CÓMO TRABAJAR CON LAS APERTURAS ENERGÉTICAS Y EMOCIONALES


Las aperturas energéticas y emocionales, pueden provocar poderosas reacciones de confusión y miedo, o hinchar el ego y aumentar el apego.

Cuando aparecen estas aperturas, necesitamos la ayuda de un camino espiritual específico, con su acumulación de sabiduría, tradición, y práctica, y lo más importante, con un maestro que se haya encontrado personalmente, y comprendido, estas dimensiones de la mente. Debemos encontrar alguien en quien podamos confiar y seguir su guía.

Incluso trabajando con un maestro, hay ciertos principios que debemos tener en mente al trabajar con estos ámbitos desconocidos de nuestra vida espiritual. Uno de ellos es comprender que todos los fenómenos espirituales extraordinarios son simplemente efectos colaterales. En las tradiciones ancestrales, se recuerda a menudo a los practicantes que el propósito de las enseñanzas no es la acumulación de buenas acciones y buen karma, o las experiencias de éxtasis, dicha, o visiones, sino la liberación del corazón, una verdadera liberación de nuestro ser en cada uno de sus ámbitos. Esta libertad y despertar, y solamente eso, es el propósito de cualquier auténtico camino espiritual.

El deslumbrante efecto de las luces y visiones, las poderosas liberaciones de energía y éxtasis, todo ello es un maravilloso signo del resquebrajamiento de las viejas y pequeñas estructuras de nuestro ser, de nuestro cuerpo, y nuestra mente. Sin embargo, por sí mismas, estas experiencias no producen sabiduría. Algunas personas han tenido muchas de esas experiencias, pero han aprendido muy poco. Incluso grandes aperturas del corazón, procesos de kundalini, y visiones, pueden convertirse en orgullo espiritual o quedarse en viejos recuerdos. Igual que en experiencias cercanas a la muerte o en accidentes de tráfico, algunas personas cambiarán mucho y otras volverán rápidamente a los viejos y limitados hábitos. Las experiencias espirituales por sí mismas no sirven para mucho. Lo que importa es que aprendamos de ese proceso y lo integremos en nuestras vidas.

Las “experiencias extraordinarias” pueden convertir nuestro camino espiritual en una carrera de obstáculos llena de dificultades y trampas que se repiten una y otra vez. Nuestras reacciones ante estas experiencias pueden incluso corromper nuestra meditación: podemos aferrarnos a estas experiencias, o podemos buscarlas para que se repitan y agarrarnos a ellas pensando que entonces estamos despiertos, lo que sería en realidad conseguir el “premio de consolación”, o podríamos sentirlas como algo que nos molesta y luchar contra ellas intentando apartarlas. Todo ello son diferentes trampas en las que podemos caer.

Una lucha continuada con bloqueos, frustración, y otras dificultades similares, puede ser el resultado del deseo de repetir una experiencia pasada. El apego a ese estado que ya pasó, y la resistencia a lo que hay en el presente, puede mantenernos cerrados e impedir que sigamos avanzando en nuestro camino. Cuando nos damos cuenta de ello y lo aceptamos, toda nuestra práctica cambia. Al aceptar la tensión y el dolor que sentimos, puede surgir un espacio abierto de ecuanimidad y nuestra meditación comenzar a fluir por un nuevo territorio. 

FRENAR A TIEMPO

Otro principio para trabajar con estos estados extraordinarios podemos llamarlo “frenar a tiempo”. En momentos de una práctica espiritual intensiva, o en circunstancias extremas o accidentes, pueden abrirse poderosos estados alterados y procesos energéticos demasiado rápidamente para que podamos trabajar adecuadamente con ellos. En esos momentos, el grado de energía, poder de las experiencias, o el nivel de liberación puede ir más allá de nuestra capacidad para manejarlo o mantenerlo en equilibrio con sabiduría.

Con la ayuda de un maestro, y también en nuestro interior, debemos ser capaces de reconocer estos límites y tener la sabiduría de frenar cuando es necesario. En este punto, debemos encontrar una forma de ralentizar el proceso, de tomar tierra, de frenar. Igual que utilizamos ciertas prácticas para abrirnos, también podemos usar otras prácticas para aminorar la velocidad.

Los procesos que se abren demasiado rápidamente en los practicantes pueden manifestarse como una extrema versión de la apertura de energía interior, en que la energía que circula por el cuerpo se hace tan fuerte que provoca varios días de agitación, falta de sueño, paranoia, desorientación, e incluso experiencias físicas como molestos sonidos, altas temperaturas, o incluso ceguera temporal.

Otra manifestación problemática puede ser la experiencia de la pérdida de límites, en que el sentido de uno mismo y de los demás se disuelve hasta un punto tan abrumador que uno siente las sensaciones de los demás, experimenta el movimiento del tráfico como si ocurriera dentro del propio cuerpo, y se hace difícil mantener un sentido coherente de uno mismo en el ajetreo de la vida diaria. Aquí la experiencia es de una intensa vulnerabilidad y pérdida de control. Y aún surgen otro tipo de dificultades con la manifestación de poderosas partes de uno mismo que normalmente están separadas de nuestra conciencia ordinaria. Estas manifestaciones pueden ser voces, visiones, alucinaciones, e incluso la repetición de experiencias “psicóticas” anteriores en el caso de que se hayan sufrido en el pasado.

Para frenar un poderoso proceso energético o volver a establecer límites para recuperar el equilibrio, lo primero que hay que hacer es dejar de meditar. Después enfocarse en algo físico, que ayude a reconectar con el cuerpo. Se pueden usar diferentes tipos de movimientos que ayuden a liberar el exceso de energía: cavar la tierra, tai chi, correr, caminar, llevar conscientemente la atención al cuerpo, sentir los pies, visualizar la tierra, etc. El trabajo corporal en general y el masaje también pueden ser de ayuda. Cambiar la dieta: comer alimentos pesados, cereales y carne, para asentar el cuerpo. Intentar recuperar el sueño con relajación, infusiones calmantes, baños calientes y masaje tras un día de agotadora actividad física, como largas caminatas o trabajo en el campo o el jardín. Todo esto es mejor hacerlo en un entorno que nos ayude, con la compañía de personas que nos aporten más conexión y nos ayuden a poner los pies en la tierra.

Guerreros y practicantes de todos los tiempos se han encontrado con dificultades relacionadas con sus experiencias espirituales. En todos los casos encontraron esencial la ayuda de alguien con experiencia en este territorio. Ya que estos procesos suelen alargarse en el tiempo, es necesario encontrar un guía cuando surgen, alguien que haya tocado su propia locura, aflicción, y pérdida de límites, que pueda gradualmente y con valentía traernos de vuelta a la tierra de nuestra propia naturaleza auténtica.

SER CONSCIENTES DEL BAILE

Otro principio para trabajar con los estados alterados de conciencia es el que podemos llamar “Ser conscientes del baile”. Cuando aparecen estas experiencias, la primera responsabilidad del practicante es abrirse a la experiencia completamente consciente, observando y sintiéndola como parte del baile de nuestra vida humana.

Podemos asustarnos con estos estados alterados, y por tanto resistirlos y juzgarlos cuando aparecen. Por miedo, aversión, y falta de comprensión, podemos luchar con ellos durante mucho tiempo, intentando evitarlos, cambiarlos, atravesarlos, o hacerlos desaparecer, y esa misma resistencia nos mantendrá atrapados en ellos.

Al igual que cuando comenzamos a meditar podemos aprender a tocar los dolores y tensiones del cuerpo físico con una atención sanadora y compasiva, sin resistir ni aferrarnos, así también los difíciles y aterradores estados alterados de conciencia que aparezcan pueden recibirse con la misma atención compasiva y equilibrada. De la misma manera que al empezar a meditar aprendemos a darnos cuenta de las seductoras voces de la mente deseosa sin enredarnos con ella, igualmente podemos llevar esa conciencia equilibrada a la dulce y poderosa seducción del éxtasis, las luces, y las visiones.

Nuestro aferramiento o resistencia a cualquier experiencia detiene nuestra práctica en ese mismo punto, detiene nuestra apertura a la verdad. Cuando nos encontramos con nuevas experiencias con una atención consciente y sabia, descubrimos que una de las siguientes tres cosas sucederá a nuestra experiencia: se irá, se quedará igual, o se hará más intensa. Realmente no importa lo que suceda. Cuando expandimos nuestra práctica para darnos cuenta de los estados que surgen y nuestras reacciones a ellos, podemos convertir todo ello en parte del baile.

Cuando podemos llamar por su nombre a la experiencia y darle espacio para que surja y se vaya, entonces conseguimos cierta confianza en el proceso. Reconectamos así con la comprensión que no busca capturar la experiencia, sino que nos abrimos a la sabiduría de la inseguridad.

Un camino auténtico, un camino con corazón, nos lleva a experimentar el mundo en toda su infinita riqueza, a ver, oír, oler, saborear, tocar, y pensar, y a encontrar libertad y grandeza de corazón en todo lo que surge en nuestra vida. Porque cada uno de nosotros, como flores humanas, nos abriremos a nuestra manera única y particular en nuestros propios ciclos, no necesitamos dirigir las energías específicas de nuestro cuerpo y nuestro corazón. Nuestro camino, como guerreros, no es desear las experiencias ni tampoco temerlas. El auténtico camino es el de soltar.

Cuando cultivamos una mente abierta y espaciosa, confianza, y una perspectiva amplia, podemos pasar por todos los estados y descubrir en ellos una sabiduría atemporal y un profundo y tierno corazón.




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