¿QUÉ ES SABIDURÍA?


La sabiduría no trata de respuestas, trata del poder de las preguntas, del desarrollo de una gran curiosidad que atraviesa toda solidez y autoengaño.
El Camino del Guerrero es vasto, desafiante y abierto a todos, y se basa en la compasión y la sabiduría. El principal desafío para el guerrero es cómo reunir en su vida estos dos aspectos.
Podemos definir la sabiduría como un "mejor conocimiento", un conocimiento superior o más profundo que el habitual. La sabiduría es una explosión natural de curiosidad, duda e inquietud. Es precisa, pero al mismo tiempo juguetona. El despertar de la sabiduría se aplica a todos los aspectos de la vida, hasta los más mínimos detalles. Nuestro interés por conocer abarca todos los niveles, desde el más mundano, como, por ejemplo, ¿cómo enciendo este ordenador? hasta niveles tan profundos como ¿cuál es la naturaleza de la realidad?
La sabiduría se puede simbolizar de muchas maneras: como un libro, un sol, una copa de elixir, o como una chispa transformadora. Una de las formas más habituales en que se representa la sabiduría es como una espada. Cuando piensas en una espada, puede hacerte sentir un poco incómodo, porque una espada puede ser peligrosa y si no la manejas adecuadamente, puedes herirte. Así, al representar la sabiduría como una espada se está señalando que el conocimiento es inquietante.
¿Por qué es inquietante y amenazadora la sabiduría? Ya que es a través de la sabiduría que percibimos el vacío, o falta de solidez de la realidad, socava nuestra noción de realidad y los límites que nos ponemos en nuestra visión del mundo. Abrirnos a la inmensidad y profundidad de la vacuidad requiere que abandonemos por completo nuestra estrechez mental y nuestro apego.
Muchas enseñanzas tratan el tema de la sabiduría, y algunas de ellas exponen de forma concisa y elegante la experiencia de la vacuidad con frases provocadoras como: "Sin ojos, sin oídos, sin nariz, sin lengua, sin cuerpo, sin mente ... sin sufrimiento, sin origen del sufrimiento, sin cesar el sufrimiento, sin camino ... sin sabiduría, sin logro, sin no logro ". De esta manera, paso a paso, precisa y sistemáticamente, casi quirúrgicamente, se eliminan todas y cada una de las barreras que nos separan de la intensa y directa experiencia del vacío.
El filo agudo de la sabiduría corta a muchos niveles. En un sentido ordinario, la sabiduría representa una percepción y curiosidad agudas. A medida que avanzamos en nuestras vidas, y particularmente cuando entramos en un camino espiritual, siempre nos estamos haciendo preguntas, siempre estamos tratando de entender. En lugar de simplemente conformarnos con una comprensión superficial, pensamos profundamente y nos preguntamos: “¿Qué entiendo realmente? ¿Algo de esto tiene sentido?” La sabiduría tiene esta cualidad de duda creativa, que no solo acepta cosas basadas en la autoridad o los rumores, sino que continuamente profundiza buscando una mayor comprensión de forma directa y sin intermediarios.
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Además de ser afiladas, las espadas tienen puntas agudas y pueden perforar. La afilada espada de la sabiduría perfora todo tipo de ilusión, todo tipo de autoengaño, todo tipo de falsas comprensiones y falsas opiniones. Esta cualidad punzante de la sabiduría es abrupta e inmediata, te pilla por sorpresa. Quizás eres un estudiante nuevo que está explorando el camino y las enseñanzas por primera vez, estudiando estas cosas nuevas e interesantes y empezando a practicar la meditación. De repente, la sabiduría se te acerca sigilosamente y sientes como si te atravesara. Te sientes atrapado, porque la sabiduría te ha atrapado en el acto, ya sea en el acto de ensimismamiento, en el acto de hinchar tu ego o en el acto de mentirte a ti mismo. La sabiduría es una zona libre de mentiras. Cada vez que intentamos alejarnos de la auténtica e inmediata realidad de las cosas, estamos convirtiéndonos en un objetivo de esta cualidad punzante de la sabiduría.
Se podría decir que la sabiduría es un mecanismo de defensa. Si seguimos hinchándonos e hinchándonos, en algún momento nos pincharemos con la sabiduría y todo se derrumbará. Eso es bueno, pero al mismo tiempo, esa cualidad precisa y directa capaz de perforar las apariencias distorsionadas pueden verse como una amenaza. Nos sentimos amenazados por la posibilidad de ser descubiertos, pero dado que la sabiduría es nuestra propia percepción inherente, ¿quién nos está descubriendo? ¡Somos nosotros mismos! No es que alguien más va a decir: "Te he pillado". A través de la sabiduría, en el fondo sabemos realmente lo que está sucediendo: nos tenemos calados. Continuar engañándonos a nosotros mismos requiere esfuerzo, y si dejamos de esforzarnos por seguir engañándonos a nosotros mismos, fingiendo que realmente no sabemos lo que está sucediendo, tarde o temprano la sabiduría nos ensartará.
Puedes considerar todo esto como una advertencia: en cuanto entras en el Camino del Guerrero y comienzas a practicar la meditación y a estudiar las enseñanzas, estás cogiendo esta espada de sabiduría. Ahora que tienes esta cosa afilada, esta espada que ensarta y atraviesa todo tipo de montaje egocéntrico, tienes que lidiar con eso.
La espada de la sabiduría tiene dos lados afilados, no solo uno. Es una espada de doble hoja, afilada en ambos lados, por lo que cuando das un tajo de sabiduría corta de dos maneras. Cuando cortas el engaño, también estás cortando el ego que quiere atribuirse el mérito de haberlo hecho, dejándote así desubicado.
Mientras más atención desarrolles, más poderosa será la espada de la sabiduría. Una vez que tienes esta espada, ha desaparecido cualquier posibilidad de escapar. Pero no hay nadie que te esté haciendo eso: es tu propia inteligencia, no es nadie más. El corte de la sabiduría es como el harakiri. Mientras sostienes la espada, cuando la levantas, preparándote para atacar, descubres que te ha cortado en dos. La sabiduría nunca deja de cortar. No puedes utilizarla para cortar sólo un poco y quedarte algo para tu propia satisfacción o seguridad. La sabiduría corta y corta, y sigue cortando, hasta que ya no queda nada que cortar.
La sabiduría no nos permite convertir nada en una credencial o en un suelo firme donde sentirnos cómodos. Podríamos convertir cualquier cosa que hacemos en una credencial, incluida la espiritualidad, el camino del guerrero, o la práctica de la meditación. Podríamos usar cualquiera de esas cosas en nuestra forma habitual de crear credenciales, de construir una identidad, de tratar de ser especiales. Podríamos decir: "Ahora soy una persona espiritual que hace tal y cual cosa". La respuesta de la sabiduría sería: "Bueno, está bien. Puedes decir eso, pero sabes que no podrás mantenerlo por mucho tiempo. Sabes que no es tan sólido”. La espada de la sabiduría corta nuestra adherencia a tierra firme.
Otra imagen de la sabiduría es el sol: el sol de la sabiduría está iluminando nuestro mundo. Si somos curiosos, si estamos atentos, hay una especie de iluminación natural. Hay luz que brilla en los rincones oscuros y una sensación de estar bajo los reflectores, totalmente expuestos. Lo gracioso es que realmente pensamos que podemos escondernos. ¿Cómo podemos pensar eso? ¿Cómo podemos pensar que en realidad no sabemos quiénes somos? Pero muchas veces adoptamos esa actitud de no querer realmente mirarnos a nosotros mismos, o a nuestras vidas, muy de cerca. Simplemente miramos para otro lado y seguimos adelante. Sin embargo, no hay un rincón donde el sol de la sabiduría no brille. La sabiduría es como tener un sol brillando por todas partes, en todas direcciones, sin ponerse nunca.
Una vez que te abres a la sabiduría, esta curiosidad fundamental tiende a estallar en llamas. Es como una pequeña chispa que cae en un montón de hojas secas. Una vez que existe esa pequeña chispa, esa pequeña percepción, esa pequeña sospecha de que realmente sabemos más de lo que pensamos, explota y lo consume todo.
En ocasiones, la sabiduría se representa como un hermoso aspecto femenino con cuatro brazos. Dos brazos están cruzados sobre su regazo en la clásica postura de meditación, y sus otros dos brazos sostienen una espada y un libro. A través de estos gestos, se manifiestan los tres aspectos de la sabiduría: el conocimiento académico, el corte que atraviesa el engaño y la percepción directa del vacío.
También se representa la sabiduría con un aspecto masculino que personifica el conocimiento, sosteniendo una espada y una copa de elixir o una flor. La copa llena del elixir de conocimiento simboliza la visión intuitiva directa. La espada es la actividad de la sabiduría y la copa es el aspecto receptivo del aprendizaje. La flor representa el desarrollo orgánico de la sabiduría que, como una flor, se abre y florece de forma natural, no necesita forzarse.
La sabiduría tiene que ver con cultivar la curiosidad de la mente, cultivar una comprensión profunda que no es una mera credencial, sino que transforma quiénes somos por completo. ¿Cómo se puede cultivar la sabiduría? El proceso de profundizar nuestra comprensión se conoce como los tres niveles de sabiduría, o las tres sabidurías. Estas se llaman escuchar, contemplar y meditar.
La primera sabiduría: Escuchar
Escuchar, la primera sabiduría, se basa en estar abierto a nueva información, reunir conocimiento y realmente tratar de escuchar. Aunque se llama escuchar, además de escuchar con los oídos, también incluye leer y observar a través de todos nuestros sentidos. Cuando escuchas las enseñanzas, debes ser como un ciervo en el bosque. Oyes un ruido, pasos entre las hojas, y no sabes si ese ruido es un cazador o un lobo. En ese momento tus sentidos se despiertan por completo. Estás muy atento y listo, si es necesario, para huir del peligro. Estás absolutamente alerta y absolutamente sintonizado con tu entorno. Esa cualidad de alerta y atención extrema es la cualidad de la audición. Debes escuchar las enseñanzas como si tu vida dependiera de ello. Esa es la forma correcta de realizar la primera sabiduría.
La segunda sabiduría: Contemplar
Sin embargo, en ese punto, consideramos el conocimiento como algo que está separado de nosotros, un objeto con el que estamos intentando descubrir cómo relacionarnos. Para profundizar más, pasamos a la segunda sabiduría, contemplar. Una vez que hemos escuchado, o leído, o experimentado algo, la contemplación significa masticarlo realmente. Nos cuestionamos lo que hemos escuchado, observándolo desde diferentes ángulos, tomándonos el tiempo necesario para explorarlo. Si realmente entiendes las enseñanzas, deberías poder explicárselas a tu abuela de tal forma que también pueda entenderlas. Ese es un gran desafío: no es simplemente ser capaz de dar una charla aprendida de memoria, con un montón de listas y clasificaciones. Tienes que haber masticado las cosas y haber realmente pensado sobre ellas. Tienes que llegar al punto donde puedas expresar las enseñanzas con tus propias palabras y tus propios ejemplos. Necesitas encontrar tu propia voz, y eso requiere tiempo. Esa es la idea de la contemplación.
Estudiar las enseñanzas guerreras no es como ir a la escuela, donde pasas de un curso a otro. En la tradición guerrera, tomas una o dos cosas y las estudias una y otra vez. Tomas un tema y vuelves a él y vuelves a él. Trabajas con él toda tu vida. Una y otra vez vuelves a algunas ideas básicas, y cada vez profundizas más en tu comprensión. El proceso de la contemplación es una relación a largo plazo, como la de una pareja de ancianos que llevan toda la vida juntos. No sucede rápidamente, necesita su tiempo.
La tercera sabiduría: Meditar
La tercera sabiduría se llama meditar. Este es el punto en el que has estudiado algo tan a fondo, lo has investigado tan completamente, que ya no está separado de ti. Es parte de quién eres, te ha calado hasta los huesos. La sabiduría de la meditación significa que realmente has digerido las enseñanzas. No hay necesidad de intentar traer las enseñanzas desde algún lugar, o hacer un esfuerzo para reconstruirlas, porque ya están aquí, están en tus células y en tu ADN.
Escuchar es como llevarte algo de comida a la boca. Contemplar es como tragar esa comida y comenzar a digerirla y ver si te produce indigestión o no. Meditar es cuando ya la digeriste y esa comida es parte de ti. No se puede separar de ti, está completamente incorporado en tu ser. Te has quedado con la esencia y has descartado todo lo que es irrelevante, igual que hacemos con los alimentos que comemos o el aire que respiramos. Todo el proceso es tan natural como comer.
Por lo general, pensamos que el conocimiento significa tener todas las respuestas, pero la cualidad de la sabiduría es más como tener todas las preguntas. "En la pregunta está la respuesta". Estamos mirando en la dirección equivocada si creemos que algún camino, algún maestro, algún libro o alguna práctica nos proporcionará "la última respuesta". Lo que realmente deberíamos estar buscando es la última pregunta. Podemos aprender a confiar en nuestra mente inquisitiva. Podemos aprender a confiar en nuestro conocimiento sin encasillarlo o reducirlo a nuestras categorías convencionales. De hecho, la sabiduría no se puede encasillar. Eso sería como tratar de poner el sol en un casillero. Simplemente no funciona.
¿Qué es este conocimiento que no se puede poseer, que no podemos tener, que no podemos utilizar como credenciales, que no es un objeto? ¿Qué es este conocimiento que parece aparecer solo cuando no estamos tratando de comprenderlo? ¿Cuál es ese conocimiento que parece venir de la nada? ¿Qué es este conocimiento que es inspirador, pero al mismo tiempo amenazante? ¿Qué es este conocimiento que nos reta a reconocer lo que sabemos, pero preferimos mantenerlo enterrado? ¿Cuál es esta visión penetrante que nos lleva a la experiencia directa del vacío?
Fundamentalmente la sabiduría es una gran mente inquisitiva. Es un gran cuestionamiento, sin ni siquiera mente.

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