UNA MEDITACIÓN PARA SANAR TU NIÑO INTERIOR

Cómo darte el amor y la compasión que te mereces, y enviar un poco de amor al niño herido que hay dentro de ti.

La siguiente meditación puede ayudar a sanar las experiencias adversas de la infancia, ya que ofrece un espacio vital acogedor y lleno de compasión para los recuerdos de la infancia y toda experiencia pasada, a la vez que hace profundizar y crecer el amor hacia uno mismo. Esta meditación se puede practicar de forma regular porque proporciona un espacio amable para que el cuerpo, el corazón y la mente puedan recordar de una manera paulatina y suave. 
1. Aprovecha tus recursos de amor y apoyo
De la misma manera que podemos usar pedazos de papel o paja para encender un fuego, nuestros recursos para el amor es la paja que nos ayudan a generar la energía de la bondad amorosa.
Los recursos que nos ayudan a desarrollar el amor hacia nosotros mismos incluyen personas, lugares, mascotas, actividades y recuerdos hermosos que enternecen nuestros corazones y alimentan nuestra gratitud, amor y compasión. Cuando vayas a practicar, emplea unos minutos para recordar y sentir profundamente alguno de esos recursos. Haz que cobre vida utilizando todos tus sentidos.
Un recurso por el que podemos estar agradecidos es algún compasivo terapeuta, sanador o chamán que nos haya servido de ayuda en nuestro viaje de transformación y sanación. Un terapeuta somático con conocimientos sobre traumas puede ser una persona de apoyo esencial para aquellos que están recorriendo un camino espiritual.
Otro recurso que puede abrir nuestro corazón puede ser una mascota. Podemos imaginar el peso de su cuerpo en nuestro regazo y la sensación de acariciar su cuerpo. Podemos imaginar cómo viene corriendo hacia nosotros o cómo se acurruca a nuestro lado. Cuando pensamos en nuestra mascota, podemos sentir que nuestro cuerpo se relaja y surge una sonrisa en nuestro rostro.
También puede servirnos de apoyo en nuestra práctica imaginar una hermosa obra de arte que nos sugiera amor y compasión, o el recuerdo de la sensación de ser abrazados por alguien querido. O simplemente pensar que con cada respiración estamos aprendiendo a amarnos más a nosotros mismos.
Es muy importante emplear el tiempo necesario para saborear nuestros propios recursos de amor y así conseguir que se asienten en nuestra memoria a largo plazo. Usa todos tus sentidos y ancla estas sensaciones de bondad y amor en tu cuerpo y mente mientras diriges la energía de la bondad amorosa hacia ti mismo.
2. Atiende a tu cuerpo
Una vez que podemos experimentar las sensaciones positivas de estar en contacto con nuestros recursos, atendemos a nuestro cuerpo. El primer fundamento de la atención plena es el cuerpo. Nos amamos al estar conectados con nuestro cuerpo y reconocer la maravilla que es.
Encuentra un lugar donde puedas estar tranquilo sin distracciones para poder ser consciente del cuerpo y la respiración con cierta comodidad. Adopta una buena postura para que tu respiración sea fácil y puedas estar realmente presente.
Escanea tu cuerpo, desde los pies hasta la coronilla, prestándole verdadera atención a cada parte del mismo. Invita a tu cuerpo a relajarse y suavizarse, acomodándote sobre el cojín o la silla donde estés sentado. Piensa que mediante esta práctica paras, te calmas, descansas, te curas, y te transformas. Enviar esta energía consciente de bondad a tu cuerpo es un acto de amor hacia ti mismo.

3. Ofrece amor a tu niño interior
Entonces, una vez acomodado y tranquilo, ofrécete a ti mismo en silencio estas palabras de meditación guiada:
Cuando inspiro, sé que estoy inspirando.
Cuando espiro, sé que estoy espirando.
Llevo mi amable atención a la inspiración.
Llevo mi amable atención a la espiración.

Al inspirar, soy consciente de todo mi cuerpo, en este preciso momento.
Al espirar, soy consciente de todo mi cuerpo, en este preciso momento.
Soy consciente de mi cuerpo, aquí y ahora.
Al inspirar, me veo como un niño de cinco años, frágil y vulnerable.
Al espirar, me sonrío a mí mismo como un niño de cinco años.

Inspirando, soy consciente de que ese niño de cinco años está en mí.
Espirando, abrazo a ese niño con ternura. 

Permanece todo el tiempo que quieras sintiendo cómo abrazas a ese niño que hay en ti mismo. Cuando empezamos con esta práctica de sentir el niño que hay en nuestro interior, descubrimos que se requiere paciencia y persistencia para conectarnos con él. Puedes visualizarte de niño o imaginar a tu mascota para ayudarte en la práctica. Tal vez te sea útil sentir la sensación de tener entre tus brazos un cachorro o gatito. Tienes que construir una relación de confianza al seguir practicando, aunque sea simplemente dando la bienvenida a ese niño. Encuentra la forma que te ayude más a sentirte tranquilo y a gusto.
Esta meditación nos puede ayudar a vernos como niños y a experimentar de manera muy real la vulnerabilidad de los seres humanos. Muchas veces descubrimos que con frecuencia subestimamos nuestra resistencia y fortaleza, así como también nuestra fragilidad y vulnerabilidad. De hecho, no están separados estos aspectos. Hay un gran poder y fortaleza en nuestra vulnerabilidad y fragilidad. Estar en contacto con la vulnerabilidad, aunque puede que no sea fácil al principio, es una gran oportunidad para estar en contacto con la vida y con nuestra propia bondadAl hacerlo, podemos sanar y fortalecer el niño que hay escondido dentro de nosotros.




    Más abajo puedes dejar un comentario sobre lo que te ha parecido esta publicación y también sugerir algún tema sobre el que te gustaría leer en futuras publicaciones. Gracias por tu colaboración.


Comentarios