DINERO Y CONCIENCIA


Podemos identificar de diferentes formas nuestros patrones y actitudes habituales en torno al dinero y cultivar una perspectiva más generosa.
No hay virtud en lo que es escaso; ni maldad en lo que es generoso. Independientemente de la riqueza o la pobreza, cuando surge la codicia en las personas, estas pierden la belleza de sus mentes. La mente del Despertar es la mente que sabe lo que es suficiente.
La práctica de la conciencia en la vida diaria nos brinda un amplio campo donde practicar y aprender lo que es suficiente. En la vida cotidiana, podemos reducir nuestros gastos al mínimo para sobrevivir y deshacernos de todas nuestras pertenencias, o podemos vivir en el otro extremo, gastando el dinero en cosas y experiencias que causan más problemas en nuestras vidas o en las vidas de los demás. Independientemente de cómo organizamos económicamente nuestras vidas, observar nuestro comportamiento con el dinero nos muestra cómo nos relacionamos con todo, revelando nuestras suposiciones, hábitos y formas de relacionarnos.
Ser conscientes al relacionarnos con el dinero es una práctica poderosa. A continuación, encontrarás algunas maneras de ser más conscientes de nuestro comportamiento en relación con el dinero.
HAz UN SEGUIMIENTO DE tus GASTOs
Muchas personas son perezosas cuando se trata del dinero. Esto puede manifestarse en no tener en cuenta lo que gastan, no saber claramente cuáles son los ingresos y gastos regulares, o vivir en el caos, la ansiedad, la evitación, la obsesión o el resentimiento por el dinero. Un antídoto exigente, pero gratificante, para esto, es hacer un seguimiento hasta los céntimos de los gastos. Llevar una pequeña libreta, o una aplicación en el móvil, para contar los gastos en efectivo, guardar los recibos, asegurarse de tener el dinero suficiente en la cuenta para hacer frente a los pagos, y anotar las transacciones automáticas, puede ayudarte a tener una imagen más clara de tu economía, especialmente cuando sumas todo a final de mes. El seguimiento de nuestros gastos, todos los días, todos los meses, dice la simple verdad sobre lo que aparentemente valoramos, y así también podemos ver si nuestras compras están alineadas con nuestros valores más profundos.
date cuenta de CóMO te SIENTEs CUANDO GASTAs
Cuando registres tus gastos, simplemente observa (y, si es posible, escribe) si el sentimiento es positivo, negativo o neutral. Observa tus pensamientos, intenciones y sensaciones corporales antes de una compra y cómo cambian durante y después de ella.
PRIORIZA LA VIDA ESPIRITUAL EN la planificación DE tus GASTOS
Es importante identificar y priorizar las cosas que más valoramos. Claramente, debemos priorizar la comida y el refugio. También debemos priorizar cosas como la recreación porque la privación constante a menudo resulta en una reacción cíclica de gasto excesivo. Pero, ¿dónde encajan las actividades espirituales en relación con el alquiler o ir al cine? El gasto espiritual incluye cosas como talleres, cursos y retiros de meditación o de la práctica que lleves a cabo, libros sobre espiritualidad y desarrollo personal, y actos de generosidad para apoyar causas o prácticas relacionadas con la espiritualidad.
Sin práctica espiritual, no tenemos claro cuáles son nuestras otras prioridades. Esto no quiere decir que deba gastar más en la categoría espiritual que en cualquier otra, o no cumplir con otras obligaciones debido al gasto espiritual; simplemente debemos reconocer que no hay ningún beneficio (y hay un daño potencial) en pasar hambre espiritual cuando hay que tomar decisiones difíciles sobre en qué gastar el dinero. Algunas tradiciones practican el diezmo como una forma de poner la vida espiritual en primer lugar, comprometiendo una parte de los ingresos para apoyar a la comunidad correspondiente. Esto expresa un reconocimiento de que la vida espiritual nos sostiene y priorizamos apoyarnos a nosotros mismos y, en última instancia, a los demás de esta manera. También es una forma de usar las siguientes dos prácticas.
 CULTIVA LA GRATITUD
Esto se puede hacer simplemente anotando una lista de gratitud en un trozo de papel. Podemos estar agradecidos por algo tan sencillo como tener un par de zapatos o algo que comer. Practicando la gratitud, nos sentimos ricos, llenos, y satisfechos. Podemos disfrutar de los parques públicos, del sol y del mar. Podemos parar y prestar atención a nuestros sentidos y a los millones de mensajes de amor que recibimos a través de ellos en cada momento. Podemos decir "gracias", y decirlo en serio, en cada compra, ¡incluso al pagar las facturas! Para aquellos con tendencia a la codicia, practicar la gratitud puede ser como comer antes de ir a hacer la compra. ¿Cuántas veces lo que parecía un desastre resultó ser una bendición disfrazada? ¿No son algunos de los mayores desafíos de nuestra vida la fuente de nuestra sabiduría más profunda? Cuando practicamos la gratitud, más tarde o más temprano, acabamos convirtiendo las flechas en flores.
CULTIVA la GENEROSIDAD
El propósito del gasto y del consumo no debería ser satisfacer nuestros deseos de comodidad o gratificación del ego, sino mejorar la calidad de vida para nosotros y para los demás, y beneficiar el medio ambiente. Esto significa armonizar nuestros propios intereses con los de los demás y con nuestro entorno. A menudo, esto significa reflexionar sobre cuál es el uso más beneficioso de nuestros recursos y compartir lo que tenemos. Un acto de generosidad no tiene que ser monumental. Quizás podemos darle algo pequeño a un compañero de trabajo de forma anónima, como una tarjeta de felicitación o un detalle en su cumpleaños, o podemos escoger una de nuestras pertenencias que tenga cierto valor o significado para nosotros, y se lo demos a un amigo. Como siempre, más que el valor material, es la intención de nuestro corazón lo que hace que algo sea realmente valioso.
Teniendo en cuenta estos sencillos consejos, podemos ver con más claridad nuestra relación con el dinero y cambiar la perspectiva sobre él, haciendo un uso mucho más consciente de nuestros recursos económicos, yendo más allá de simplemente gastar o comprar por los impulsos del momento.



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