La cuestión de la
naturaleza humana es el asunto más importante al que nos enfrentamos en la
actualidad. Si llegamos a la conclusión de que la humanidad no es buena por
naturaleza, si no posee una sabiduría inherente, ¿qué futuro podemos esperar?
La humanidad ha llegado a una encrucijada: podemos destruir
el mundo o crear un futuro mejor. Hoy en día hay una tremenda duda sobre el
valor y la bondad de nuestra especie. Si el ser humano no es bueno por
naturaleza, parece inevitable que el miedo y la duda irán en aumento, creando
un estado interno que irá dañando la mente y el corazón de la gente, así como
también al mundo en el que vivimos.
En esta época con tantos desafíos, podemos sentir la
tentación de sumergirnos en nuestra propia vida, esperando que el mundo no nos
afecte demasiado. Sin embargo, es difícil que alguien escape de los cambios
sociales y climáticos que se manifiestan en esta encrucijada actual.
Intencionadamente o no, todos nos vemos forzados a contemplar la naturaleza de
nuestra existencia, y aún más importante, la naturaleza de la humanidad. Las
conclusiones a las que lleguemos afectarán a nuestro futuro de manera global.
A pesar de que podemos haber vivido en múltiples ocasiones
situaciones brutales y degradantes, en lugar de perder la esperanza y sentirnos
condenados al fracaso, podemos ver más allá de las apariencias y darnos cuenta
que los seres humanos no tienen porqué quedarse atrapados en la agresión, el
egoísmo y el engaño. Como seres humanos, tenemos el mérito y la suerte de vivir
en este planeta, y podemos expresar este mérito haciendo todo lo posible por
crear y mantener una buena sociedad humana, expresando autenticidad y valentía.
Todos los aspectos de la vida se pueden abordar con aprecio,
integridad, fortaleza y respeto. El
guerrero no se deja intimidar por las circunstancias adversas por más
abrumadoras que sean. De hecho,
cuantos más desafíos encuentra el guerrero a su paso, más vigor y valentía
surge en su interior. Así que, con el entrenamiento adecuado, somos capaces
de ver la confusión de esta época oscura como una oportunidad para afilar
nuestras armas de amabilidad, valentía, y precisión.
Todos deberíamos contemplar y reflexionar sobre cuál es la
esencia más profunda de nuestro corazón. ¿Hay bondad en nuestro corazón? ¿y en
la sociedad en general? ¿Tenemos la energía y la confianza para manifestar y
crear un mundo basado en la bondad?

Esperemos que, en estos tiempos tan complicados, la sencillez de esa
bondad esencial que reside en el corazón de cada uno se convierta en la guía
que dirija nuestras vidas. Cómo nos sentimos con nosotros mismos tiene un
efecto directo sobre la sociedad en que vivimos. Reconocer en nosotros esa
esencia de bondad que tenemos por naturaleza es la base para poder crear una sociedad
más humana y una cultura basada en ese principio. La cultura es el conjunto
de valores y principios que comparte una sociedad en particular, y es una
poderosa demostración de los principios del grupo. Al mismo tiempo, la cultura
influye en gran manera en los principios personales de los individuos de ese grupo.
Es evidente que, en nuestra era moderna, los fundamentos de las
antiguas culturas se están disolviendo al tiempo que surgen otras nuevas. Estos
cambios intangibles se basan en los valores y principios cambiantes dentro de
nuestra comunidad global. Pero, aunque se dan esos cambios culturales, la
naturaleza humana sigue siendo la misma. Lo que crea un ambiente impredecible
es no conocer nuestra verdadera naturaleza como seres humanos. Ha llegado el
momento de que la humanidad conecte con ese principio universal, la base de toda
cultura humana, para que esa bondad que existe en lo más profundo de nuestro
ser pueda convertirse en un elemento esencial para construir una sociedad más
humana y consciente.
Y esa esencia de bondad que hay en todo ser humano no tiene
fronteras, no es sólo algo propio de oriente o de occidente. Esa esencia de
nuestro ser tiene un gran potencial para beneficiar la naturaleza multicultural
de nuestro moderno panorama geopolítico, porque es una fuerza dinámica, viva, y
llena de energía, es la misma naturaleza de la vida. Desde esta comprensión,
esa esencia humana de bondad no es simplemente un concepto para investigar sino
una experiencia inmediata y tangible con la que nos encontramos cada vez que
respiramos, miramos, olemos, o tocamos algo. Porque es algo instintivo, no es
una elección premeditada sino la misma esencia de la humanidad.

Reflexionar sobre este principio de bondad que reside en
nosotros, nos conduce a llevar a cabo un viaje más allá de la transformación
personal, para comprender que esa esencia del ser humano es un principio
socialmente viable que puede transformar y estabilizar nuestro mundo. Reflexionar sobre la esencia de nuestro
corazón nos puede inspirar a ser más valientes, y a explorar realmente la
posibilidad de influir en la transformación social expresando ese principio de
bondad en el hogar, el trabajo, y en la sociedad en general.
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