Hace mucho tiempo, un anciano maestro de meditación que vivía en la
montaña recibió la visita de un erudito profesor de universidad. El profesor,
que había estudiado durante muchos años todos los libros que pudo encontrar
sobre la mente y la meditación, deseaba que el maestro le desvelara alguna
profunda enseñanza que le ayudara a alcanzar el despertar.
El anciano
recibió amablemente al profesor y le invitó a tomar un té con él. Cuando el té
estuvo preparado, comenzó a servirle una taza al profesor. Empezó a verter el
té en la taza, pero siguió sirviéndole, aunque la taza ya se había llenado y comenzaba
a rebosar y a derramarse el té por la mesa.
El profesor,
sorprendido al ver que el anciano estaba derramando el té, le advirtió: “¡Ya está llena la taza! ¡No cabe más!”
Entonces, el
maestro dejó la tetera sobre la mesa y le dijo al profesor: “Igual que esta taza, usted está totalmente lleno
de sus conocimientos, opiniones y especulaciones. ¿Cómo podría enseñarle algo
más si no vacía antes su taza?”
La
acumulación de conocimiento no es garantía de sabiduría. Necesitamos mantener
una mente fresca y abierta a la experiencia si queremos realmente avanzar en el
camino del despertar.
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