objeto,
y cuando el objeto deja de serlo para fundirse en el sujeto, la dualidad
desaparece, dando paso a al espacio infinito y sin límites de la existencia
primordial y generadora de todo, que es el mismo Universo.
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