CÓMO ESCAPAR DEL CORONAVIRUS


¿Qué es esto? ¿Qué me va a pasar? ¿Qué pasará con el mundo? La pandemia actual está generando grandes preguntas en todos nosotros. ¿Qué podemos hacer con estas preguntas?... no saber es a menudo la mejor respuesta.

Estamos sentados ante el ordenador, una vez más, como cada día durante estos dos meses de confinamiento. Está lloviendo, como muchos otros días durante los últimos dos meses. Se oye el lavavajillas haciendo su tarea, y un programa de televisión que alguien está viendo en otra habitación.

En este momento, en este instante, parece que hay poco qué temer, es tan solo un momento más entre muchos otros similares vividos a lo largo de los años. Puedo prestar atención a este momento ordinario y sencillo, sentir mi corazón, sentir la experiencia del momento presente, y también compartirla contigo. Puedo contar a otras personas cómo es la vida en este momento, puedo compartir esta experiencia. También quiero escuchar y saber cómo es tu vida en este momento.

Muchas veces, vivimos en nuestro palacio particular, aislados del mundo. Llenamos nuestro espacio personal de alegría y diversión, y dejamos fuera de los muros del palacio lo que nos puede entristecer o preocupar. Entonces, cuando menos lo esperamos, la vida nos obliga a salir de la comodidad de nuestro palacio y vemos y experimentamos la enfermedad, la vejez y la muerte. Es entonces cuando aparecen las grandes preguntas sobre la vida: ¿Qué es esto? ¿Qué me va a pasar? ¿Qué pasará con las personas que amo? ¿Qué pasará con el mundo? Si todo no es alegría, si no hay nada permanente, ¿de qué sirve? ¿Qué debo hacer? ¿Cuál es mi papel en esta vida? ¿Qué soy yo en este mundo?

A lo largo de nuestra vida, intentamos escapar de estas preguntas esforzándonos inútilmente en levantar cada vez más altos los muros ilusorios de nuestro palacio particular. Pero en estos días de coronavirus, a menudo no podemos encontrar los muros del palacio. La ilusión de su separación es más transparente. Todo va y viene. No hay realmente un límite que nos separe del resto del mundo.

Final del formulario
EEnEsta situación que estamos viviendo nos está enseñando que tú, yo y el universo no estamos separados. Pero también estamos teniendo la experiencia de que la alegría, el asombro, la tristeza, la soledad, la enfermedad, la vejez y la muerte tampoco están separadas. ¿Qué significa esto? ¡Buena pregunta!

La vida nos plantea grandes preguntas, muchas de las cuales a veces podemos ignorar, pero entonces estamos viviendo dentro de ese palacio en el que nos escondemos del mundo. Entonces sucede algo inesperado, como por ejemplo una pandemia, que nos obliga a prestar atención a esas preguntas. Estas son esas preguntas que nos suelen decir que no tienen respuesta.

¿Qué soy yo? No sé.

En nuestra cultura normalmente se nos ofrecen respuestas basadas en la ciencia o en la religión. O, para no hacernos esas preguntas, nos distraemos con el ajetreo y la ocupación, con el materialismo consumista y con la necesidad de ser "productivos". La misma naturaleza humana nos distrae de esas preguntas mediante el deseo de sexo, de comida, de posición social, de sueño y de dinero.

No estamos acostumbrados a sentarnos con nuestras preguntas, a quedarnos sentados con la incomodidad de no saber, de permanecer con el misterio, con la incertidumbre. Cuando nos vemos obligados a no saber, nos asustamos y luchamos por zanjar de alguna manera esas preguntas. Nos ponemos a luchar con los fantasmas que aparecen en nuestra mente, y nos hacemos daño a nosotros y a los demás.

En el camino del guerrero nos encontramos a veces con prácticas que nos obligan deliberadamente a no saber.  Como el “koan”, que te plantea una pregunta imposible de responder, o te hace una afirmación contradictoria o incomprensible.

Normalmente, las respuestas a esas preguntas no se encuentran a través del razonamiento. O tienes una comprensión intuitiva, más allá de la lógica intelectual, o no sabes qué responder. La forma en que habitualmente nos aferramos a las opiniones, juicios y conocimientos, se convierte en el obstáculo que nos hace tropezar al intentar superar estas grandes preguntas que nos plantea la vida.

A veces nos enfrentamos a grandes preguntas y nos quedamos atascados tratando de inventar una respuesta. Todo nuestro pensamiento y nuestra lógica conceptual interna se interponen en nuestro camino, y no nos permiten responder adecuadamente. Es como cuando un amigo se enfada contigo y tú, instintivamente, te defiendes verbalmente intentando justificarte, y finalmente sólo consigues pelearte con tu amigo. Más tarde, te das cuenta de que, si te hubieras quedado quieto y callado, habrías sabido abrazar a tu amigo en el momento adecuado, y todo se habría solucionado.

Cuando no sabemos la respuesta a una de esas grandes preguntas, podemos permanecer con ese no saber y simplemente decir "No sé". Esa respuesta es digna de elogio porque tuviste el coraje de ser sincero y reconocer la verdad en lugar de inventarte una historia para salir del paso.

“Si todo el universo está en llamas ¿qué tipo de meditación podrá evitar que te quemes?” Tal vez esa sea la pregunta que nos plantea hoy la vida a toda nuestra especie: el enigma del coronavirus.

Cuando estás ante un maestro, ante sus preguntas, pueden surgir en ti todo tipo de pensamientos y sentimientos. Puedes querer obtener las respuestas correctas a sus preguntas. Puedes querer demostrar que eres un buen estudiante. Puedes querer terminar de una vez para dejar de sentirte tan expuesto, tan desnudo, tan vulnerable. Puedes querer dar la respuesta correcta, para evitarte la vergüenza de estar equivocado, o de no saber. Pero todas estas motivaciones oscurecen la claridad mental que se necesita para ver a través de la pregunta misma y descubrir la respuesta adecuada que está más allá de la lógica.

En ocasiones puedes estar a punto de discutir con un amigo. Tu amigo te dice algo que te duele, pero que también te hace preguntarte si has hecho algo mal. Tal vez no sabes qué decir. Sientes surgir dentro de ti el impulso de defenderte. Te das cuenta de ello y no quieres responder desde ese lugar, pero no sabes de qué otra manera responder. Te quedas perplejo, y tal vez lo único que puedes hacer en ese momento es decir la verdad, decir que te sientes perplejo.

Puedes decir que tus pensamientos revolotean frenéticos en tu cerebro, pero ninguno es capaz de salir por tu boca. Que tienes un millón de pensamientos, pero ninguno parece el correcto. Puedes decir, simplemente, que no sabes qué decir.

Cuando no sabemos qué decir, normalmente hablamos, actuamos o luchamos para intentar alejarnos de la incomodidad de estar perplejo y no saber qué debemos hacer. Es como si estuviéramos con los ojos vendados tratando de golpear una piñata con un gran palo: estás tan decidido a golpearla, aunque no sabes dónde está, que golpeas con el palo a diestro y siniestro, rompiendo cosas y lastimando a personas.

Cuando un maestro guerrero te hace una pregunta, nos anima a no tratar de escapar de ella, sino a sentarnos con lo que no sabemos. Te puede decir algo así como: “¿Tienes paciencia para esperar hasta que el barro de tu mente se asiente y el agua esté clara y limpia? ¿Puedes quedarte inmóvil hasta que la acción correcta surja por sí sola?”

La práctica del guerrero consiste muchas veces en sentirse cómodo sin saber.

Ahora mismo nos encontramos ante un enigma al que todos nos enfrentamos:

 “El coronavirus infecta a toda la especie. ¿Qué podemos hacer para escapar?”

Por supuesto, que la pregunta no suele aparecer con esa forma. Suena más bien como "¿Qué hago con mis finanzas?" "¿Cuándo puedo volver a trabajar?" "¿Cómo trato con el dolor por los seres queridos perdidos?" "¿Cuándo desaparecerá este sentimiento de soledad?" Y así sucesivamente.

Lo que hace que estas preguntas sean un enigma es que no podemos encontrar respuestas reales. Estamos perplejos. Los pensamientos revolotean en nuestra mente, pero ninguno parece el correcto.

Entonces, podemos seguir golpeando con el palo a nuestro alrededor o podemos quedarnos simplemente quietos.

Si no puedes encontrar la manera de salvar a tus seres queridos, ni a ti mismo, de todo el sufrimiento de este mundo, ¿Qué tienes que hacer?

No hay una forma correcta de salir de esto.

Puedes pasarte días dando vueltas a estas preguntas. Ya no oyes ni el lavavajillas, ni la televisión, ni los pájaros cantando. Tu cuerpo está cada vez más tenso y no sabes qué hacer para aliviar el dolor que sientes. Pero esta tensión puede estar diciéndote lo que también están sintiendo en estos momentos otras personas.

¿Cómo salgo de este mundo de coronavirus?

No sé cómo salir de mi incomodidad, pero me recuerda que también es tu incomodidad. Puedo seguir escribiendo. Puedo poner en marcha el lavavajillas. Puedo mandar un mensaje a algún amigo que no esté durmiendo aún. Puedo quedarme despierto hasta tarde y chatear con alguien. Pienso en alguien que puede necesitar dinero. A veces tengo sentimientos incómodos, los dejo ir y venir. Me puedo enfadar, me puedo perdonar. Alguien se puede enfadar conmigo, también le puedo perdonar. Puedo preparar la comida. No estamos solos. Estamos juntos en esto.

¿Cómo salgo de este mundo de coronavirus?

No podemos encontrar una salida correcta para esta situación. Parece que la única forma de salir de aquí es no tratar de salir o escapar de la situación, sino entrar verdaderamente en el momento que estamos viviendo, ser consciente de lo que hay, y reconocer que no sé qué hacer. Tal vez no podemos hacer otra cosa que permanecer con lo que hay, con este momento presente, aunque no nos guste. Podemos sentir nuestro corazón, nuestra ignorancia, nuestro no saber. Y se conscientes de que ese no saber es el mismo que sienten en este momento muchas otras personas. Podemos compartir con otras personas cómo es la vida en este momento. Puedo decirte cómo es mi vida ahora. Puedo escuchar cómo es tu vida ahora. Puedo quedarme junto a ti en lugar de intentar escapar.



Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.





Comentarios