Busca un tiempo para
estar contigo mismo, sin hacer nada, sin prisas y sin ningún objetivo.
Normalmente, en el ajetreo habitual del día a día ¿tienes
tiempo para pararte a sentir, para descansar unos instantes sin pensar en todo
lo que tienes que hacer? Es muy posible que la respuesta a esta pregunta sea algo
así como “no tengo ni un momento libre”
o “me faltan horas al cabo del día para
todo lo que tengo que hacer”.
Siempre estamos presionados por el tiempo, en el trabajo, en
casa, y en la familia. En nuestra sociedad actual, estamos siempre ocupados con
multitud de actividades, parece que siempre tenemos que estar en continuo
movimiento para poder atender a todas nuestras obligaciones.
Arrastrados por el frenesí de tanta actividad, por los
hábitos y las obligaciones, sin darnos cuenta nos estamos perdiendo a nosotros
mismos, perdemos el contacto con nuestro ser más profundo, y perdemos también
la oportunidad de ser realmente felices. Demasiada preocupación, demasiadas
obligaciones, demasiado pensar, planear, y solucionar. Pero muy poco, o nada,
de simplemente ser, sentir, o estar un rato contigo mismo, escuchando lo que
hay en tu interior, lo que siente tu corazón.
Te propongo que
busques diez minutos, hoy o mañana, no lo dejes para mucho más adelante porque
acabarás olvidando tu propósito, y te seguirá arrastrando la corriente de
actividades cotidianas. No hace falta que sea más tiempo, con esos diez minutos
es suficiente. Busca un lugar tranquilo donde nadie ni nada te moleste durante
ese tiempo, y simplemente deja descansar tu mente en el espacio vacío. No te
dejes llevar por los pensamientos que surgen en ella, déjalos pasar como las
nubes que pasan por el cielo. Céntrate en observar ese inmenso espacio vacío
que es el cielo de tu mente, que está siempre ahí detrás de los pensamientos
que lo cruzan constantemente.
Por supuesto que seguirán apareciendo pensamientos, no
luches contra ellos, simplemente obsérvalos pasar por tu mente y no les des
mayor importancia. Sigue descansando en el momento presente, observando lo que
te rodea, escuchando los sonidos que te llegan, sintiendo tu respiración,
sintiendo tu corazón. Siente y aprecia el hecho de que estás vivo.
Cuando se calme tu mente, y descanses en ese preciso momento
que estás viviendo, podrás observar y sentir tu verdadero yo, lo que hay en lo
profundo de tu ser. Observa lo que surja, siéntelo, no luches contra ello ni lo
intentes ocultar. Reconócelo y descansa en ese momento, sin prisas y sin ningún
objetivo.
Dedícate un tiempo
todos los días para estar contigo, para no pensar en nada en concreto, para
sentir, para simplemente ser quien eres y estar contigo mismo. Si quieres
tener una vida sencilla y sin complicaciones, si quieres descubrir la felicidad
que puedes disfrutar cada día por el mero hecho de estar vivo, este es el
primer paso que debes dar.
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