Los aparentes cambios que se
manifiestan en el vacío no son más que las percepciones ilusorias originadas
por nuestra ignorancia.
La
ignorancia es el estado de la mente en que se generan ilusiones con apariencia
de realidad, y la propia mente no es capaz de darse cuenta que esa realidad
ilusoria es su propia creación. El estado de ignorancia de la mente es similar
a una película, en que no cesan de aparecer imágenes, historias, personajes y
sentimientos, que nos atrapa y nos hace creer una realidad que no existe. Pero,
de la misma manera que al acabar la película la pantalla donde se proyectaba
sigue siendo un espacio vacío y en blanco, como siempre ha sido en realidad, la
naturaleza profunda de nuestra mente, la no mente, es inmutable y no cambia.
La mente crea
realidades ilusorias, similares a las olas en la superficie del océano, pero en
lo más profundo de ella reina la calma y no hay turbulencias. La mente
ignorante se identifica con sus propias creaciones y las toma como reales,
cambiando y sintiendo según se manifiestan esas ilusiones. Pero la mente
esencial, esa naturaleza profunda del ser, permanece en calma en su no acción.
La mente valora y les da poder a esas creaciones ilusorias que ella misma ha
construido. La mente esencial no se ve perturbada por las percepciones
ilusorias que reconoce como irreales. En
la mente superficial todo está en continuo cambio. En la profundidad del ser
todo está en calma.
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