Si queremos
hacer algo para contrarrestar el cambio climático lo primero es comprender los
sistemas sociales, políticos y financieros: cómo funcionan, cómo somos
cómplices de ellos y cómo podemos cambiarlos para que funcionen para el
bien.

Evitar una
catástrofe climática requerirá enormes cambios, lo que plantea preguntas
importantes, tales como: ¿quién pagará los cambios? ¿Estos cambios estarán
en consonancia con la democracia? ¿Y quién sufrirá más si no se dan estos cambios?
¿Serán los pobres y los marginados por cuestión de raza?
Un cambio
justo debe ser democrático, imparcial y equitativo. Por lo tanto, debemos
considerar los fundamentos éticos, morales y espirituales de esos cambios y
preguntarnos cómo podemos cada uno de nosotros, así como también nuestras comunidades,
ayudar de una manera práctica y concreta a que esos cambios tengan lugar. Así
mismo, también debemos estar dispuestos a considerar el cambiar nuestro propio
comportamiento y el de nuestras comunidades, para crear una sociedad más justa
y sostenible.
Como guerreros
comprometidos a aliviar el sufrimiento de todos los seres, comenzamos viendo la
realidad relativa, o el sufrimiento tal y como es. Si no vemos la
profundidad y el alcance del sufrimiento, es muy difícil tomar medidas
compasivas al respecto.
Al menos una
cuarta parte de la población mundial ya se enfrenta a una crisis
existencial. Según la Organización Internacional del Trabajo,
aproximadamente mil millones de personas viven con menos de dos euros al
día. Más de dos mil millones de personas trabajan sin legalizar y no
tienen contrato de trabajo con sus empleadores. Estas personas y sus
familias luchan todos los días para llegar a fin de mes. Una enfermedad, un
nacimiento o una muerte, un techo con goteras debido a una lluvia muy intensa,
o una cosecha fallida debido a una sequía puede llevarlos a la crisis. Estas
personas ya se están enfrentando a lo que aquellos que viven en el privilegiado
mundo eurocéntrico temen que les espera en un futuro no muy lejano:
enfermedades y muertes provocadas por fenómenos meteorológicos extremos y
migración forzada debido a la falta de recursos básicos, como agua y alimentos,
y amenazas para su seguridad física. En general, estos países
“desarrollados” han hecho lo mínimo para acomodarse a la crisis climática, pero
serán los que más sufran conforme se agrave la crisis climática.

Pero ¿cómo podemos
hacer esto? Una transición justa requerirá trabajar a través de
"sistemas de separación", más comúnmente conocidos como
"sistemas de opresión", que es otra forma de decir sistemas de
dominación, jerarquía o superioridad. Basado en mitos y mentiras, estos
sistemas pretenden que un grupo es más normal, superior y/o poderoso, y lo
empoderan para dominar a otro grupo de seres vivos. Por ejemplo, el
patriarcado, las jerarquías de clase o casta y el dominio humano sobre los
animales son todos sistemas de opresión.
Lo más
importante es que los blancos de ascendencia europea tienen poder y supremacía
sobre los negros, mulatos, amarillos e indígenas en todo el mundo. A nivel
mundial, esta dominación racial y los sistemas económicos neoliberales
asociados han ayudado principalmente a los blancos a acumular enormes riquezas,
robar tierras y esclavizar a las personas durante cientos de años. Esta
concentración de poder y riqueza se protege sistemáticamente a través de la
militarización, las leyes, los acuerdos comerciales y las campañas en los
medios de comunicación.
Aunque hemos
avanzado en algunos frentes, en su mayor parte damos por hecho estos sistemas
de dominación. Nuestros corazones y mentes se han acostumbrado a un
paradigma en el que un ser humano tiene control sobre otro. Este es
nuestro valor predeterminado y ha infectado todos los aspectos de nuestra mente.
Los guerreros de hoy, a través de la
meditación y otras prácticas transformadoras, aspiramos a conocer los estados
del corazón y la mente que los maestros guerreros han encarnado. Estos estados de mente-corazón
nos acercan a la realidad tal y como es. Cuando vemos la realidad absoluta tal como es, no hay un ser humano
individual, ni una entidad separada. Solo hay un surgimiento mutuo e interdependiente:
yo soy tú y tú eres yo. Soy una mariposa monarca que se está
extinguiendo, la mujer negra cuyas cinco generaciones de familias fueron
linchadas, y también Hitler y los fascistas actuales. Todo soy yo. Todos
formamos parte de una unidad interdependiente, los más ricos y los más pobres, todos
existimos de una manera interdependiente.
Es
importante tener en cuenta que, aunque los guerreros han ideado muchas
prácticas útiles para lidiar con el mito de la separación en la conciencia individual,
solo acaban de comenzar a lidiar con los sistemas de opresión. Un
individuo no puede vencer a un sistema. Para vencer a un sistema, se
requerirá otro sistema. Los sistemas de opresión o separación deben ser
reemplazados por sistemas de no separación o no dualidad. Lo opuesto al
patriarcado no es el matriarcado, donde las mujeres son más poderosas que los
hombres, sino un sistema social basado en una profunda igualdad y
solidaridad. Estamos tan acostumbrados a los sistemas de opresión que
hemos olvidado cómo vivir de una manera que no esté separada. Los sistemas
jerárquicos de arriba hacia abajo que se basan en la explotación y la opresión
deben dar paso a los sistemas e instituciones horizontales que se basan en la
compasión y el cuidado sagrado de todos los seres. Esto requiere más que
palabras y buenas intenciones, debe estar respaldado por acciones que
redistribuyan el poder y la riqueza incluyendo a los marginados. Sin esto,
no será posible un cambio justo y la sanación de nuestra sociedad.

Guiados por las
enseñanzas, los guerreros pueden ayudar a nuestra sociedad a desmontar el statu
quo, pero para contribuir a la transformación de la sociedad en general,
también debemos mirarnos a nosotros mismos y a nuestras comunidades. ¿Qué
quiere decir esto? Que, como individuos e instituciones, debemos asumir el
reto de comprender nuestra propia relación con los sistemas de opresión.
¿Hasta qué
punto nos identificamos con las fuerzas de dominación y participamos en
relaciones que refuerzan la dominación y la explotación que conllevan? ¿De
qué maneras y en qué medida estamos unidos a nuestras posibilidades de ascenso,
de seguridad financiera, de buena reputación y de capacidad para "ganar
amigos e influir en las personas" en puestos de poder? O, al
contrario, ¿nos identificamos (arriesgando incluso nuestras vidas) con los
esfuerzos para revertir los patrones de dominación, empoderar a las personas marginadas
(incluso cuando no estamos marginados nosotros mismos) y buscar relaciones
saludables y sostenibles?
Las ansias
de ascender en la sociedad nos están matando espiritualmente. ¡Es como si
todos supiéramos que el árbol de esta civilización se está pudriendo, pero aún
así, seguimos queriendo subir a lo más alto!
Como guerreros, debemos asumir el
compromiso de no apartarnos del sufrimiento de los demás, a quienes consideramos
como a nosotros mismos. Cuando nos
manifestamos con toda la integridad de lo que sabemos que es verdad, encontramos
naturalmente formas de ayudar a sanar nuestro mundo. Algunos guerreros
llegan a arriesgar sus vidas para defender a todos los seres. Pero, incluso si
no estamos listos para arriesgar nuestras vidas, al menos podemos hacernos
preguntas importantes:
¿Cómo es
nuestra comunidad? ¿Cómo son las personas con las que nos relacionamos
habitualmente? Si nuestra comunidad no es diversa, ¿tenemos relaciones con personas
de razas diferentes a la nuestra? Tener estas relaciones a menudo
significa trabajar a través del trauma racial alojado en los cuerpos de todos
los involucrados.
¿Estamos más
interesados en la construcción de grandes iglesias y monumentos, o estamos
abiertos a emplear el dinero para construir movimientos y para ayudar a aquellos
que están en la primera línea del cambio sistémico?
¿Nos estamos
apartando de los caminos que concentran el poder e invirtiendo en aquellos que lo
redistribuyen? ¿Cómo podemos compartir el poder? ¿Cómo podemos romper
los sistemas de dominación del statu quo dentro y fuera de nuestra comunidad?
¿Estamos
ganando más que el promedio de ingreso medio en nuestra sociedad? ¿Por qué
queremos tener un nivel de vida superior al de los demás en nuestro estado o
país?
¿Podríamos
contratar a los más marginados de nuestra sociedad? ¿Qué debemos aprender
para poder contratar y retener a esas personas?
Estas no son
preguntas fáciles a las que enfrentarse, como tampoco es fácil enfrentarse al
miedo de soltar nuestros privilegios, bienes y riqueza.
No es fácil,
pero como aprendices de guerrero, debemos encontrar el coraje y la compasión
para dar un paso al frente y estar dispuestos, tanto individualmente como comunidad
de practicantes, a lidiar con estas preguntas. A medida que lo hagamos,
podremos comprender más la mentalidad de quienes destruyen nuestro planeta, y
podremos ser capaces de decir un NO muy necesario a las corporaciones de
petróleo y gas demasiado grandes para quebrar (sin ninguna intención de
"molestar" ni avergonzar a las personas que trabajan para ellas).
Dado lo que
ya está sucediendo, no podemos darnos el lujo de asumir que podemos tratar los
problemas sociales y ecológicos después de alcanzar el despertar. Al mismo tiempo que nos dedicamos individualmente a meditar para
enfrentarnos a la realidad absoluta tal y como es, también debemos crear
sistemas y comunidades conscientes y despiertas, impulsadas por el amor y la empatÍa,
que puedan lidiar con la realidad relativa actual tal como es dejando de perpetuar
el trauma y el daño a las personas y a la naturaleza.
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