5 RAZONES PARA MEDITAR


Aunque al principio puede parecer algo extraño, simplemente sentarse y básicamente no hacer nada puede ser la mejor forma de cultivar nuestras mejores cualidades como seres humanos. 
La mente es muy salvaje. La experiencia humana está llena de imprevisibilidad y paradojas, alegrías y tristezas, éxitos y fracasos. No podemos escapar de ninguna de estas experiencias en el vasto terreno de nuestra existencia. Es parte de lo que hace que la vida sea grandiosa, y también es la razón por la cual nuestras mentes nos conducen a viajes de locura. Si podemos entrenarnos a través de la meditación para estar más abiertos y receptivos a todo el abanico de experiencias, si podemos aceptar las dificultades de la vida y los viajes de nuestras mentes, podremos estar más tranquilos y relajados en medio de lo que nos traiga la vida.
Existen numerosas formas de trabajar con la mente. Una de las más efectivas es a través de la herramienta de la meditación sentada. La meditación sentada nos abre a cada momento de nuestra vida. Cada momento es totalmente único y desconocido. Nuestro mundo mental es aparentemente predecible y comprensible, y creemos que pensar en todos los eventos y tareas pendientes de nuestra vida nos proporcionará un terreno estable y seguridad. Pero todo es una fantasía, y este mismo momento, sin añadirle ningún pensamiento, es completamente único. Es absolutamente desconocido. Nunca hemos experimentado este mismo momento antes, y el próximo momento no será el mismo en el que estamos ahora. La meditación nos enseña cómo relacionarnos directamente con la vida, para que podamos experimentar verdaderamente el momento presente, sin añadirle ningún pensamiento o juicio.
No meditamos para estar cómodos. En otras palabras, no meditamos para sentirnos bien siempre. Es posible que te sorprendas al leer esto, porque mucha gente se acerca a la meditación simplemente para "sentirse mejor". Aunque te alegrará saber que el propósito de la meditación tampoco es sentirte mal. Más bien, la meditación nos da la oportunidad de prestar atención de una manera abierta y amable a lo que esté sucediendo. El espacio meditativo es como el inmenso cielo: espacioso, y lo suficientemente vasto como para acomodar cualquier cosa que surja en él.
En la meditación, nuestros pensamientos y emociones pueden convertirse en nubes que aparecen y desaparecen. Lo bueno y lo malo, lo cómodo y lo difícil, lo agradable y lo doloroso, todo eso va y viene. Por eso, la esencia de la meditación es entrenarnos en algo que es bastante radical, y que no es el patrón habitual de nuestra especie: permanecer con nosotros mismos sin importar lo que esté sucediendo, sin ponerle a nuestra experiencia ninguna etiqueta de bueno o malo, correcto o incorrecto, puro o impuro.
Si la meditación fuera solo para sentirse bien (creo que todos esperamos en el fondo que se trate de eso), a menudo sentiríamos que debemos estar haciéndolo mal, porque a veces, la meditación puede ser una experiencia muy difícil. Una experiencia muy común del meditador, en un típico día o retiro de meditación, es la experiencia de aburrimiento, inquietud, dolor de espalda, dolor en las rodillas, incluso de sufrimiento mental, muchas experiencias de "no sentirse bien". En cambio, la meditación trata de una apertura amable y compasiva y de la capacidad de estar con uno mismo y con la situación en todo tipo de experiencias. 
En la meditación, estás abierto a lo que la vida te presenta. Se trata de tocar la tierra y volver a estar aquí. Aunque algunos tipos de meditación tienen más que ver con lograr estados especiales y, de alguna manera, trascender o superar las dificultades de la vida, el tipo de meditación más habitual, y del que estoy hablando aquí, trata de despertarnos completamente a nuestra vida. Se trata de abrir el corazón y la mente a las dificultades y las alegrías de la vida, tal y como es. Y los frutos de este tipo de meditación no tienen límites.
Al meditar, estamos cultivando cinco cualidades que van apareciendo a lo largo de los meses y años de práctica. Puede ser muy útil volver a conectar con estas cualidades cada vez que nos preguntemos "¿Por qué estoy meditando?"
1. Firmeza
La primera cualidad, es decir, lo primero que hacemos cuando meditamos, es cultivar y fomentar la firmeza con nosotros mismos. Esta firmeza es algo así como lealtad. A través de la meditación, estamos desarrollando la lealtad hacia nosotros mismos. Esta firmeza que cultivamos en la meditación se traduce inmediatamente en lealtad con la experiencia de la vida.
La firmeza significa que cuando te sientas a meditar y te permites experimentar lo que está sucediendo en ese momento, que podría ser tu mente yendo a cien kilómetros por hora, tu cuerpo retorciéndose, tu cabeza palpitando, tu corazón lleno de miedo, lo que sea que surja, te quedas con la experiencia. Eso es lo que hay. A veces puedes estar ahí sentado durante una hora y todo es así, no hay nada mejor. Entonces podrías decir: “Ha sido una mala sesión de meditación”. Pero el mero hecho de estar dispuesto a sentarte allí durante diez o quince minutos, media hora, una hora, o el tiempo que sea, es un gesto compasivo que desarrolla lealtad o firmeza hacia uno mismo.
Tenemos la tendencia a poner muchas etiquetas, opiniones y juicios a lo que está sucediendo. La firmeza, la lealtad a ti mismo, significa que sueltas esos juicios. Entonces, en cierto modo, una parte de esa firmeza es que, cuando notas que tu mente está yendo trescientos kilómetros por hora y estás pensando en todo tipo de cosas, hay un momento no creado que simplemente sucede sin ningún esfuerzo: te quedas con tu experiencia. En la meditación desarrollas esta calidad nutritiva de lealtad, firmeza y perseverancia hacia ti mismo. Y a medida que aprendemos a hacer esto en la meditación, nos volvemos más capaces de perseverar en todo tipo de situaciones fuera de nuestra meditación, o lo que llamamos postmeditación.
2. Visión clara
La segunda cualidad que generamos en la meditación es la visión clara, que es similar a la firmeza. A veces a esto se le llama conciencia clara. A través de la meditación, desarrollamos la capacidad de darnos cuenta que estamos dándole vueltas a la cabeza, o endureciéndonos ante las circunstancias y las personas, o de alguna manera cerrándonos a la vida. Comenzamos a captar el comienzo de una reacción neurótica en cadena que limita nuestra capacidad de experimentar alegría o conectarnos con los demás. Puedes pensar que, porque estamos sentados en meditación tan callados y quietos, enfocados en la respiración, no nos daremos cuenta. Pero en realidad es todo lo contrario, a través de este desarrollo de la firmeza, este aprendizaje de permanecer en meditación, comenzamos a tener una claridad imparcial y sin prejuicios de solo ver. Podemos ver muy claramente cuando aparecen los pensamientos y emociones.
En la meditación, te acercas más y más a ti mismo, y empiezas a comprenderte con mucha más claridad. Empiezas a verte con claridad, sin un análisis conceptual, porque con la práctica regular, ves lo que haces una y otra y otra vez. Ves que repites en tu mente las mismas películas una y otra vez. Los actores pueden ser diferentes pero los temas son algo repetitivos. La meditación nos ayuda a vernos claramente y a ver los patrones habituales que limitan nuestra vida. Empiezas a ver con claridad tus opiniones y tus juicios. Ves tus mecanismos de defensa. La meditación te ayuda a profundizar más en la comprensión de ti mismo.
3. Coraje
La tercera cualidad que cultivamos en la meditación es de lo que en realidad estamos hablando cuando nos referimos a la firmeza y la visión clara, y sucede cuando nos permitimos sentarnos a meditar con nuestra angustia emocional. Es realmente importante destacar esto como una cualidad separada que desarrollamos en la práctica, porque cuando experimentamos angustia emocional en la meditación (y lo haremos), a menudo sentimos que "lo estamos haciendo mal". Entonces, la tercera cualidad que parece desarrollarse orgánicamente dentro de nosotros es el cultivo del coraje, el surgimiento gradual del coraje. Aquí la palabra "gradual" es muy importante, porque puede ser un proceso lento. Pero con el tiempo, nos encontraremos desarrollando el coraje para poder experimentar la incomodidad emocional y las pruebas y tribulaciones de la vida, sin huir de la experiencia ni intentar ocultarla.
La meditación es un proceso transformador, más que un cambio de imagen mágico en el que nuestro objetivo es cambiar algo sobre nosotros. Cuanto más practicamos, más nos abrimos y más coraje desarrollamos en nuestra vida. En la meditación nunca sientes realmente que "lo conseguiste" o que "has llegado". Sientes que te relajaste lo suficiente como para experimentar lo que siempre ha estado dentro de ti. A veces, a este proceso transformador se le llama "gracia", porque cuando estamos desarrollando este coraje, en el que permitimos que se abra todo el abanico de nuestras emociones, podemos sentir momentos de intuición. Estas ideas nunca podrían haber aparecido intentando descubrir conceptualmente qué está mal con nosotros o qué está mal con el mundo. Estos momentos de comprensión intuitiva provienen del acto de sentarse a meditar, lo que requiere coraje, un coraje que crece con el tiempo.
A través de este coraje en desarrollo, a menudo nos encontramos con un cambio en nuestra visión del mundo, aunque sea muy leve. La meditación te permite ver algo nuevo que nunca has visto antes o entender algo nuevo que nunca antes has entendido. A veces a estos regalos de la meditación se les llama "bendiciones". En la meditación, aprendes a quitarte de en medio, a dejar de obstaculizar tu propio camino el tiempo suficiente para que haya el espacio que necesita tu propia sabiduría para manifestarse, y esto sucede porque has dejado finalmente de reprimir esa sabiduría.
Cuando desarrollas el coraje para experimentar tu angustia emocional en su nivel más difícil, y estás sentado ahí solo, meditando, te das cuenta de cuánto consuelo y cuánta seguridad obtienes de tu mundo mental. Porque en ese punto, cuando hay mucha emoción, comienzas a estar realmente en contacto con el sentimiento, la energía subyacente, de tus emociones. Comienzas a soltar las palabras y las historias, lo mejor que puedes, y estás simplemente ahí sentado. Entonces te das cuenta, aunque parezca desagradable, que te sientes obligado a seguir reviviendo tus recuerdos, la historia de tus emociones, o que quieres separarte de ellos. Puede descubrir que a menudo nos dejamos llevar por fantasías sobre algo agradable. Y el secreto es que, en realidad, no queremos hacer nada de esto. Una parte de nosotros quiere despertarse y realmente abrirse. 
El ser humano quiere sentirse más vivo y despierto a la vida, pero a la vez se siente incómodo con la cualidad transitoria y cambiante de la energía de la realidad. En pocas palabras, una gran parte de nosotros prefiere la comodidad de nuestras fantasías y planificación mental, y es por eso que la práctica de la meditación es tan difícil de hacer. Experimentar nuestra angustia emocional y nutrir todas estas cualidades (firmeza, visión clara, coraje) realmente sacude nuestros patrones habituales. La meditación reduce nuestro condicionamiento, porque reduce la forma en que nos mantenemos unidos, la forma en que perpetuamos nuestro sufrimiento.
4. Atención
La cuarta cualidad que desarrollamos en la meditación es la capacidad de despertarnos en nuestra vida, en cada momento, tal como es. Esta es la esencia absoluta de la meditación: Prestar atención a este preciso momento, aprender a estar aquí. ¡Pero nos resistimos muchísimo a estar simplemente aquí! Cuando empezamos a practicar, pensamos que no podemos hacerlo. Requiere tiempo darnos cuenta de que tenemos mucha resistencia a estar aquí y ahora. El solo hecho de estar aquí, prestando atención a este mismo momento, no nos proporciona ningún tipo de certeza o previsibilidad. Pero cuando aprendemos a relajarnos con el momento presente, aprendemos a relajarnos con lo desconocido.
La vida nunca es predecible. Aunque es posible que pienses que te gusta la imprevisibilidad, eso suele ser cierto solo hasta cierto punto, siempre y cuando la imprevisibilidad sea algo divertida y aventurera. Hay mucha gente en la actualidad que se dedican a hacer cosas extremas como puenting y otro tipo de cosas que dan miedo, que solamente pensar en ellas nos produce un terror extremo. Pero todos, incluso las personas más atrevidas y salvajes, se encuentran en algún momento con su límite. A veces, los más aventureros encuentran ese límite en los lugares más extraños, por ejemplo, cuando no pueden tomar una buena taza de café. Están dispuestos a saltar de un puente cabeza abajo, pero cogen un berrinche cuando no pueden tomar una buena taza de café. Aunque puede parecer extraño, para algunas personas, no poder tomar un buen café puede ser ese terreno desconocido y aterrador, ese límite que les separa del espacio desconocido e incómodo.
Así que, este lugar donde nos encontramos con nuestro límite, de aceptación del momento presente y lo desconocido, es un lugar muy poderoso para aquellos que quieren realmente despertar y abrir su corazón y su mente. El momento presente es el fuego creativo de nuestra meditación. Es lo que nos impulsa hacia la transformación. En otras palabras, el momento presente es el combustible para tu viaje personal. La meditación te ayuda a alcanzar tus límites, es donde realmente te enfrentas a ellos y comienzas a perderlos. Conocer lo desconocido del momento presente te permite entregarte en tus relaciones y compromisos y vivir la vida cada vez más plenamente. Eso es vivir de verdad.
La meditación es revolucionaria, porque no es un lugar de descanso final: siempre puedes estar más tranquilo. Por eso seguimos practicando. Si miramos hacia atrás y no tenemos la sensación de que haya habido algún tipo de transformación, si no reconocemos que nos sentimos más estables y más flexibles, sería algo bastante desalentador. Pero, cuando llevamos tiempo practicando, sí que existe ese sentimiento. Y siempre hay otro desafío, y eso nos mantiene humildes. La vida te hace bajar de tu pedestal. Siempre podemos trabajar un poco más para encontrarnos con lo desconocido desde un espacio más tranquilo y con un corazón más abierto. Nos sucede a todos. 
Todos tenemos momentos en los que nos enfrentamos al desafío de encontrarnos con el momento presente, incluso después de muchos años de meditación. Cuando practicas la meditación, quedarte al descubierto es tan vergonzoso como siempre, pero te alegra ver dónde estás atrapado porque te gustaría morir sin más sorpresas. En tu lecho de muerte, cuando estés pensando que eres un santo, no querrás descubrir tu frustración y enfado porque la enfermera te trate sin demasiado cuidado. No solo morirás enfadado con la enfermera, sino también desilusionado con todo tu ser. Entonces, si te preguntas por qué meditamos, podemos decir que es para poder ser más flexibles y tolerantes ante el momento presente. Podrías irritarte después de todo con la enfermera cuando te estés muriendo y decirte: "Bueno, así es la vida". Puedes dejar pasar eso a través de ti. Puedes sentirte tranquilo con ello, e incluso puedes morirte de risa pensando que has tenido la suerte de encontrarte con esa enfermera. A estas personas que nos desenmascaran poniéndonos en evidencia las llamamos "gurús".
5. No es para tanto
La quinta y última cualidad con respecto a por qué meditamos es lo que podemos llamar "no es para tanto". Es a lo que nos referimos al decir que nos volvemos flexibles ante el momento presente. Sí, con la meditación podemos experimentar una visión profunda, o el magnífico sentimiento de gracia o bendición, o el sentimiento de transformación y coraje recién descubierto, pero entonces: no es para tanto. Estás en tu lecho de muerte, y tienes una enfermera que te está volviendo loco, y es divertido: no es para tanto.
Esta puede ser una de las mayores enseñanzas que recibamos de un maestro: no es para tanto. Tal vez vayamos a hablar con un maestro sobre lo que pensamos que es una experiencia muy poderosa de nuestra práctica. Quizás estemos muy emocionados, y mientras le estamos contando nuestra experiencia, nos mire con una especie de mirada indescriptible, una mirada muy abierta, ni compasiva ni crítica. Y entonces tal vez te diga: “No… es… para… tanto.". No te dirá ni "malo" ni “bueno". Simplemente te dirá que estas cosas suceden y que pueden transformar tu vida, pero también que no debes hacer de ello algo muy importante, porque eso te puede llevar a la arrogancia y el orgullo, o a cierto sentimiento de ser alguien especial. Por otro lado, darles mucha importancia a tus dificultades te lleva en la otra dirección, te lleva a la pobreza, a infravalorarte, y a una baja opinión de ti mismo. Así, la meditación nos ayuda a cultivar este sentimiento de que no es para tanto, no como una declaración cínica, sino como una declaración de humor y flexibilidad. Lo has visto todo, y verlo todo te permite amarlo todo.


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