CREA UN ESPACIO SAGRADO EN TU HOGAR



Para crear un puente que te ayude a conectar con lo profundo de tu ser y con el mundo que te rodea, puede ser muy útil crear un espacio sagrado en tu hogar. 

Un espacio sagrado no tiene que ser de ninguna religión en particular, puede estar relacionado simplemente con un aspecto del mundo o de la vida que nos toca el corazón. Piensa en lo que es especialmente importante para ti: ¿la tierra? ¿la familia? ¿la creatividad? ¿la naturaleza? Crea un espacio que rinda homenaje a eso que realmente te importa. Además de crear un espacio, puedes también cultivar el hábito de identificar espacios sagrados donde sea que vayas, lugares “especiales”, santuarios y altares naturales que te ayudan a recordar tu conexión con la maravilla que nos rodea.


 Cómo crear un espacio sagrado:


    • Crea un límite para tu espacio. Si es una pequeña mesa, estante o altar, déjalo libre de otros objetos ajenos como las llaves, el correo, comida, etc. Mantenlo limpio y libre de polvo. Un altar no es un lugar para poner tus libros, sino un lugar para recogernos.  
    • Tu espacio puede ser un lugar al aire libre, un rincón de tu casa o incluso una habitación completa. Puedes usar algo de la naturaleza para delinear su límite exterior. Si es una habitación, intenta limitar el uso de esa habitación a cualquier práctica que hagas. Organiza los artículos con un sentido de propósito y deliberación. Experimenta con la simetría y el orden. Usa flores o plantas frescas para darle vida a ese espacio. 
    • Puedes colocar fotos de maestros o guías espirituales a los que te gustaría honrar, o consideras como ejemplos, recordando que su amabilidad es otra puerta a la sabiduría sagrada y la compasión. También puedes poner fotos de seres queridos, mentores, ídolos o lugares inspiradores. Lo que sea que haga vibrar a tu corazón. 
    • Haz ofrendas diarias. Tradicionalmente, se ofrecen velas e incienso, pero incluso una simple inclinación ante ese espacio puede servir como ofrenda. Incluso puedes preguntar a tus hijos qué les gustaría ofrecer y dejar que sus ofrendas sinceras y no tradicionales lo hagan más personal. Observa cómo es colocar las cosas en el mismo lugar, de la misma manera, día tras día. La regularidad y la repetición nos permiten volvernos hacia adentro. Ofrecer cuencos de agua puede ser una práctica profunda. Ofrécelo por la mañana y vacíalo por la tarde en un lugar limpio, como una parte del patio que no se pisa o en una planta. Puedes pensar mientras lo haces: Ofrezco lo más puro de mi corazón y mi mente. 
    • Considera ofrecer una pequeña parte de tu comida o cena en un plato o tazón pequeño. 
    • Siempre que te sea posible, dedica un momento a reconocer conscientemente la inspiración que te ofrece ese espacio sagrado y muestra tu aprecio con una inclinación.  
    • El diseño y la interacción con tu espacio sagrado debe ser algo personal que evoque tus aspiraciones más auténticas y sinceras, y te inspire a enfocar tu mente en ellas.  


    Reflexiones sobre espacios sagrados



    Todo es sagrado. Podemos conectar con la palabra "sagrado" de una manera significativa, explorando cómo se aplica a nuestra vida cotidiana y al mundo en el que vivimos.

    Sagrado puede significar simplemente algo que es digno de asombro y respeto. Desde cierto punto de vista, el mundo entero es asombroso y, por lo tanto, todas las cosas y situaciones son dignas de respeto. También podemos decir que lo sagrado es un tipo de conciencia, un sentido inmediato de presencia, libre de conceptos. En última instancia, no existe lo sagrado "por aquí" y lo no sagrado "por allá". Esa cualidad de “sagrado” es la condición natural y siempre presente de las cosas, pero que a menudo se ve oscurecido por nuestra forma habitual de pensar.

    En realidad, no hay lugares no sagrados, solo hay lugares sagrados y lugares profanados. Todos percibimos la profanación cuando la vemos. Pero la profanación obvia es el producto y la acumulación de muchos actos menores de profanación, pequeños momentos de olvidar que no hay separación entre nosotros y el mundo que nos rodea. La ilusión de la separación está en la raíz de la profanación, y nos saca de la conexión y nos lleva al mundo solitario de nuestras ideas preconcebidas. Viviendo en una burbuja creada mentalmente, separados del mundo y de la vida, ya no apreciamos nuestra interconexión con todas las cosas. Lo sagrado se olvida y solo nos queda la pequeña burbuja de nuestros hábitos y proyecciones. ¡Que decepcionante!

    Cultivar el sentido de lo sagrado ¿Cómo comenzamos a ver a través de estos hábitos y volvemos a esa sensación de asombro e interconexión? ¿Cómo cultivamos un respeto auténtico por nuestro entorno? ¿Cómo podemos salir de la corriente de nuestro rápido pensamiento compulsivo y entrar en el espacio fresco e inmediato de lo sagrado?

    Podemos comenzar ahí donde estamos. No podemos conseguir gran cosa imponiendo en nuestra experiencia y en nuestro medio ambiente una idea preconcebida de lo que es sagrado. Actuar con una religiosidad vacía o fetichizar los "momentos sagrados" y los "espacios sagrados" solo creará más hábitos y conceptos. Si abandonamos esas expectativas y aceptamos los mundos internos y externos desordenados y caóticos que habitamos, comenzaremos a reconectar con el espacio sagrado. 

    Lo que oscurece nuestra conciencia de lo sagrado que siempre está presente son solo nuestros pensamientos. Nuestros conceptos y los hábitos que se forman a su alrededor crean la burbuja de "yo" y "mi mundo", y nos aferramos a esta burbuja porque estamos inquietos por lo que sucedería si estallara. Al entrar en un espacio sagrado, invitamos a nuestra burbuja a explotar. A cambio, somos recompensados ​​con algo mucho más grande que una burbuja y algo mucho más seguro: Vemos las cosas como realmente son, sin el ruido de comprender y conceptualizar.

    Este retorno a lo sagrado siempre puede ocurrir instantáneamente, en el acto, no importa cuán caótica sea nuestra mente. Un solo momento de conciencia en medio del desorden y las molestias de la vida diaria es todo lo que se necesita para volver ahí. El simple reconocimiento de nuestra mente y del entorno es suficiente para hacerlos sagrados, no importa cuán difícil pueda ser. De hecho, cuanto más caóticas son las cosas, más tenemos disponible para ofrecer y liberar, y más plenamente podemos entrar en una presencia sagrada. 

    Establecer un límite No hay límite para lo sagrado, siempre está aquí, pero a menudo no lo notamos y terminamos sintiéndonos separados de él. Una forma de reconectarse es a través de la técnica de establecer un altar o santuario. Nos puede ser de gran ayuda establecer un umbral y decir "este espacio es especial", y crear rituales y normas que se apliquen a lo que sucede dentro de ese espacio en particular. Un límite nos puede ayudar a recordar que debemos disminuir la velocidad, estar presentes y apreciar la belleza y la quietud que surgen de estar completamente presentes.

    Ofrendas También podemos hacer ofrendas materiales en el santuario. Aunque nadie recibe las cosas que ofrecemos, al colocar cosas como flores y cuencos de agua en un santuario o altar, podemos comenzar a trabajar con nuestros conceptos y hábitos de apego y aferramiento. Al hacer ofrendas, tenemos la oportunidad de despertarnos por un momento y ofrecer nuestra mente despierta. Al organizar nuestro santuario con precisión y cuidado, reconocemos que la velocidad y el caos rebelde de nuestra vida diaria se pueden ofrecer con alegría, abriendo la puerta a la presencia sagrada.

    ¿A quién estamos engañando? Y también recordamos que no estamos engañando a nadie con todo esta de lo sagrado, ya que no hay lugares que no sean sagrados. La danza entre lo sagrado y lo profanado no está más que en nuestra propia mente. Por eso, cuando el gato tira tus ofrendas del estante, o el perro mojado y con barro en las patas corre por la alfombra especial de tu santuario, siempre habrá espacio para el sentido del humor.

    ¡No seas tímido! Si todo esto suena extraño y complicado, recuerda que lo sagrado no está en algún lugar "allá afuera", lejos o muy arriba, sino que está aquí mismo, a tu alrededor, y dentro de ti mismo. Puede que te preguntes: "¿Cómo uso la forma, el orden, la belleza, el espacio y las ofrendas para conectarme más íntimamente con lo sagrado que ya está aquí?" "¿A qué me estoy aferrando para poder ofrecerlo en este espacio sagrado, para entrar más plenamente?" ¡No seas tímido! Comienza ahí donde estás ahora mismo, pero no te detengas allí, y mantén siempre el sentido del humor durante todo el proceso.

    ¡Disfruta de ese hermoso viaje volviendo a la presencia, creando tu espacio sagrado, y descubriendo lo sagrado en todo lo que te rodea!




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