La
mente profunda del dragón no se expresa de la misma forma que la mente cautiva
por el miedo y la esperanza.
El dragón es el símbolo de la
inmensa profundidad insondable, que está relacionada con la profundidad de
nuestra propia mente. Si conocemos esa profundidad, conocemos la esencia de
nuestro corazón. Esa esencia existe por sí misma, no depende de nada, no tiene
ni principio ni fin, carece de cualquier artificio y va más allá de los
conceptos. Con esa profundidad de nuestra mente podemos observar el mundo con
claridad, viendo los juegos y engaños de las personas, y cómo intentan
manipular su mundo, para esconder su verdadera naturaleza sensible y
vulnerable. Al ver claramente la realidad del mundo ya no caemos con tanta
facilidad en las trampas que encontramos a nuestro paso.

Cuando podemos ver las cosas con calma y claridad, nos
elevamos como el dragón por encima de las montañas, consiguiendo una
perspectiva mucho más profunda y amplia de todas las cosas. La visión del dragón va más allá de
la dualidad, deja de dividir el mundo en lo que “me gusta” y “me disgusta”, y
ya no se deja engañar por las apariencias. Conecta con el mundo tal y como es,
sin juzgarlo ni rechazarlo, y es capaz de ver la sabiduría que hay en nosotros
y en los demás. Ya no nos sentimos amenazados por los demás, sino que tenemos
curiosidad por conocerlos mejor. Gracias a su entrenamiento, el guerrero ha
desarrollado una gran precisión y apertura para relacionarse con el mundo que
le rodea y consigo mismo. Gracias a esa mente profunda y vasta del dragón,
aceptamos lo que la vida nos presenta a cada momento, y nos interesamos por
cada pequeño detalle, en ese preciso momento, aquí y ahora. Esa gran precisión
y apertura es lo que despierta la valentía en el guerrero, dejando de estar a
la defensiva ante los demás y preocupándose sinceramente por los que le rodean.


Cuando estamos realmente despiertos, vemos que el mundo
entero está despierto. Con esa visión clara de la realidad, podemos estar
seguros de la grandeza de nuestro ser, esa es la mente de sabiduría del dragón
que se nutre de la energía de la propia vida. Cuanto más nos involucramos con
la vida, de una manera honesta y abierta, sin prejuicios, más energía tenemos
para seguir adelante.

La mente de dragón siente la realidad de su mundo de una
manera tan directa y natural que se siente realmente uno con el universo. La
confianza del dragón es natural y espontánea, no necesita crearla ni
aumentarla. Su sabiduría ve los elementos que componen el mundo tal y como son,
sin sorprenderse por los cambios, y fluyendo por ellos como el agua. Con la
mente del dragón podemos ser firmes y estables como la tierra, entusiasmarnos
como el fuego, volar con el viento de la virtud para llevar integridad y
nobleza a cada situación, o simplemente descansar en el inmenso espacio que
todo lo acoge. Ese es el poder del guerrero-dragón.

El dragón sostiene una joya que representa el corazón despierto.
Con la sabiduría del dragón podemos ver que nuestra esencia es la misma que la
del universo: inmensamente abierta y acogedora. Así, con esta joya del dragón,
convertimos toda nuestra vida en una oportunidad para crecer y disfrutar. Con
apertura y precisión, de forma natural las causas y condiciones se reúnen e
interaccionan para llenar nuestra vida de logros, prosperidad, y magia.
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