En nuestras vidas nos encontramos en muchas ocasiones con la oración, aunque
eso suponga un desafío para darle sentido a lo que estamos haciendo.
¿Rezan los guerreros? Ante esta pregunta podemos encontrarnos con
respuestas muy diferentes, constatando así que hay diferentes puntos de vista
al respecto. Algunos pueden llamar a la
oración "superstición de buena voluntad", aunque es muy posible que
sorprendamos a esas mismas personas rezando si sus hijos están gravemente
enfermos. Otros pueden preocuparse por si lo que pides en oración, se lo
estarás quitando a otros seres, o que tenga consecuencias nefastas para los
demás. Realmente puede ser difícil de ver los efectos y consecuencias que
pueden tener nuestras acciones. Hay un dicho popular que dice: "Ten
cuidado con lo que pides" (no sea que te lo concedan).
Muchos maestros guerreros practican la oración. Pero en un camino no
teísta, en que el guerrero confía en sus propios recursos, esto plantea algunas
preguntas: ¿a quién o a qué se puede rezar? En la práctica diaria del guerrero,
parece que a menudo estamos orando a nosotros mismos, tanto a nuestro ser
individual de vida limitada como a nuestro ser más grande, ese “interser” ilimitado
e interconectado con todo. No estamos orando para conseguir una ganancia
material personal; más bien, estamos orando para dirigir nuestros
corazones y nuestras mentes hacia las cualidades positivas de compasión y
claridad. Estamos expresando nuestra aspiración de poder llegar a ser
capaces de extender la compasión y la sabiduría a nosotros mismos y a los
demás.
También sabemos que hay muchas presencias invisibles a nuestro
alrededor. Hay comedias, tragedias, telenovelas, música rap y llamadas al 112,
pero no podemos escucharlas si no tenemos el receptor adecuado, como una radio,
ordenador, teléfono móvil o televisión. El rango de luz y sonido que
nuestros cuerpos humanos son capaces de percibir es bastante
estrecho. Parece totalmente posible que haya muchas formas invisibles de
existencia que nos rodean y que no conocemos. Tal vez habiten en otras
dimensiones del espacio-tiempo. ¿Por qué no ser humildes y pedirles
ayuda? nuestra petición nos convierte en un receptor, un vehículo a través
del cual pueden moverse y actuar.
Hay prácticas
guerreras con plegarias y cantos en los que aparece la palabra "orar". Oramos
por el bienestar de una lista de personas que están enfermas y por transiciones
serenas para quienes han muerto recientemente. Oramos para que el mundo
esté libre de violencia, guerra y desastres. Oramos por la ayuda de todos
los seres despiertos y con una elevada conciencia que han venido antes que
nosotros. Expresamos nuestra profunda gratitud a nuestros antepasados guerreros
y oramos para que sus aspiraciones se cumplan a través de nosotros. Oramos
para mantener una práctica constante hasta el momento de la muerte y más
allá. Hay cantos que comienzan: "nuestra oración más profunda es ser
firmes en nuestra determinación de entregarnos completamente al Camino del Guerrero
para que no surjan dudas que nos desvíen de él”.

Antes de comenzar nuestro trabajo, oramos para que nuestro trabajo
purifique nuestros corazones, beneficie a la tierra y ayude a liberar a todos
los seres del sufrimiento. Oramos para que podamos cultivar, lograr y
manifestar juntos el camino del despertar.
No dirigimos nuestras plegarias a una persona o dios. Oramos al Todo que
es el origen, y se manifiesta a través, de los muchos. Oramos para que las
cualidades despiertas se conviertan en nuestro modo de vida habitual, beneficiándonos
y beneficiando a todo lo que encontramos a nuestro paso. Dirigimos amor
compasivo hacia nosotros mismos, diciéndonos en silencio: “que yo pueda estar libre de miedo y ansiedad. Que pueda estar a
gusto. Que pueda ser feliz”. Una vez que nos sentimos plenos,
dirigimos esas oraciones hacia los demás. También recitamos los votos, que
son una especie de intención envuelta en oración. "Los seres son innumerables, prometo liberarlos ... El despertar
es insuperable, prometo alcanzar ese estado".
En ese acto del voto encontramos humildad, y humildemente entramos nuevamente
en oración diciendo "Por favor”: “Por
favor, hazme simple. Por favor hazme libre”. El momento en que se
llama, diciendo "por favor", se llama al principio fundamental del amor
universal. No hay un sujeto que llame y no hay ningún objeto al que se
esté llamando, porque el que está invocando es a la vez lo que está
buscando. Eso es el amor. Aunque la oración no está dirigida a nosotros
mismos, sin embargo, somos el lugar donde se responde la oración.
Pero la forma más pura de oración diaria es la
meditación sentada. En meditación,
se calma la actividad inquieta que nos separa de todo lo que es. Los
límites se disuelven y nos hacemos ligeros y transparentes, completamente
receptivos. El corazón y la mente se vuelven claros y
abiertos. Luego, cada respiración es la respiración sagrada, original, que
se mueve a través de la faz de la tierra. El sonido, la luz y el tacto son
el juego de la existencia que surge sin cesar del vacío. No hay nada que
falte, nada que pedir, excepto que todos los demás puedan experimentar esta paz
perfecta.
Cuando todo se convierte en un todo unificado, ¿cómo puede haber alguien a
quien rezar? Vivir en conciencia del don continuo, del derramamiento de
todo lo que existe, de la fuente sin fondo de lo incognoscible, ¿no es esa una
forma de oración silenciosa y delicada?
La práctica del
guerrero nos pide continuamente que encontremos la paz en la tensión de la
paradoja. Realmente no tenemos nada por lo que orar. No rezamos a
nadie, y rezamos por todo al mismo tiempo. No tiene sentido, pero esta es
nuestra práctica. Un anciano maestro guerrero, después de realizar un
largo ritual de lluvia dedicado al bienestar de las plantas, los animales y
todos los seres vivos que sufren sequías, incendios y hambrunas, dijo: “esto que hacemos, como hombres sabios y
tontos al mismo tiempo, es como llenar un pozo con nieve para que no nos falte
el agua. No tiene sentido, pero tenemos que hacerlo ".
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