Todos necesitamos un impulso que nos inspire a actuar y cambiar nuestra
realidad, en lugar de esperar que otros lo solucionen por nosotros.
Parece ser que nos dirigimos hacia el
ojo de una tormenta perfecta de crisis, que amenazan a la raza humana y a gran
parte de la naturaleza. Es extremadamente importante que todos dejemos de
negar lo peligroso, loco y salvaje de este peligro que se avecina, el terror
que nos provoca la idea de esta tormenta perfecta de crisis y lo que realmente
significa para todos nosotros y para el mundo.
Sabemos cuáles son estas crisis. Hay un
holocausto en marcha que ya predijeron hace tiempo los más
catastrofistas. Entre muchas de las principales religiones hay un giro
importante hacia el fundamentalismo, que impide el entendimiento y la unión
entre personas de distintas creencias. Hay una dominación de una especie
de mentalidad corporativa de los diferentes ámbitos de actividad de los
magnates corporativos que es brutal, es adicción al poder, es adicción a la
dominación, es adicción a la explotación y adicción a la codicia. Hay unos
medios de comunicación, en gran parte propiedad de corporaciones, que llena
nuestras mentes con violencia, basura y trivialidades de famosos, en un momento
en el que todos necesitamos información auténtica y veraz, y algo que nos
inspire y nos impulse a la acción.
En la actualidad, el estilo de vida que
llevamos, frenético y atareado, siempre ocupados con múltiples obligaciones,
hace que sea casi imposible encontrar una verdadera calma en la que poder
escuchar la voz de nuestro interior que podría guiarnos.
Cuando se reúnen todas estas crisis y se les añade una explosión de población que en el año 2050 contará con tres mil millones o más de personas en la tierra, y una proliferación de armas de destrucción masiva en manos de lunáticos y psicóticos, lo que tenemos ante nosotros es una tormenta perfecta de crisis interrelacionadas que son la manifestación de una fuerza selectiva: el ser humano. Un ser humano que ha perdido la conexión más fundamental de todas, que es la conexión con nuestra naturaleza sagrada más profunda, con la naturaleza sagrada de la vida.


Cuando se reúnen todas estas crisis y se les añade una explosión de población que en el año 2050 contará con tres mil millones o más de personas en la tierra, y una proliferación de armas de destrucción masiva en manos de lunáticos y psicóticos, lo que tenemos ante nosotros es una tormenta perfecta de crisis interrelacionadas que son la manifestación de una fuerza selectiva: el ser humano. Un ser humano que ha perdido la conexión más fundamental de todas, que es la conexión con nuestra naturaleza sagrada más profunda, con la naturaleza sagrada de la vida.

También debemos tener en cuenta que esta
tormenta de crisis es una posibilidad evolutiva de una intensidad sin
precedentes. Porque nos da la oportunidad de mirar en el espejo de nuestro
destino y de ver muy claramente que, a menos que todos evolucionemos al
siguiente nivel y pongamos nuestros principios más profundos, nuestra compasión
más sagrada, y nuestra mayor pasión por la vida en una acción clara, directa y
radical a todos los niveles, simplemente no sobreviviremos.
En otras palabras, esta gran muerte que estamos viviendo, que estamos manifestando a
través de nuestra adicción, nuestra codicia, nuestra extraordinaria apatía,
nuestra falta fantástica de preocupación por la vida, esta gran muerte también
es potencialmente el canal para un enorme nacimiento sin precedentes. El
nacimiento de una humanidad castigada y humilde, que por fin se abrió paso
impulsada por la tragedia y se despertó por el conocimiento de la
sombra, para reclamar realmente toda nuestra conciencia innata y sagrada,
y comenzar a actuar verdaderamente desde lo más profundo de nuestro corazón,
convirtiendo así el apocalipsis en salvación. Para convertir la pesadilla
en una oportunidad, y una terrible y trágica situación en una unión de la
humanidad a gran escala para transformar el mundo.
Esta visión no es algo que alguien haya descubierto espontáneamente, es una visión que está siendo transmitida desde hace mucho tiempo por grandes maestros guerreros, que nos están diciendo que, llegados a este punto, hay tres posibilidades para el futuro de la raza humana: La primera posibilidad es que la raza humana se despierte ante el horror de lo que está creando y sienta la necesidad de una transformación inmediata comenzando a cambiarlo todo. Aunque esto es totalmente improbable.
La segunda posibilidad es que la raza
humana se muestre tan terca en su adicción, y tan adicta, tan apática, tan
podrida, y tan descompuesta por la corrupción y el poder que continúe con esta
pesadilla de poder suicida. El mundo entero se perdería en su locura
apocalíptica. Aunque también es posible que este tampoco sea el final de
nuestra historia. Porque las fuerzas que mueven este Universo, que nos
ofrecen las profundas experiencias de una conciencia abierta más allá de los
límites, son unas fuerzas que afectan y funcionan en toda la humanidad, que
inspiran y despiertan el conocimiento en las personas, y que seguirán
impregnando nuestra experiencia para darnos la fuerza, la pasión y la sabiduría
para despertarnos, incluso en nuestros momentos más oscuros, y especialmente en
los momentos más oscuros de la humanidad.
Pero hay una tercera posibilidad, y esta
es una posibilidad que podemos todos experimentar en lo más profundo de nuestro
corazón, que podemos experimentar en nuestra vida. Esta posibilidad es que
la crisis a la que nos enfrentamos sea el equivalente, a escala global, de la
crisis mística que atraviesa el guerrero en un momento determinado de su camino
cuando atraviesa la "Noche oscura del alma", o la desintegración del
falso yo, la destrucción del ser que hemos fabricado.
Si la humanidad es capaz de ver esta oportunidad como un regalo del Universo para desaprender todos nuestros peligrosos logros, si la humanidad pudiera apoyarse en la inspiración de lo más profundo de su ser y aprender a atravesar esta prueba devastadora con auténtico valor y dignidad, con un auténtico compromiso por la transformación, entonces no solo sobrevivirá la humanidad, sino que la humanidad se transformaría y renacería con verdadero poder, encontrando su auténtica naturaleza universal a través de la muerte del falso yo colectivo que se manifiesta con esta gran muerte que lo está destruyendo todo.

Esta visión no es algo que alguien haya descubierto espontáneamente, es una visión que está siendo transmitida desde hace mucho tiempo por grandes maestros guerreros, que nos están diciendo que, llegados a este punto, hay tres posibilidades para el futuro de la raza humana: La primera posibilidad es que la raza humana se despierte ante el horror de lo que está creando y sienta la necesidad de una transformación inmediata comenzando a cambiarlo todo. Aunque esto es totalmente improbable.


Si la humanidad es capaz de ver esta oportunidad como un regalo del Universo para desaprender todos nuestros peligrosos logros, si la humanidad pudiera apoyarse en la inspiración de lo más profundo de su ser y aprender a atravesar esta prueba devastadora con auténtico valor y dignidad, con un auténtico compromiso por la transformación, entonces no solo sobrevivirá la humanidad, sino que la humanidad se transformaría y renacería con verdadero poder, encontrando su auténtica naturaleza universal a través de la muerte del falso yo colectivo que se manifiesta con esta gran muerte que lo está destruyendo todo.
Al plantearnos esta posibilidad, tal vez
nos preguntemos día tras día: ¿Qué podemos hacer para ayudar a la humanidad en su
renacimiento? ¿Qué podemos hacer para ayudar a que la humanidad se transforme
por la tragedia, para que se ilumine por el conocimiento devastador que estamos
experimentando y se transfigure manifestando su verdadera esencia
humana? ¿Qué fuerza puede darnos el poder de cambiar esta situación
devastadora?
Las dos fuerzas más nobles de la psique humana son la pasión mística
universal y la pasión del activista por la justicia. Cuando estas dos
fuerzas se encuentran, nace una tercera capaz de transformarlo todo: la fuerza
de la compasión y el amor en acción.

Nos enfrentamos a un peligro extremo,
pero con una oportunidad extrema. Por eso, levántate algún día en mitad de
la noche, conecta con la paz del Universo de cualquier manera que lo entiendas
y hazte una pregunta:
¿Cuál, de todas las causas de este
atribulado y deteriorado mundo, es la que más me rompe el corazón?

Te pido que te atrevas a hacerte esta
pregunta y te pido que te atrevas a escuchar lo que te dice el corazón, porque
descubrirás que, si haces eso, tu corazón te revelará una misión sagrada que te
pertenece, especialmente a ti, y esa será la voz más profunda y radiante de tu
ser que te indicará en ese momento cuál es tu tarea y qué dirección
tomar. Lo que puedes hacer después es unirte a otras personas con un dolor
similar, y trabajar juntos en tu comunidad local para hacer algo real sobre lo
que sientes es tu tarea.
Deberíamos propagar a nuestro alrededor
esta forma de activismo sagrado, para contagiar a cada vez más personas con
esta “epidemia” de inspiración que nos impulse a poner en acción el profundo
amor que sentimos por la vida, por nuestro mundo, y por el Universo entero. Podemos reunirnos con otras personas en
torno a una angustia, una profesión o una pasión, y dedicarnos en nuestra
comunidad local a lograr que esta revolución radical genere la base del tercer
poder, el Amor en Acción. Esa es la única manera en la que tendremos la
oportunidad de que funcione, uniéndonos unos a otros con ese sagrado propósito
de ayudarnos, de proteger la naturaleza, de proteger la vida y nuestro
mundo. Si esperamos que las corporaciones transformen la situación,
seremos testigos de cómo desaparece hasta el último árbol de la tierra.
Esta revolución del corazón en acción depende de que cada uno de nosotros nos demos cuenta de tres cosas: de esta tragedia en la que estamos viviendo, de la oportunidad de adónde podemos ir, y de la angustia que todos sentimos. Y cuando nos demos cuenta de esas tres cosas, nos veremos obligados a trabajar juntos en ese sagrado propósito de hacer algo al respecto, poniendo nuestro amor en acción por el bien de toda la humanidad.

Esta revolución del corazón en acción depende de que cada uno de nosotros nos demos cuenta de tres cosas: de esta tragedia en la que estamos viviendo, de la oportunidad de adónde podemos ir, y de la angustia que todos sentimos. Y cuando nos demos cuenta de esas tres cosas, nos veremos obligados a trabajar juntos en ese sagrado propósito de hacer algo al respecto, poniendo nuestro amor en acción por el bien de toda la humanidad.
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