La gran
barrera que nos impide despertar a lo incognoscible, lo innombrable, lo
inconcebible, lo impensable, es el conocimiento.
A menudo vemos todo tipo de cosas que se interponen en
nuestro camino y nos impiden despertar, como dolor, emoción, y otras cosas.
Pero, cuando vamos realmente al grano, el problema es el conocimiento.
Lo más importante para todos nosotros es ser capaces de distinguir
muy claramente entre el conocimiento conceptual y el conocimiento experimental.
Eso es lo que hace posible nuestra práctica. No se requiere ninguna habilidad
especial para saber lo que sucede. Hasta los niños lo saben. Si un perro te
muerde la pierna, lo sabes. No necesitas etiquetarlo, describirlo, o
descifrarlo. Realmente, todo es como ese perro mordiéndote la pierna, cada
momento en particular. Es así de fácil saberlo, siempre que no nos alejemos de
la experiencia.
Este hábito de alejarse para considerar las cosas nos presenta
un problema, porque nuestro sistema de educación nos ha enseñado a tratar con
las cosas precisamente de esa manera. Nuestra educación no has enseñado que la
forma de encontrar respuestas es pensar, distinguir, y diferenciar para,
finalmente, hallar la respuesta correcta. Y eso está bien en ciertos ámbitos,
pero no funciona aquí, en la experiencia del guerrero. No funciona a largo
plazo en el entrenamiento para vivir. Sólo funciona, si es que lo hace, a corto
plazo, en el entrenamiento funcional. Por supuesto que ese tipo de pensamiento
funcional tiene su utilidad, pero en último extremo, no hay satisfacción por
llegar intelectual o lógicamente a una respuesta. Y no es porque no funcione la
lógica, funciona en su propio mundo. Pero eso es muy limitado, porque a lo que
llegamos a través de la lógica no es algo propio de la experiencia y por tanto
no es algo vivo. Está muerto. No hay vida en ello. Es algo que fue.
Debemos vivir la vida completamente. Experimentar
completamente cada momento. No separarnos de él. No pensemos que necesitamos
perseguir algo e identificarlo. Lo mismo con lo que estás buscando es
precisamente lo que estás buscando, y cuando empiezas a buscar algo, te alejas
rápidamente de lo que buscas. Ese es básicamente el Gran Error.
Es una paradoja. Normalmente parece que nuestro entrenamiento trata sobre
hacer algo de una manera u otra, pero no es así. Nuestro verdadero entrenamiento trata de cómo reaccionamos en el
momento que nos encontramos con un desafío. En otras palabras, nuestro
entrenamiento no se basa en la memoria, o ni siquiera en nuestra decisión, sino
en el estado actual de la mente. Aún más, no se trata de nuestras habilidades
físicas, conocimiento físico, o poder. Podemos confundirnos muy fácilmente con
esta cuestión, ya que tenemos la tendencia a enfocarnos en lo exterior más que
en lo interior. Toda la cuestión reside en que no tenemos que volvernos
deseosos, ofendidos, o confundidos por nada. Esa es la cuestión. Si nos metemos
en un lío, tenemos que ser capaces de manejar esa situación con calma. Si en
nuestro entrenamiento como guerreros pensamos que lo importante es el detalle
en la técnica o la posición específica de una mano o de un pie, no hemos
entendido nada.
A menudo estamos confundidos sobre este punto fundamental. El “Gran Error” es pensar que tenemos que
crear algo o alcanzar algún tipo de perfección. Tú ya eres de la manera que
necesitas ser. El problema es querer que las cosas sean de manera diferente a
como son, para que se ajusten a tu idea de perfección.
No se puede revelar desde fuera la verdadera naturaleza de
algo. La verdad se revela siempre por sí sola, de una manera íntima y personal.
No te la puede revelar otra persona. Ni siquiera te la puedes revelar tú mismo.
Se revela por sí misma. Porque “eso” nunca es lo que tú piensas. No es un
objeto ni un sujeto, no es una cosa. No puede verse, porque no tiene
estructura. Es simplemente verdad.
Esto no se puede tratar de la forma habitual, porque es una
experiencia completamente oculta. Es una experiencia que no se puede compartir
verbalmente con otras personas, porque cuando sucede no hay punto de
referencia, han desaparecido. ¿Cómo te puedes referir a algo que no tiene
puntos de referencia? Y, además, existe en este preciso momento, ahora mismo,
totalmente. Lo que no es aquí, no es en ningún otro sitio.
Seguiremos cometiendo el Gran Error mientras sigamos satisfechos con
nuestro propio conocimiento. Algunas personas son bastante inteligentes y
tienen mucha experiencia, y por eso mismo se convierte en un mayor desafío no
apoyarse en su conocimiento pasado para comprender o ver la realidad. Cuanto
más acumulas, más llena está tu mochila, y más difícil es no depender y
presumir de ella como si fuera algo especial.
Siempre intentamos limitar las cosas, reducirlas a la mínima
expresión. Queremos saber qué es lo que está sucediendo, así que tomamos el
menor número de causas posibles y más obvias y las aceptamos como si comprendiéramos
la manera en que son las cosas. El Gran Error es pensar que, si medito tantas
horas, si me entreno tantos años, si hago todo lo que me dice mi maestro, me
iluminaré. Ciertamente que si hacemos todo eso será más probable despertar,
seremos más propensos a “tener ese accidente”, más propensos a que se dé ese
suceso que no tiene causa. Estamos despertando a lo que no tiene causa, a lo
que no es nacido, a lo indescriptible. Eso no está en la misma categoría que
todas las otras cosas relativas, que tienen infinitas causas en el mundo
relativo. Este absoluto no tiene causa, no tiene nacimiento, y por tanto es
inalcanzable. Es lo que había antes que nada. Por eso caer en ello podemos
describirlo como un accidente.
La manera en que tratamos con las cosas en nuestra vida
diaria, que es perfectamente aceptable en la sociedad común y corriente donde
vivimos, no funciona en el Camino del Guerrero, no funciona si queremos
alcanzar un despertar profundo y auténtico. Eso no nos va a llevar hasta lo que
anhelamos. Por eso decimos que el conocimiento es nuestra mayor barrera. Eso es
lo que se interpone en nuestro camino. ¿Conocimiento de qué? En este caso, de
cada efecto que podría ser una causa identificable.
Lo que tiene sentido en un ámbito, en el mundo relativo, no
se puede trasladar a otro, porque en el
mundo absoluto no hay meta, no hay nada que alcanzar, no hay adónde llegar
porque ya estás ahí.
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