LA ARMONÍA ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA


La práctica del guerrero es tanto interna como externa, tanto física como espiritual

No debes hacer nada a medias, ni tu entrenamiento físico ni tu práctica espiritual. Si practicas meditación debes centrarte en la respiración de una manera correcta, y mantener una postura adecuada, para que la experiencia de estar presente y atento sea algo totalmente fresco. Si practicas de verdad, la meditación puede ser incluso más difícil que un arte marcial. Pero, como todo en la vida, si practicas todos los días, esa repetición te lleva a la esencia de tu práctica. En la meditación, como en las artes marciales, practicas una y otra vez para poder vivir, para despertar y no seguir sumido en la confusión, igual que los samuráis en la antigüedad practicaban para poder vivir ante cualquier ataque.

Aunque podamos pensar que el Budo (el Camino del Guerrero) japonés se centraba en el arte de la guerra, realmente se desarrolló basado en la ética, la filosofía y la religión, y sin ninguna conexión deportiva. Así se puede comprobar en los antiguos textos del Budo que hablan del cultivo intelectual y mental, y desarrollan diversas reflexiones sobre el ego. Estos textos antiguos explican y desarrollan los aspectos más profundos del Camino.
El “Do” (camino en japonés) no trata solamente de técnicas de lucha, ni de entrenamiento físico, trata del camino interno de descubrimiento y desarrollo del guerrero que llevamos dentro. Podemos encontrar ese “Do” en muchas artes: Judo, Aikido, Kendo, Kyudo… todos son caminos, todos son Budo, y no son caminos de lucha. De hecho, el kanji “Bu” significa para el sable, o parar la lucha, así Budo, el Camino del Guerrero, es un camino para detener la guerra, tanto interna como externa.

Hay muchos otros caminos (Do), algunos de ellos también practicados por los antiguos samurais: Chado es la ceremonia del té, Kado es el camino de las flores o ikebana, Shodo la caligrafía, etc. “Do”, el camino, es una forma de vida, es una enseñanza para el ego, es el camino para comprendernos a nosotros mismos, para entender los aspectos más profundos de nuestro propio ser. El camino del Buda (Butsudo) nos ayuda a descubrir nuestra verdadera naturaleza, la esencia de nuestro ser. Y para ser verdaderamente libre debemos soltar el lastre del egoísmo, debemos buscar la armonía entre el cielo y la tierra, entre los aspectos espirituales y prácticos.

Si queremos desarrollar una sociedad próspera y justa, humana y en paz, no es suficiente con saber luchar, mandar, o hacer negocios. También necesitamos entrenarnos en los aspectos más internos y espirituales, que nos ayuden a desarrollar el potencial y las virtudes del ser humano.

¿Cuál es el Camino del Guerrero? Es estudiar el ego. ¿Qué significa estudiar el ego? Es olvidarse de sí mismo. ¿Qué es el espíritu del despertar? ¡Es el Camino! No pienses, no busques, no desees, no retengas, no obtengas, no abandones. El Camino es observar todos los fenómenos en la vida, es fluir con el poder cósmico, con la energía del Universo. Para entender todo esto, es necesario que el guerrero practique la meditación. Porque antes de la acción, para que esta acción sea la adecuada y justa en cada momento, debe haber meditación. Acción y meditación deben ir unidas. Solamente así podremos descubrir la auténtica libertad, encontrando la armonía entre el cielo y la tierra.




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