MEDITAR EN LA RESPIRACIÓN


La meditación no es muy difícil, de hecho, si puedes respirar, puedes meditar. 
La meditación de la respiración es probablemente la práctica de meditación más popular y directa. También es la base de muchas otras formas de meditación. Prueba con estas instrucciones básicas:
Encuentra un lugar tranquilo y que te inspire donde puedas hacer tu práctica de meditación. Antes de empezar, asegúrate de poner disponer de 5 o 10 minutos para practicar sin que nadie te moleste.
1. Toma asiento. Siéntate con las piernas cruzadas sobre un cojín de meditación, o en una silla con los pies apoyados en el suelo y sin apoyarte en el respaldo de la silla.
2. Encuentra tu postura sentada. Coloca las manos con las palmas hacia abajo sobre los muslos y siéntate en una postura erguida con la espalda recta, relajada pero digna. Con los ojos abiertos, deja que tu mirada descanse cómodamente mientras miras ligeramente hacia abajo unos dos metros frente a ti.
3. Observa y sigue tu respiración. Pon tu atención ligeramente en la exhalación, mientras te mantienes a la vez consciente de tu entorno. Con cada respiración, el aire sale por la boca y la nariz y se disuelve en el espacio que te rodea.
Al final de cada exhalación, simplemente descansa hasta que comience de forma natural la siguiente inhalación. Para una meditación más centrada, puede seguir tanto las exhalaciones como las inhalaciones.
4. Ten en cuenta los pensamientos y sentimientos que surgen. Cada vez que notes que un pensamiento, un sentimiento o una percepción se ha llevado tu atención de la respiración, solo tienes que decirte a ti mismo “pensando” y volver a seguir la respiración. No es necesario juzgarte cuando esto sucede, simplemente date cuenta de ello suavemente y vuelves a prestar atención a tu respiración y a tu postura.
5. Finaliza tu sesión. Cuando pase el tiempo que te habías propuesto practicar, puedes considerar tu período de práctica de meditación terminado. Pero no tienes que renunciar necesariamente a ninguna sensación de calma, atención plena o apertura que hayas experimentado. Observa si puedes permitir conscientemente que esa actitud permanezca presente durante el resto de tu día.
Y… ¡Ya está! ¡acabas de hacerlo! has estado meditando.
La meditación de la respiración es una práctica vital en sí misma, pero también es la base de la mayoría de las otras formas de meditación, aunque es sencilla puedes conseguir grandes beneficios en tu vida gracias ella si la practicas regularmente.



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