El guerrero
debe sentir la libertad de hacerse preguntas sobre las enseñanzas, los maestros
y sobre sí mismo, manteniendo siempre un espíritu de curiosidad e investigación
que ilumine su camino.
La práctica del guerrero es aprender a vivir, y este
es un camino lleno de alegrías y desafíos. Las enseñanzas guerreras nos
piden que abramos la mente para revisar con una mirada fresca nuestros puntos
de vista y opiniones, y para no aceptar nada solo por fe. A medida que
practicamos, se nos anima a investigar nuestras convicciones más queridas,
incluso las que tengamos sobre las propias enseñanzas. Afortunadamente,
este puede ser un viaje interminable en el que sigamos descubriendo algo nuevo
de nosotros mismos en cada faceta de la vida.
Es importante hacernos preguntas, necesitamos el
espíritu crítico para seguir avanzando por el camino del guerrero. Tenemos derecho a hacer preguntas sobre cualquier cosa, pero con ese
derecho también nos viene una responsabilidad: si cuestionas las acciones de
otros, también debes estar dispuesto a cuestionar las tuyas.

Tenemos a nuestro alcance un gran mercado espiritual,
lleno de promesas y reclamaciones. No es de extrañar que esta multitud de
caminos hacia la sabiduría y la paz confunda a muchas personas.
La historia del mundo revela que la mayoría de
nosotros nos sentimos atraídos por aquellos que brindan una enseñanza sólida e
intransigente y que nos dicen, o interpretamos, algo así como: "Esto es
todo, y todos los demás están equivocados". De hecho, podemos ver este peligroso
patrón en la política actual. Pero también aparece en el ámbito
espiritual, donde hay que plantearse las mismas preguntas: ¿Realmente quieres
la libertad? ¿Puedes manejar la responsabilidad? ¿O simplemente
preferirías que un maestro impresionante te proporcione las respuestas y haga
el trabajo duro por ti?
A pesar de la gran cantidad de problemas que han
surgido en diferentes grupos espirituales en los últimos treinta años, todavía puedes
encontrar a algunos meditadores casi arrastrándome a los pies de un maestro,
diciendo: "Sólo dime cómo vivir". Hasta los que más se cuestionan
todo pueden haber cometido este error varias veces, ¿tú también? Anhelamos
a un maestro especial con acceso único a la verdad. Puede ser fantástico
ser su estudiante. Podemos sentir que nuestra vida espiritual está
satisfecha. Podemos así librarnos de la preocupación y la responsabilidad
que conlleva el ejercicio del derecho a hacer preguntas, pero, por supuesto, no
seremos libres.
Ante estas preocupaciones y confusiones, un maestro
auténtico te dará una orientación como antídoto para no tomar decisiones poco
hábiles, que podrá guiarte en la selección de un maestro y también para
investigar en cualquier ámbito de la vida. Algo así como:

“En cambio,
cuando compruebes por ti mismo que algo de esto es útil, que es
irreprochable, que es alabado por los sabios, que cuando se adopta y se lleva a
cabo conduce al bienestar y a la felicidad, entonces debes adoptarlo y mantenerte
con ello”.
La respuesta a nuestras dudas de un verdadero maestro
destacará que lo más importante es la experiencia directa. Por regla
general, las personas confían en diversos tipos de autoridad: unas internas,
otras externas, unas fiables, y otras equivocadas. Solo porque una
enseñanza es antigua, o esté en ciertos textos sagrados, no la hace verdadera. Solo
porque parece razonable, o te atrae la persona que la enseña, no significa que eso
sea sabiduría.
Nos encontramos entonces con la siguiente pregunta:
¿Cómo puedo distinguir entre lo auténtico y lo falso o equivocado? ¿Adónde
me dirijo para encontrar una orientación que me enseñe a vivir de una manera
auténtica y consciente?
Esto no quiere decir que debemos rechazar la razón y
la lógica, o que las antiguas enseñanzas son irrelevantes, o que tienes
que reinventar la rueda cada vez que te enfrentas a una elección. Los
auténticos maestros nos dan pautas que son precauciones, no
prohibiciones. Nos advierten contra la obediencia ciega a la autoridad de
las tradiciones y los maestros, o a la autoridad de nuestras propias
ideas. También nos advierten contra la obediencia ciega a la razón y a la
lógica.

Ya seas un meditador nuevo o experimentado, si
realmente te pones a investigar tus creencias y convicciones, ¿no te encuentras
con que esto te desafía y te hace ir más allá? Las enseñanzas pueden
inspirarte. Solo escucharlas puede satisfacer tu intelecto y nutrir tus
emociones. Aun así, recuerda preguntarte de vez en cuando: ¿A dónde me lleva esto? ¿Mi práctica me
lleva a actuar con más amabilidad y sabiduría? Cuestiónatelo una y
otra vez.
Pero no te detengas ahí. Para que las enseñanzas se
conviertan en conocimiento de primera mano, tienes que vivir íntimamente con ellas,
deben mantenerse firmes cuando las cuestionamos y nos deben ayudar a
mantenernos firmes ante nuestro propio cuestionamiento. "Sé una
lámpara para ti mismo". Tus preguntas iluminarán tu camino.
En última instancia, las ideas sobre la verdad deben
ponerse a prueba en la experiencia que vivimos. En las enseñanzas, se
ofrece a menudo una sencilla fórmula que nos guía en esta dirección: examinar
todo en términos de causa y efecto. Cualquier cosa que no sea útil, que
cause daño o sufrimiento para uno mismo y/o para los demás, debe ser reconocida
y abandonada. Todo lo que sea útil, que conduzca a la felicidad y la paz
para ti y para otros, debe ser perseguido.
No debemos olvidar unas enseñanzas básicas sobre la
vida que nos pueden ayudar a vivir y a disminuir el sufrimiento. Estas enseñanzas
son cuatro sencillas verdades: el sufrimiento existe, el sufrimiento tiene
una causa, el sufrimiento puede cesar, y hay un camino de práctica
que lleva a este fin del sufrimiento.

Sin embargo, incluso las enseñanzas más fundamentales,
como estas cuatro verdades, deben sostenerse a la luz de la investigación. En
algún momento, muchos de nosotros quedamos cautivados con el poder liberador de
"dejar ir", de “soltar”. Y es muy posible que acabemos con mucha frecuencia
“soltándolo todo”. Pero, en muchas ocasiones, en lugar de pasar página
rápidamente y soltarlo todo, deberíamos reducir la velocidad, retroceder y
examinar cuidadosamente los momentos en que estábamos sufriendo. En lugar
de apresurarnos a soltarlo, deberíamos entrar en contacto directo con el
sufrimiento y ver si fue causado por alguna forma de deseo y apego, de querer
que las cosas fueran de otra manera diferente a como eran.
Prestar atención a nuestra propia experiencia del
sufrimiento, en lugar de aplicar mecánicamente nuestras ideas conceptuales de
dejar ir, nos puede dar la oportunidad de ver los beneficios de las cuatro
verdades en nuestras propias vidas. La transformación del sufrimiento que
proviene de la conciencia es más poderosa cuando se relaciona íntimamente con
la experiencia de tu propia vida. Investiga,
pregunta y pon a prueba tu comprensión de las enseñanzas para que se conviertan
realmente en parte de ti.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por tu colaboración.