La meditación nos enseña a estar presentes y atentos en cada momento,
a abrir cada vez más nuestro corazón, y a ver con mayor claridad todas las
cosas.
La meditación de la
atención no se enfoca en mantener un estado mental en particular, más que nada
porque nunca lo conseguiremos por mucho que nos lo propongamos. En cambio, la
meditación sí que nos enseña a estar cada vez más abiertos, y a abrir nuestro
corazón para expresar sin miedo el amor que reside dentro de nosotros. La
práctica de la meditación nos ayuda, incluso en los momentos más complicados de
nuestra vida, a observar objetivamente los altibajos por los que vamos pasando,
y a sentirnos así menos afectados por los cambios naturales con que nos
encontramos, ya sean agradables o desagradables. La meditación nos ayuda a descubrir cómo abrirnos a la vida y al mundo
en que vivimos, y a permanecer abiertos a lo que sea que surja en nuestra
mente, por más difícil que nos pueda parecer.
La meditación relaja las
tensiones y sana nuestro cuerpo, calma la mente, abre nuestro corazón, y le da
paz a nuestro espíritu. Gracias a la meditación podemos vivir más plenamente
nuestra vida y la realidad de cada momento, porque nos ayuda a ver más
claramente todo lo que nos rodea, las personas, las circunstancias, y a
nosotros mismos. Practicar la atención y la conciencia en la meditación hace
que estemos más presentes aquí y ahora, nos ayuda a estar donde sea que estemos
más plenamente, sin pensar en lo que ocurrió ayer, o lo que sucederá mañana,
sino en lo que estamos viviendo en este preciso instante. La práctica de la
atención nos enseña a ser conscientes del momento presente, que en realidad es
lo único con lo que podemos contar con seguridad, y aprovecharlo antes de que
se desvanezca.

Pero, normalmente, practicar
la meditación no es fácil, a pesar de su sencillez necesitamos determinación y
valentía para seguir avanzando en su práctica sin rendirnos ante los obstáculos
que encontramos en el camino. Porque sólo un guerrero de corazón puede avanzar
por el camino del conocimiento sin quejarse ni arrepentirse de lo que encuentra
a su paso.
La vida del guerrero es un
continuo desafío, en su sentido positivo o negativo. Lo que marca la diferencia
entre un guerrero y un ser ordinario es la forma en que se encaran esos desafíos
que encontramos en la vida. El guerrero
encara cada circunstancia como un reto a superar, mientras que los seres
ordinarios consideran las cosas que les ocurren como bendiciones o maldiciones.
Debemos aportar a la
meditación una actitud de apertura y observación, dispuestos a descubrir lo que
se oculta detrás de las apariencias. Podemos prestar atención al momento
presente en cualquier circunstancia, cuando caminamos o estamos sentados.
Podemos estar centrados de una manera consciente y equilibrada, observando nuestro
cuerpo, la respiración, las emociones o los pensamientos. Presta atención a los
aspectos físicos y mentales que te producen sufrimiento y aprende a desapegarte
de ellos, a soltarlos y dejarlos ir. Aprende a relacionarte con los demás, y
contigo mismo, de una manera amable y bondadosa, con comprensión y
compasivamente. Tal vez este sea el
mayor beneficio que nos puede ofrecer la meditación: Aprender a ser amables con
los demás y con nosotros mismos.
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