Tres reflexiones
y "pequeñas" (¡pero poderosas!) prácticas Para ayudarnos a mantener
el corazón abierto y conectado mientras consideramos el miedo y la
incertidumbre que el coronavirus ha traído tan repentinamente a nuestras vidas.
Junta las manos
Alguien se acerca y no quieres que se
acerque.
Sentirás un destello de miedo o ansiedad. Exhala.
Di: "por
favor, detente ahí", y junta tus manos palma con palma delante de tu
pecho, solicitándolo desde tu corazón.
Retrocede un poco si es necesario.
Sonríe y mira a sus ojos cordialmente.
Siente su vulnerabilidad, junto con la tuya.
Está bien cuidarte de esta y de otras formas.
Pero, lo más importante: no dejes que el miedo te cierre el corazón.
Ofrece lo que tienes
Somos las personas correctas, las adecuadas para
encarar este desafío.
Encuentra cada día una manera, grande o pequeña, de
mostrar tu interés por otros. Al menos por una persona. Cada día.
Como siempre, cada uno de nosotros tendrá diferentes
oportunidades, vulnerabilidades y capacidades.
Los ancianos y los enfermos tienen sabiduría y
paciencia, dada su larga experiencia con la pérdida, por su resistencia y por
saber que la actitud lo es todo. Ofreced esto con amor.
Escribe una nota, susurra una palabra, llama a un ser
querido, ofrece lo que tienes hasta el infinito.
Aquellos más jóvenes y capaces tienen energía, posibilidades
de ser creativos en la forma de servir a los demás, y la rapidez para ver qué hay
que cambiar. Ofreced esto. Cada día.
Limpia, cultiva un huerto, cocina, escribe un libro,
crea un programa innovador, crea el próximo mundo.
Comienza, y pasa
de preocuparte por ti mismo a las actividades de generosidad y amor hacia los
demás.
Ábrete a la realidad
El dolor se acerca, está aquí,
estará aquí. Deja espacio y tiempo para ello.
Amor, aprecio, reflexión, tristeza: necesitas sentarte
en silencio y dejar que aparezca todo eso.
Tenemos que ver la realidad, tenemos que estar con la
realidad, somos capaces de ser con la realidad, aquí y ahora, con lo que sea
que haya, nuestra llamada es estar presentes y conscientes en este preciso
momento.
Ahora, durante al menos cinco minutos, deja entrar el dolor. Después deja que siga su camino.
Ahora, durante al menos cinco minutos, deja entrar el dolor. Después deja que siga su camino.
Hay médicos, enfermeras, cuidadores que mueren en este
preciso momento por sus pacientes, por nosotros.
Han muero mamás y papás queridos en todos los países. Y
habrá millones y millones más de fallecidos.
Ser real es sentir esto. De lo contrario, estamos negando
la realidad.
Puedes decir: "No te olvidaré".
Puedes decir: "No te olvidaré".
Puedes poner una alarma si es necesario, algo que te
recuerde volver a la realidad, algo que te recuerde abrir tu corazón a la
realidad de este preciso momento.
Exhala. Siente tu aliento. Siente tu cuerpo
allí donde estás, siente tu corazón abierto al mundo.
Haz la
promesa de no dar por hecho que las personas que te rodean siempre
estarán allí. No te distancies de tu corazón.
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