PRACTICAR EN CUALQUIER MOMENTO


Todas las personas necesitan en su vida una dimensión espiritual, un aspecto de conocimiento y desarrollo personal, una práctica que les ayude a conectar con su corazón. Si tenemos una práctica que llevamos a cabo de una forma habitual, podremos llegar a transformar el miedo y el enfado, y no nos desesperaremos al encontrarnos con problemas en nuestra vida diaria.

Pero no pensemos que es imprescindible disponer de un tiempo y un lugar especial para llevar a cabo una práctica espiritual, podemos hacerla en cualquier momento del día y en cualquier lugar en el que nos encontremos, siempre que seamos totalmente conscientes y prestemos plena atención a lo que estamos haciendo, percibiendo o sintiendo.

Realmente no importa lo que estemos haciendo si lo hacemos con una presencia plena, atentos y conscientes, porque de esta manera convertiremos lo que sea que hagamos en una práctica espiritual. Si prestamos plena atención al simple hecho de respirar, podemos conectar aquí y ahora con ese aspecto esencial de la vida que es respirar, y convertirlo en una práctica espiritual. Cualquier persona puede prestar una atención plena al hecho de tomar aire en sus pulmones. La práctica de la respiración consciente consiste en ser plenamente consciente de todo el proceso de la respiración, mientras inhalamos y exhalamos.

Puede parecer demasiado sencilla esta práctica de la respiración consciente, pero realmente tiene un gran efecto en nosotros. Si estamos centrados en nuestra respiración, no estamos pendientes ni del pasado ni del futuro, ni estamos pensando en nuestros proyectos, nos hemos liberado de toda esa carga y preocupación. Estamos totalmente entregados a nuestra respiración, con la mente en nuestro cuerpo, presentes, vivos y conscientes. Con una simple respiración podemos encontrarnos de vuelta en casa, totalmente presentes y vivos, llenos de esa energía que nos da la plena atención. La atención plena nos permite estar totalmente presentes aquí y ahora, en cada momento.

Esa conciencia plena nos ayuda a estar en contacto con nuestro cuerpo y lo que ocurre en él, con nuestro corazón y lo que sentimos, con nuestra mente y los pensamientos que surgen en ella, y con todo lo que nos rodea en este momento. Plenamente atentos y conscientes, podemos estar presentes aquí y ahora, con un cuerpo y una mente sincronizados, unidos, dándonos cuenta de lo que ocurre en nuestro interior, y también conscientes de lo que sucede en nuestro entorno. Somos conscientes de todo ello, y le prestamos atención.

Los aspectos fundamentales de cualquier práctica espiritual son la atención y la conciencia plena. Podemos convertir cualquier cosa que hagamos en nuestra práctica espiritual, si la hacemos con todo nuestro ser, con plena conciencia. Podemos tomar un café prestándole toda nuestra atención a cada movimiento, al aroma, al color, al sabor, a la sensación en nuestro cuerpo. Podemos desayunar plenamente conscientes, desde que preparamos el desayuno hasta que recogemos y limpiamos. De esta manera, siendo plenamente conscientes de lo que hacemos, convertimos cada tarea en nuestra práctica espiritual, y nos fortalecemos para encarar y superar los problemas que surgen en la vida diaria.

Simplemente siendo conscientes de nuestro cuerpo, donde sea que estemos, y de la tensión, dolor, o relajación que podemos sentir en él, podemos empezar a comprender un poco más, a despertar a la realidad. Podemos practicar la plena atención con nuestro cuerpo cuando descubrimos en él una tensión o un dolor, simplemente siendo conscientes de lo que sentimos y diciéndonos, por ejemplo, al respirar lo siguiente: “Al tomar aire presto atención al dolor o tensión que hay en mi cuerpo, y al exhalar relajo el cuerpo permitiendo que se disuelva la tensión y el dolor”.

De esta forma, podemos practicar en cualquier momento y en cualquier lugar. Nadie puede decir que no tiene tiempo para meditar porque está muy ocupado. No hay excusa. Cuando sales de tu casa para ir al trabajo puedes aprovechar para ser consciente de los pasos que das, sentirlos plenamente, prestar atención a las sensaciones mientras caminas. Si somos plenamente conscientes de cada paso que damos, iremos relajando las tensiones de nuestro cuerpo, calmando nuestra mente, y abriendo nuestro corazón.

Es posible que estés muy ocupado y, aunque te guste lo que haces, si trabajas demasiado, o tienes demasiadas tareas a las que atender, seguramente acabarás el día agotado. Quizá quieras relajarte y sentir más calma y felicidad, y pienses que la meditación puede ayudarte a conseguirlo, pero piensas que no puedes practicar porque no dispones del tiempo suficiente todos los días para mantener una práctica habitual. Aún así, no debes desanimarte, porque puedes aprovechar cualquier momento del día para practicar, desde que te despiertas por la mañana hasta que te duermes por la noche. Es sólo cuestión de ser plenamente consciente de lo que haces, de dónde estás, o de lo que estás sintiendo en un preciso momento. Veamos a continuación algún ejemplo de cómo puedes practicar desde el momento en que despiertas.

Despertar plenamente

Cuando despiertes por la mañana, recuerda sonreír. Toma un instante para apreciar que tienes a tu disposición un nuevo día que vivir, ¿no es ese motivo suficiente para sonreír? Aunque sea en silencio, en tu propia mente, puedes decirte unas palabras como estas:

“Puedo sonreír una vez más,
porque comienza un nuevo día que vivir.
Seré plenamente consciente de cada momento,
y respetaré toda forma de vida que encuentre a mi paso.”

Puedes repetir estas frases antes de levantarte de la cama, nada más despertar, incluso antes de abrir tus ojos y comenzar a involucrarte con el mundo que te rodea. Incluso puedes sincronizar cada frase con un momento de tu respiración: La primera frase mientras inhalas aire, la segunda al exhalarlo, la tercera al volver a inhalar, y la última al volver a exhalar. Tras estos instantes de sentir tu respiración y recordar estas palabras, de apreciar el mero hecho de estar vivo y proponerte ser consciente durante todo el día, te levantas de la cama sonriendo y comienzas tu rutina matutina.

El aseo consciente

Si prestamos una verdadera atención a cada cosa que hacemos podemos realmente disfrutar de los actos cotidianos, que normalmente realizamos mecánicamente pensando en otras cosas, y convertir esos momentos en parte de nuestra práctica. Podemos lavarnos la cara plenamente conscientes de las acciones que realizamos y las sensaciones que percibimos. Podemos unificar nuestro cuerpo y mente prestando toda nuestra atención al hecho de peinarnos o ducharnos, sintiendo y apreciando, por ejemplo, el agua con la que nos lavamos. Puede ser de ayuda para enfocar y centrar nuestra mente en lo que hacemos decir algo semejante a lo siguiente:

“Esta agua que siento en mis manos hizo un largo viaje.
Desde la fuente, el manantial o el río ha llegado hasta mí,
gracias al esfuerzo y trabajo de otras personas.
Soy realmente afortunado de poder disfrutar ahora de ella.”

Palabras como estas pueden hacernos más conscientes de lo afortunados que somos en ese momento, simplemente por disponer de agua para lavarnos, apreciando el esfuerzo que se ha necesitado para hacerlo posible. Apreciar esa fortuna de la que disfrutamos, siendo conscientes de todo lo que tenemos, aporta felicidad a nuestra vida.

La atención plena, o mindfulness, es darnos cuenta de lo que está ocurriendo en ese preciso instante. Podemos lavarnos la cara y sentir plenamente el agua refrescante en el rostro, percibir las gotas correr por la piel y precipitarse en el lavabo. Podemos disfrutar de esos pequeños detalles que suelen pasarnos desapercibidos y vivir plenamente cada momento, por sencillo que sea. Podemos sentir la felicidad de apreciar todo lo que tenemos, aunque sea simplemente el agua que nos refresca y limpia nuestro cuerpo.

Mientras nos lavamos, podemos ser conscientes de cada movimiento que realizamos y de las sensaciones en nuestra piel, totalmente presentes en ese instante, sin pensar en nada más. Disfruta de esos instantes, no tengas prisa por hacer otra cosa, entrégate plenamente al momento presente y a lo que estás viviendo en esos instantes. Si lo haces así, estás meditando, porque la meditación es estar auténticamente presente, a cada instante, con lo que sea que haya. La meditación nos ayuda a darnos cuenta de lo valioso que es cada instante de nuestra vida, nos hace sentir realmente afortunados por todo lo que tenemos, por lo que somos, por lo que experimentamos. ¿Por qué dejar pasar la vida pensando en el pasado o en el futuro, cuando podemos disfrutar de la gran riqueza de practicar la atención plena en cualquier momento?



 Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.




Comentarios