MANSEDUMBRE


La mansedumbre del guerrero le permite extender su bondad hacia sí mismo y hacia los demás, sin importar si son amigos o enemigos.

La primera virtud, o dignidad, del guerrero es la mansedumbre. Pero, para el guerrero, mansedumbre no quiere decir debilidad, sino que es capaz de permanecer sencillo, sin complicaciones, y estar, al mismo tiempo, al alcance de los demás. La mente del guerrero no está llena de las preocupaciones habituales, y no se deja atrapar por cuestiones sin importancia. Es consciente y está siempre alerta para no dejarse llevar por actividades que nublen su visión de la auténtica naturaleza del mundo que le rodea. Por eso, descansa y se apoya siempre en la mansedumbre de su corazón, y en la disciplina de su práctica.

El primer paso para que el guerrero desarrolle esta virtud de la mansedumbre es ser modesto, no deja que su mente se envenene por la arrogancia. Aunque ser modesto no significa que se sienta insignificante o sin importancia. El guerrero es modesto porque es auténtico y honesto. Siente que dispone de los recursos suficientes para no necesitar puntos de referencia externos que confirmen sus pasos. Es independiente y el brillo de su corazón irradia hacia el exterior. Su genuino interés y curiosidad por todo lo que le rodea se manifiesta a su alrededor por su estado de alerta y sutil percepción. Empieza a ver los mensajes que le envía el mundo. Gracias a su disciplina, el guerrero no se pierde nada, percibe todos los detalles, y esa forma disciplinada de percibir va abriendo el camino a su paso.

El segundo paso del guerrero hacia la mansedumbre es la expresión de su profunda confianza. Es similar a un tigre que avanza lentamente por la selva, atento y con cuidado, pero totalmente confiado en su capacidad de responder a lo que surja. El tigre está satisfecho consigo mismo y es a la vez modesto. Se mueve con calma y relajado. De alguna manera, el guerrero es similar al tigre, cuya confianza se basa en su estado natural de atención y conciencia.

El tercer paso del guerrero para desarrollar la mansedumbre es su mente abierta, llena de inspiración, y sin vacilación. Esa apertura inmensa de su mente no viene de la esperanza de poder alcanzar el final del camino, ni de ser mejor en el futuro, sino de ver la riqueza de ser quien somos y de estar donde estamos en este preciso momento. Ha superado la ambición y la sensación de necesitar algo más. Su amplitud mental proviene también de ser capaz de ver la magia que le rodea, y de atreverse a zambullirse en ella, aunque a veces sea doloroso.

Apoyándose en su mansedumbre, el guerrero es capaz de impulsarse con una enorme energía y poder, lo que le ayuda a conseguir sus objetivos. Pero su impuso no es agresivo ni apresurado, porque está lleno de energía, pero también relajado en su confianza. Siempre curioso por su mundo, su atenta mirada le ayuda a realizar sus actividades y a inspirar a los que le rodean.

El guerrero que ha desarrollado la mansedumbre, ya hace tiempo que dejó atrás su interés por la victoria, la fama, o las ganancias. Ya no tiene dudas sobre sí mismo, y por eso no depende tampoco de la respuesta de los demás. Como no depende de las reacciones de los demás, ya no tiene que demostrar su valentía. Aunque en este mundo confuso es poco habitual encontrarse con el respeto por uno mismo, cuando el guerrero invoca su energía interior, su caballo de viento, se siente vivo y confía en sí mismo.

Al respetarse a sí mismo, el guerrero no depende de sus logros o victorias. Y al confiar en sí mismo no tiene miedo de nadie. Por eso, el guerrero que desarrolla la mansedumbre no necesita convencer a nadie con excusas o engaños, y por tanto siempre mantiene su dignidad.

La mansedumbre ofrece confianza y una amplitud inmensa de visión. Con esta visión sencilla y humilde, pero inmensa a la vez, observando todos los detalles que le rodean, el guerrero comienza a desarrollar sus virtudes y sus dignidades. Y en su viaje, el guerrero ya no tiene que mendigar nada a nadie, porque disfruta de una sensación natural de plenitud que le da la confianza y el valor para seguir adelante.




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