Una buena sociedad se construye persona a persona. Las enseñanzas
guerreras pueden inspirarte para ser un buen ciudadano en estos tiempos
políticos problemáticos.
Cree en la posibilidad
En estos tiempos, a menudo escuchamos noticias sobre otro tiroteo, otro
bombardeo, otra muerte. Es posible que nos inquiete pensar que nuestros
hijos, tengan que vivir en este mundo de violencia y odio. Pero este es nuestro
mundo, con esa mezcla de tragedia y alegría, en el que niños, jóvenes, y
adultos tenemos que vivir.
Pero, cuando miramos a un niño, podemos ver en él una posibilidad. Podemos
ver un futuro. En el mundo hay oscuridad y no podemos proteger a nuestros
hijos de todo. Pero, los niños son brillantes, tienen su propia luz. Y podemos
desear que nuestros hijos sean ciudadanos conscientes en este mundo terrible y
hermoso.
Piensa en los demás


Finalmente, el corazón del guerrero se renueva y se expande mediante la
práctica diaria de la contemplación y la quietud, renovando su energía e
inspiración, y permitiendo así que el guerrero pueda continuar con su tarea de
servir a todos los seres.
Considera a los extraños como parientes
Ser un buen ciudadano es ser un buen hermano. Pero, realmente, en
términos espirituales, y también biológicos, nuestro parentesco es
ilimitado. Estamos relacionados con todos los seres, ecológica, económica,
políticamente. La buena ciudadanía significa reconocer y abrazar nuestro
parentesco con los que amamos, con los que odiamos y con la tierra que nos
sostiene. Nos resistimos a esto porque un abrazo de esa magnitud requiere
gran energía. Requiere acción sin violencia, esfuerzo sin la promesa de
fructificar.
Sé cívico

Estas prácticas se refuerzan entre sí. Implican escuchar profundamente
para descubrir cómo los demás se nos revelan, momento a momento, y dejar ir
todo menos la suposición básica de que los demás quieren ser felices y estar
libres de sufrimiento, de igual manera que lo queremos nosotros mismos.
Más allá de esta suposición, no debemos proyectar nuestras fantasías, ideas
o deseos en los demás. Después de todo, otras personas siempre serán un
misterio que supera nuestras percepciones y concepciones.
Tú marcas la diferencia



Confía en lo que puedes hacer. Difunde la alegría a tu alrededor. Haz
el bien con el corazón abierto y la mente clara.

Haz tu poquito de bien

Como buen ciudadano, otorga a quienes tienen opiniones opuestas el
beneficio de la duda en cuanto a sus intenciones. Al mismo tiempo, sin
embargo, trabaja de acuerdo con tus propios puntos de vista para aliviar el
sufrimiento y mejorar la vida de los demás.

“Haz tu pequeño bien donde estés; son esos pequeños trozos de bien juntos los que abruman al mundo "

Aprovecha cualquier ocasión
La manera en que tratamos a los demás en nuestras interacciones del día a
día es la parte más importante de ser un buen ciudadano, porque a través de
nuestras relaciones personales, podemos sacar lo mejor de nosotros mismos.
A menudo la familia se reúne en la cocina mientras se prepara la comida, y
ese puede ser un momento tan bueno como otro para compartir con otras personas
nuestra atención, conciencia, y sabiduría. En ocasiones y circunstancias
tan ordinarias como esa, nuestros comportamientos sencillos pero poderosos pueden
dejar una huella en el mundo que nos rodea. Frases como las siguientes pueden ser de gran
ayuda a otros, aunque se digan en la cocina, en el autobús, o cuando estés de
compras:
No traigas tristeza a las personas.
Sonríe cuando hables con la gente.
Trata a las personas
con respeto. Ponte en su lugar.

La ciudadanía es una práctica
A veces, la práctica significa investigar profundamente el origen de la
energía eléctrica que usamos. ¿Cómo se produce y con qué repercusiones?
A veces significa preparar y servir comidas en un comedor social para
aquellos que lo necesitan, ofreciendo alimentos nutritivos y una presencia
empática.
A veces significa recordar, incluso en medio de un conflicto partidista,
que nadie es nuestro enemigo. Los que están del otro lado no son personas
malvadas; Sus palabras y acciones hirientes surgen de su sufrimiento e
ignorancia. Merecen compasión, no odio.

Solo el amor disipa el odio
En ocasiones nos desesperamos por la carnicería sin sentido y la violencia
represiva que vemos en el mundo, pero ante nuestra desesperación podemos
abrazarnos y cuidarnos unos a otros. Con solidaridad, con nuestra
humanidad más profunda, podemos comprometernos a vivir la verdad mencionada en
cada tradición espiritual a lo largo de la historia humana ejemplificada en estas
palabras:
Esta es la verdad,
antigua y eterna.
A partir de esa verdad, creamos justicia de la única manera posible, es
decir, por medios justos. No intentamos justificar ninguna forma de
opresión. Por ejemplo, no tratamos de justificar el racismo debido al
terrorismo. En cambio, nos esforzamos por disolver todas las opresiones,
por la libertad de todas las comunidades y la justicia de todos los seres.
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