TÉCNICA O ESPÍRITU


¿Qué es más importante en la práctica de las artes marciales, la técnica o el espíritu?

Conocer bien la tecnica en las artes marciales es práctico. Para una persona joven, el cuerpo es su elemento fundamental, pero en una persona de más edad predominan la técnica y el espíritu. De hecho, lo más importante es el espíritu, después le siguen en importancia la técnica y el cuerpo.

En la mayoría de deportes se desarrolla más que nada la fuerza del cuerpo. Pero no es lo mismo en las artes marciales, donde, por supuesto, hay que entrenar el cuerpo, pero tiene un papel secundario detrás de la técnica y del espíritu, o intuición, que son necesarios para poder desarrollar el arte adecuadamente. Si luchan entre sí una técnica fuerte y un cuerpo fuerte, será la técnica la que venza. Si combaten un espíritu fuerte y una técnica fuerte, será el espíritu el vencedor, pues podrá encontrar el punto débil del contrincante.

El entrenamiento en las artes marciales no debe centrarse únicamente en el desarrollo del cuerpo. En la actualidad no se lucha a vida o muerte, por lo que la fuerza del cuerpo y la técnica son suficientes. Pero en la antigüedad era muy diferente, ya que la vida estaba en juego, y era la intuición la que en último extremo decidía el resultado.

Ya que parece que se ha perdido actualmente este aspecto fundamental en las artes marciales, sería muy beneficioso recuperarlo en la práctica y en cada combate, como si realmente dependiera nuestra vida del resultado del enfrentamiento. Es entonces cuando las artes marciales se convierten en lo que son realmente: un camino. De otra manera, no son más que un juego o un deporte.

Aunque en la práctica de cualquier arte marcial están más o menos igualados la fuerza física, la técnica, y la fuerza del espíritu, es este último, el espíritu el que decide realmente el resultado de un combate. Los detalles de la técnica son realmente secundarios frente a la concentración, si uno está realmente atento y en calma, concentrado y abierto a la situación, un solo gesto será suficiente para salir airoso de un combate.

En las artes marciales japonesas de la antigüedad, un solo gesto podía provocar la muerte. De ahí provienen los movimientos lentos y la concentración antes del ataque, porque con un solo golpe uno de los dos contendientes podía estar muerto. La vida y la muerte se decidían en un solo instante. Y es en ese único instante cuando el espíritu lo decide todo, aunque le sigan después la técnica y el cuerpo. En las artes marciales no hay tiempo de espera, y si hay siquiera unos instantes de espera, el espíritu debe estar continuamente concentrado en la situación, dispuesto a atacar o reaccionar, por eso es primordial su papel.

No es cuestión de pensar, de elegir una técnica en concreto. La respuesta debe ser inconsciente, automática y natural. No puede intervenir el pensamiento, porque entonces hay un momento de espera y fallaremos. Para realizar el gesto adecuado es esencial que la conciencia sea permanente, que estemos despiertos y atentos a la situación en su conjunto, entonces la conciencia escogerá un golpe, una técnica, y el cuerpo se moverá con ella.

 La intuición es siempre esencial. Si tu adversario te da un golpe inesperado, debes tener la intuición de pararlo, ser consciente para huir de él y eludir el golpe. Esa conciencia provocará la reacción del cuerpo y el uso de la técnica más conveniente. Pero si te pones a pensar si debes usar una u otra técnica, en ese instante de pensamiento el golpe te alcanzará. Es la intuición la que desencadena el cuerpo y la técnica. De alguna manera, están unidos el cuerpo y la conciencia, es como si se pensara con todo el cuerpo, que se entrega totalmente en el movimiento de respuesta.

Por eso es muy difícil categorizar las diferentes importancias del espíritu, la técnica, y el cuerpo, porque no pueden estar separados, los tres deben permanecer unidos. El acto justo surge de la perfecta unión de esos tres aspectos, de la unificación total de los tres.

Pensar y después actuar no nos dará el gesto adecuado. Es muy importante aprovechar la ocasión, la oportunidad, y eso el pensamiento no puede hacerlo. Solamente una conciencia atenta y en calma puede ver esa oportunidad para la acción, ese vacío en el que se puede actuar.

Esta cuestión de la oportunidad se encuentra en todo tipo de combate, no solo en las artes marciales, también en cualquier discusión, o incluso en los negocios. No se pueden mostrar los fallos, ni en las artecs marciales ni en la vida cotidiana, porque la vida también es un combate. Debemos mantener una mente centrada y abierta, consciente y en calma. No hay que mostrar los puntos débiles, sino reducirlos por un continuo entrenamiento. La educación japonesa tradicional se basa en esa actitud de vigilancia, en no manifestar los puntos débiles para que nadie se aproveche de ellos. En un combate se buscan los puntos débiles del contrario, y se consiguen ver con una mente atenta y concentrada. Y cuando se presenta la oportunidad, se aprovecha con valentía y decisión, sin pensar.

Tanto en los combates durante la práctica como en la vida cotidiana, esa lucha por la vida, es muy importante observar los ojos, porque cuando se mueven los ojos del adversario, dudan o se turban, hay una oportunidad, un fallo. En los momentos críticos de la vida no hay que manifestar los puntos débiles, porque entonces llega el error, el fracaso, la derrota. Pero ese estado de vigilancia no proviene de una excesiva tensión del cuerpo que se cansaría con rapidez, viene de una conciencia atenta. Por eso es tan importante el espíritu. El cuerpo manifiesta puntos débiles, pero la conciencia puede corregir, canalizar, y dirigir todo eso.



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