Intentar apartar
nuestra angustia emocional puede llevarnos a un "choque cognitivo"
que convierte nuestra mente en un embrollo, pero hay cinco sencillas preguntas que
pueden ayudarnos a reducir la confusión en esos momentos.
Todos tenemos nuestras propias formas de evitar la oscuridad y la
confusión, y nuestras propias estrategias para distraernos y no enfrentarnos a
lo que estamos sintiendo, intentando apartar nuestros problemas para no verlos.
Intentar evitar lo desagradable parece estar profundamente arraigado en la
psique humana. Después de todo, cuando la vida se siente fuera de
sincronía, es natural que busquemos consuelo y alivio de alguna manera. Pero
esa sensación de falta de sincronía en la vida no es nueva. Maestros de la
antigüedad ya decían a sus estudiantes que siempre tendremos que lidiar con el
hecho de que la vida implica incomodidad y decepción. Siempre vamos a
tener problemas: preocupaciones económicas, dificultades en las relaciones,
temores sobre nuestra salud, lucha ansiosa por el éxito y la aceptación,
etc. Sin embargo, quizás el
problema más básico es que realmente no queremos tener ningún
problema; quizás eso es lo que, en parte, hace que nuestra época actual
parezca tan llena de angustia.
Muchas personas recurren a la práctica de meditación con la expectativa de
que les calme y alivie sus sentimientos de angustia. Ciertamente, la
meditación puede hacer eso hasta cierto punto, sin embargo, cuando estamos
hundidos en la angustia emocional, somos afortunados si podemos siquiera recordar
estas herramientas. Incluso si pudiéramos recordar meditar, sentarse simplemente
a seguir la respiración, sin abordar directamente nuestras dificultades, es
poco probable que nos traiga una paz mental profunda o duradera. Las
dificultades seguirán estando ahí.
A veces, cuando las emociones son particularmente intensas, cuando tenemos
sentimientos muy incómodos de impotencia y de inseguridad, es especialmente
difícil recordar lo que sabemos, y hay una buena razón para eso. Cuando
estamos angustiados, el cerebro "nuevo" o conceptual tiende a dejar
de funcionar. A esta desactivación de la capacidad básica de la mente
cognitiva para funcionar se le llama "choque cognitivo". Cuando
el cerebro pensante está desconectado, simplemente no podemos pensar con
claridad. Durante el shock cognitivo, el cerebro "antiguo", que
se basa en la supervivencia y la defensa, se hace cargo de los mandos. En
este punto, es probable que reaccionemos atacando, huyendo o adormeciéndonos, nada
de lo cual conduce a la conciencia. Para ser sinceros, cuando estamos
atrapados en un shock cognitivo, somos afortunados si podemos siquiera recordar
que queremos estar despiertos.
Cuando la claridad se oscurece por la
energía oscura y arremolinada de la angustia emocional, es útil tener algunos
recordatorios concisos para volver a la realidad. Entonces la pregunta
es “¿Qué nos puede ayudar a despertar?” La respuesta a esta
pregunta general se puede dividir en cinco preguntas más sencillas y
específicas, cada una de las cuales nos muestra el camino hacia la claridad.
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1. ¿Qué está pasando ahora?
Para contestar esta pregunta simplemente tenemos que reconocer sincera y objetivamente
la situación en la que estamos. Pero para hacer esto tenemos que poder ver
la diferencia entre nuestra visión de lo que está sucediendo y los hechos
reales de la situación.
Por ejemplo, si experimentamos el pánico de perder nuestro trabajo de la
noche a la mañana, es fácil quedar tan atrapado en nuestros temores que perdamos
todo sentido de la perspectiva. Pero, ¿qué está pasando realmente en el
momento presente? Normalmente, estaremos atrapados por los pensamientos
que hemos añadido a la situación, pensando que no vamos a poder pagar el
alquiler o que no vamos a tener dinero para comer, en lugar de estar realmente
experimentando la falta de vivienda o el hambre. Ver con claridad los
pensamientos que nos estamos creyendo, tomándolos como si fueran nuestra
realidad, y a menudo basados en imaginaciones negativas sobre el futuro, nos
permite volver a la realidad objetiva de lo que está sucediendo.
Normalmente, cuando estamos atrapados en el remolino de la angustia
emocional, casi siempre agregamos el pensamiento "algo está mal", ya
sea mal en general o, más probablemente, mal en otra persona o en nosotros
mismos. Además, casi siempre pensamos en cómo escapar de la angustia,
tratando de arreglar la situación, culpando, o analizando. En resumen, trabajar eficazmente con nuestras
dificultades emocionales requiere que primero veamos claramente no solo lo que
realmente está sucediendo, sino también lo que estamos agregando a la
situación, a través de nuestros desvíos, escapes y juicios.
¿Cuánta de nuestra angustia está enraizada en las historias que hemos
tejido en torno a nuestras experiencias? Soltar nuestros argumentos es fundamental para ser realmente conscientes
de lo que está sucediendo en el momento presente. Necesitamos ver esa
trama que hemos tejido sobre lo que es y dejar de repetirla una y otra vez creyéndonos
nuestros pensamientos, ya que todo lo que hacen es mantener y solidificar
nuestras experiencias dolorosas. Esto es especialmente cierto cuando nos justificamos
y culpamos a nosotros mismos. Hacernos esta primera pregunta “¿Qué está
pasando ahora?” puede ayudarnos a salir del círculo vicioso de las
historias que nosotros mismos hemos creado.
2. ¿Puedo ver esto como mi camino?
Si no nos hacemos esta pregunta crucial, es poco probable que ni siquiera
recordemos que esta es nuestra oportunidad para despertar. Sin embargo, es
esencial que comprendamos que nuestra situación angustiosa es precisamente con
lo que necesitamos trabajar para ser libres. Por ejemplo, la persona que
encontramos más irritante se convierte en un espejo, que está reflejándonos
exactamente dónde estamos bloqueados. Después de todo, la irritación es lo
que agregamos nosotros.
Es absolutamente fundamental aprender
que cuando surgen situaciones y sentimientos difíciles, no son obstáculos que
deben evitarse, sino que estas dificultades son, de hecho, el camino mismo. Son una
oportunidad para ir más allá de nuestro mundo pequeño y seguro, son la
oportunidad de despertar a una forma de vida más auténtica. Nunca es
suficiente lo que se insista sobre este punto.
Seguramente, es muy posible que hayas escuchado esta idea antes: que
nuestras dificultades son nuestro camino. Pero es mucho más fácil entender
esto intelectualmente que recordarlo cuando estamos en medio de la locura de la
vida. ¿Por qué? Porque, de nuevo, instintivamente queremos una vida sin
problemas. Por lo tanto, generalmente continuamos buscando comodidad y
seguridad hasta que, en algún momento, si somos afortunados, nos decepcionamos
lo suficiente por los golpes de la vida como para darnos cuenta de que nuestras
estrategias –controlar, esforzarnos más, huir, culpar, etc.— nunca nos darán la
calidad de vida que todos queremos.
En este punto, con las decepciones
de la vida como nuestro maestro, podemos comenzar a usar las dificultades como
nuestro camino hacia el despertar. Recordar la importancia de esto nos
permite dar el crucial paso en nuestra práctica de acoger nuestra angustia,
porque comprendemos que mientras sigamos resistiéndonos a nuestra experiencia
continuaremos atascados en nuestro camino.
3. ¿Cuál es el pensamiento que más me
creo?
Responder esto es como tomar una instantánea de la mente. Es tentador
saltarse esta pregunta, especialmente porque a menudo tomamos nuestras
opiniones como la Verdad, y puede ser difícil ver lo que realmente estamos
creyendo. Aunque la observación de
la mente nos permite ver con claridad nuestros pensamientos superficiales, las
creencias más profundas permanecen a menudo debajo de la superficie. Por
eso, estas creencias profundamente arraigadas a menudo dictan cómo nos sentimos
y actuamos, y continúan funcionando casi inconscientemente.
Por ejemplo, nuestros profundos pensamientos de inseguridad personal pueden
no ser evidentes en la superficie en una situación dada, a decir verdad, a
menudo desconocemos su presencia, pero su huella venenosa a menudo se
manifiesta en nuestra ira, culpa, depresión y vergüenza. Estos pensamientos
de inseguridad que nos hemos creído profundamente, y que están bien escondidos,
actúan como un radar, y por eso a menudo buscamos experiencias que confirmen
que nuestras creencias son verdaderas: la clásica profecía
autocumplida. Por ejemplo, si crees que la vida no es segura, todo lo que
tienes que hacer es recibir una factura un poco más grande de lo que esperabas,
y tu mente comenzará a pintar escenarios de fatalidad.
Tenemos que saber en qué creencias en particular nos atascamos, y tenemos
que saber cómo trabajar con ellas. Una vez más, el proceso comienza
preguntándose: ¿Cuál es el pensamiento que más me creo? Sin
embargo, si la respuesta no llega, en lugar de tratar de resolverlo con la
mente, deja la pregunta por un rato y vuelve a tu experiencia
física. Luego, un poco más tarde, vuelves a hacerte la
pregunta. Tarde o temprano, con perseverancia, la respuesta se presentará,
a veces con tal claridad que exclamarás: "¡ajá!".
Por ejemplo, tu pensamiento superficial puede ser: "Nadie debería tener que soportar esto".
Este pensamiento expresa la voz protectora de la ira y la
frustración. Pero cuando profundizamos, un pensamiento más arraigado, como
"No puedo hacer esto",
puede revelarse con el "ajá" del descubrimiento. Entonces, a
medida que nos conocemos, pasamos a darnos cuenta con un "por supuesto". ¿No hemos visto
esta creencia muchas veces antes? Es en este punto cuando comenzamos a invertir
cada vez menos en nuestras creencias negativas profundamente arraigadas sobre
nosotros mismos. Pero para llegar a este lugar, primero debemos preguntarnos
cuáles son los pensamientos que más nos creemos.
4. ¿Qué es esto?
Esta pregunta, quizás la más importante, es en realidad un koan zen, ya que
no puede ser respondida por la mente pensante. La única respuesta proviene
de entrar directamente en la experiencia física e inmediata del momento
presente. En ese momento, pregúntate: "¿Qué es esto?" Incluso si no sientes ninguna angustia, esta
pregunta puede aplicarse a lo que sea que te depare el momento
presente. Toma conciencia de tu postura física. Siente la cualidad
general de las sensaciones físicas en el cuerpo. Siente la tensión en la
cara, el pecho y el estómago. Incluye la conciencia del entorno: la
temperatura, la calidad de la luz, los sonidos circundantes. Siente el
cuerpo inhalar y exhalar mientras asimilas esta sensación del
momento. Siente la energía en el cuerpo mientras te enfocas en el
"qué" (en lugar del "porqué") de tu experiencia. Solo
haciendo esto responderás la pregunta ¿Qué es esto?
Es cierto que es difícil mantener la conciencia en el momento presente
cuando la angustia está presente, porque experimentar realmente el presente tal
como es significa que debemos abstenernos de nuestras defensas más habituales,
como justificar, tratar de obtener el control, adormecernos, buscar
diversiones, y demás. El único propósito de estas estrategias es
protegernos de sentir el dolor que no queremos sentir. Pero hasta que no podamos
abstenernos de estas defensas y sentir la experiencia física directamente, nos
quedaremos atrapados en la historia del "yo", sin darnos cuenta de lo
que realmente es la vida en este preciso momento.
Por ejemplo, si sentimos ansiedad, es natural querer evitar
sentirla. Podemos distraernos manteniéndonos ocupados, o esforzarnos más,
o tratar de resolverlo de alguna manera. Pero si podemos
preguntarnos ¿Qué es esto? La única respuesta importante
y real proviene de la experiencia física real de ansiedad en el momento
presente. Recuerda, no estamos preguntando de qué se trata, que es
analizar, lo contrario de estar físicamente presente, simplemente estamos
preguntando qué es realmente.
Hacer la pregunta koan ¿Qué es esto? es la esencia para
despertar la curiosidad, ya que la única "respuesta" proviene de
estar abierto a experimentar realmente la verdad de cada momento. La curiosidad significa que estamos
dispuestos a explorar territorios desconocidos, los lugares a los que el ego no
quiere ir. La curiosidad nos permite dar un paso más allá del borde, hacia
nuestros miedos más profundos. Ser verdaderamente curiosos significa
que estamos dispuestos a decir "Sí" a nuestra experiencia, incluso a
las partes difíciles, en lugar de consentir el "No" de nuestra
resistencia habitual.
Decir "Sí" no significa que nos guste nuestra experiencia, o que
necesariamente la estemos aceptando, ni siquiera significa que anulemos el
"No". Decir "Sí" simplemente significa que prestamos
atención, atención meticulosa, al "No". Significa que ya no estamos
resistiéndonos a las personas, a las cosas, y a los temores que tenemos, sino
que, en cambio, estamos aprendiendo a abrirnos a ellos, para invitarlos a
entrar y darles la bienvenida con curiosidad, y así poder experimentar lo que
realmente está sucediendo.
Sin embargo, a veces, cuando la mente se tambalea por el pánico de la duda
y la confusión, es particularmente difícil volver al corazón que busca
despertar. En estos momentos, ¿cómo podemos encontrar la voluntad de
permanecer presentes con nuestros propios miedos, los miedos que siempre
limitarán nuestra capacidad de amar? Cuando todo parece oscuro e inviable,
cuando incluso hemos perdido el contacto con el deseo de avanzar hacia la luz,
lo único que podemos hacer es respirar profundamente, y con cada inhalación y
exhalación extender hacia nosotros mismos la calidez y compasión que tendríamos
con un amigo o niño en apuros. Respirar
conectando con el corazón, conectarse físicamente con el centro de nuestro ser,
es una forma de extender la bondad y el amor hacia nosotros mismos, incluso
cuando parece no haber bondad amorosa a la vista.
Al recordar que nuestra angustia también es nuestro camino, y al respirar
las sensaciones angustiosas y sentirlas en nuestro pecho, podemos aprender a
permanecer con esas sensaciones. Es importante comprender que ser capaz de
preguntar ¿Qué es esto?, y quedarnos con lo que encontremos allí, requiere
mucha paciencia y valor. Quizás solo podamos hacerlo un poco, pero
perseveramos, incluso si son solo tres respiraciones cada vez. En
última instancia, es la conciencia lo que cura, es la conciencia la que nos
permite volver a conectarnos con el corazón, el corazón que es la esencia de
nuestro ser.
En ocasiones, nos enfrentamos a circunstancias en las que, combinado con el
miedo de esa circunstancia en particular, aparecen también los recuerdos de
experiencias dolorosas anteriores en momentos similares, lo que provoca una
sensación aún mayor de temor. Aunque a lo largo de los años nos hayamos liberado
de muchos de nuestros miedos y apegos, cada uno tenemos nuestro límite
particular, ese lugar más allá del cual el miedo nos dice que no vayamos, así
que a pesar de tener experiencia practicando con circunstancias similares, siempre
es posible que te encuentres con algo que te lleve al límite.
En esos momentos siempre es útil responder a la primera pregunta: ¿Qué
está pasando ahora?, porque te puede ayudar a ver que en realidad tal vez
no haya un verdadero problema aparte de la incomodidad provocada por la
preocupación al creerte tus pensamientos basados en el miedo. También puede
ser útil preguntarte: "¿Puedo ver
esta situación como mi camino?", para darte la oportunidad de trabajar
con tus propios apegos y miedos particulares. Además, al preguntarte ¿Cuáles
son los pensamientos que más me creo? puedes ver que pensamientos como
"Esto es demasiado" y
"No puedo con esto" son
solo pensamientos, pensamientos que no son la verdad, sin importar lo
verdaderos que los puedas sentir en ese momento.
Pero la verdadera clave para trabajar con el pánico y el temor puede surgir
al responder la pregunta koan “¿Qué es esto?”. La respuesta puede
ser volver una y otra vez a la experiencia física del momento presente, como,
por ejemplo, sensaciones de opresión en el pecho o náuseas en el
estómago. A veces la sensación puede ser tan fuerte que sólo puedes quedarte
con ella durante unos instantes. Hay momentos en que la experiencia es tan
fuerte que todo lo que puedes hacer es simplemente sentir esa sensación al respirar,
y pensar en todos los otros seres que pueden estar sufriendo la misma angustia
o similar, y desear que se alivie lo antes posible el sufrimiento de todos.
Al quedarnos con el ¿Qué es esto?, esa pregunta puede finalmente
permitir que el muro de miedo autoimpuesto comience a disolverse, y podamos
experimentar la libertad de entregarnos a la experiencia, sea cual sea. Cuando
podemos responder sinceramente a la pregunta ¿Qué es esto? veremos
que nuestra experiencia, por desagradable que sea, cambia constantemente y que,
en el fondo, es solo una combinación de pensamientos que nos hemos creído,
sensaciones físicas y viejos recuerdos. Una vez que vemos esto, la
experiencia de la angustia comienza a deshacerse en sus diferentes componentes,
en lugar de parecer tan sólida. De nuevo, es la conciencia lo que cura.
5. ¿Puedo dejar que esta experiencia
simplemente sea?
Esto no es fácil de hacer, porque nuestra obsesión en buscar la comodidad
nos lleva a querer arreglar o deshacernos de nuestras experiencias
desagradables. Por lo general, sólo somos capaces de permitir que nuestra
experiencia sea posible cuando ya nos ha decepcionado la inutilidad de tratar
de arreglarnos a nosotros mismos (y a los demás). Tenemos que darnos cuenta de que tratar de cambiar o dejar de lado los
sentimientos que no queremos sentir simplemente no funciona. Permitir
que nuestra experiencia sea justa requiere una comprensión crítica: que es
más doloroso tratar de alejar nuestro propio dolor de lo que es sentirlo. Esta
comprensión no es intelectual, sino algo que finalmente se arraiga en el núcleo
de nuestro ser.
Una vez que podemos dejar verdaderamente que nuestra experiencia sea como
es, la conciencia se convierte en un recipiente más espacioso, dentro del cual
la angustia comienza a desmantelarse por sí sola. A veces puede ayudarnos
a ampliar ese recipiente que es la conciencia el incluir intencionadamente la
conciencia del aire y los sonidos, o lo que sea con lo que podamos conectar
fuera del límite de la piel. Dentro de este recipiente más amplio y
espacioso, la angustia puede incluso transformarse de algo pesado y sombrío en pura
energía indescriptible, que es más porosa y ligera. La energía puede
liberarse por sí sola, sin necesidad de intentar deshacerse de ella.
Esta pregunta final ¿puedo dejar que esta experiencia sea
así? también permite que surja la misericordia o la bondad amorosa,
porque ya no nos juzgamos a nosotros mismos ni a nuestra experiencia como
defectuosa. Finalmente estamos dispuestos a experimentar nuestra vida
dentro de la amplitud del corazón, en lugar de a través de los juicios autolimitantes
de la mente.
Estas cinco preguntas: ¿Qué está pasando ahora?, ¿Puedo
aceptar esto como mi camino?, ¿Cuál es el pensamiento que más me creo?, ¿Qué
es esto? y ¿Puedo dejar que esta experiencia simplemente sea?, nos
recuerdan los pasos clave necesarios para trabajar con nuestra angustia
emocional. Algunos llevan en sus bolsillos pequeñas tarjetas plastificadas
con las cinco preguntas para tenerlas a mano cuando el "choque
cognitivo" se apodera de ellos, para poder recordarlas cuando todo lo que
sabemos se olvida temporalmente.
Sin embargo, recuerda que estas preguntas son solo indicaciones, es
importante no perderse en la técnica. En el panorama general, hacemos
estas preguntas porque cuando tenemos angustia emocional, generalmente estamos
atrapados en nuestros propios muros autoimpuestos de ira, miedo y confusión, que
nos aprisionan. Pero cuando estos muros autoimpuestos se derrumban, todo
lo que queda es la conexión con lo que realmente somos, con la esencia pura de
nuestro ser.
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