GOBERNAR EL UNIVERSO


Para gobernar el universo, tenemos que abrir el corazón y dejarlo al descubierto, mostrando al resto del mundo nuestra valentía y vulnerabilidad.

Seguramente ya hemos comprobado en alguna ocasión que podemos descubrir la magia ordinaria que nos rodea, y eso puede transformar toda nuestra vida en una experiencia sagrada y reveladora. Aunque estas experiencias sean sencillas y corrientes, es muy posible que nos hayamos sentido un poco superados por esta visión, al sentir que hay una sabiduría inmensa que nos rodea por todas partes. Seguramente, aún tenemos dudas y preguntas sobre cómo podemos hacer realidad la visión del guerrero en nuestras vidas.

¿De dónde vamos a sacar el valor para recorrer el Camino del Guerrero? ¿es suficiente con desearlo y seguir intentándolo hasta conseguirlo? ¿o nos imaginamos que lo estamos logrando, y nos aferramos a la ilusión de que sea así? Pero nada de esto funciona. Hay personas que se esfuerzan muchísimo para conseguir convertirse en guerreros, y nunca lo consiguen. En lugar de eso, cada vez están más confusas y van descubriendo su cobardía e incompetencia. Si en nuestra práctica no hay alegría y magia, acabaremos chocando contra un muro de locura.

Para convertirte en guerrero, no puedes simplemente intentar recorrer el camino como un aficionado que espera algún día convertirse en profesional. No es lo mismo imitar que emular. El aprendiz de guerrero emula a los guerreros del pasado, que recorrieron el camino antes que él, y va avanzando por el camino atravesando las diferentes etapas de aprendizaje con disciplina.

El resultado de avanzar por el camino del guerrero es experimentar la esencia fundamental de nuestro corazón, nuestra verdadera naturaleza. Es la experiencia de la verdad libre de referencias del estado del no-yo. Aunque, ese descubrimiento exento de referencias, se alcanza trabajando con las referencias que encontramos en nuestra vida diaria, las tareas domésticas habituales necesarias para vivir: comer, lavar la ropa, limpiar la casa, trabajar o pagar las facturas. Todas estas actividades son sencillos puntos de referencia, que nos ayudan a vivir.

También hay puntos de referencia relacionados con las emociones, y cómo las expresamos. Experimentamos la amistad y el amor, discusiones y peleas, el aburrimiento y la alegría, diferentes texturas emocionales que también nos ofrecen puntos de referencia para organizar nuestras vidas.

Antes que nada, los principios guerreros tienen que ver con aprender a reconocer estos procesos comunes y corrientes. Y cuando nos relacionamos verdadera y conscientemente con estos aspectos de la vida diaria, es muy posible que descubramos algo que nos inquiete. Quizá nos demos cuenta al tomar un café que estamos en un espacio inmenso y vacío, como si ese espacio sin límites estuviera tomando el café. Cuando estemos haciendo cualquier pequeña cosa del día a día, ese mismo punto de referencia nos hará experimentar la ausencia de referencias, el vacío.

Aunque generalmente se considera el espacio como algo muerto o inerte, en este caso nos estamos refiriendo a un mundo inmenso que puede reconocer, acoger, y absorberlo todo. Podemos comer con el vacío, vestirlo o limpiarlo, como si hubiera algo allí. Pero cuando intentamos definirlo, no podemos encontrar nada, porque en realidad es la verdadera naturaleza de nuestra esencia, de nuestro corazón, que es precisamente lo que nos permite convertirnos en auténticos guerreros.

En esencia, el guerrero es alguien que no tiene miedo del espacio. En cambio, el cobarde siempre vive con miedo del espacio, en la noche, o en medio del silencio, el cobarde imagina en su mente todo tipo de peligros y monstruos que le acechan. El cobarde teme a la oscuridad porque no ve nada, y teme al silencio porque no oye nada. Eso es precisamente la cobardía: convertir lo que es fundamental y no condicionado en algo a temer, imaginando diferentes puntos de referencia. Pero el guerrero no necesita que el espacio fundamental tenga límites o esté condicionado a alguna referencia, para él no es ni bueno ni malo, simplemente “es”.

En la oscuridad del mundo confuso, hay miedo al espacio abierto y sin referencias, porque es un mundo en el que la gente teme sentirse vulnerable, tiene miedo de exponer su corazón al mundo que le rodea, y teme ir más allá de los puntos de referencia y de los límites que ellos mismos han creado. En este mundo de oscuridad, la gente siente que no puede abrirse y que tiene que protegerse creando una armadura a su alrededor. Pero, realmente se están protegiendo del espacio abierto y sin límites.

Tal vez consigamos acorazarnos de pies a cabeza, y quizá eso nos haga sentir seguros, pero al mismo tiempo nos sentiremos increíblemente solos, sentiremos la soledad del cobarde que se esconde dentro de su armadura, totalmente separado del calor humano de otras personas. Llegaremos al punto en que no sabremos cómo vivir sin armadura, y ni siquiera cómo quitárnosla de encima, no podremos vivir sin el punto de referencia de sentirnos seguros.

Pero, el guerrero se aventura más allá de las armaduras, se lanza a la inmensidad del espacio, valiente y tierno al mismo tiempo. Abre su corazón al mundo y deja de esconder sus heridas. El guerrero no protege sus puntos sensibles, esas heridas abiertas, del mundo, sino que se muestra totalmente abierto y vulnerable a los demás.

De esa actitud abierta y valiente del guerrero nace el gobernante-guerrero del universo. Ese gobernante es sensible y abierto, siempre dispuesto a mostrar su corazón al mundo sin ningún reparo. Así se convierte el guerrero en el gobernante de su propio mundo, de su universo, dejando que los demás puedan ver su corazón en carne viva.

En general, cuando se piensa en un rey o gobernante, imaginamos alguien que está apartado del mundo, escondido y a salvo en su palacio o castillo. Pero, para el guerrero, el auténtico gobernante es el que se abre a los demás para extender el bienestar entre todos los seres. Y el poder de ese gobernante viene de abrirse y compartir su corazón con el mundo, porque no tiene nada que ocultar, ni tiene armadura para protegerse. La experiencia del guerrero es cruda y directa, más que desnudo está en carne viva, sensible a cada pequeño detalle que le rodea, y expuesto hasta la médula.

La realización completa de su verdadera esencia, de la esencia de su corazón, es el resultado de recorrer el camino del guerrero. En ese punto del camino, el guerrero ya no tiene ninguna duda sobre lo que hay en lo más profundo de su corazón, ni duda sobre sí mismo. Al estar totalmente al descubierto, podríamos preguntarnos si no sería mejor cubrirnos un poco, pero ya no es posible. No hay lugar ya para dudar, porque ya no tenemos nada que perder ni ganar, simplemente abrimos de par en par nuestro corazón al mundo, para gobernar el espacio sin límites del universo.




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