Vacuidad e interdependencia son más que meros conceptos, son la clave
para poder mejorar nuestras vidas de una manera auténtica al poner en práctica
nuestra sabiduría.
¿Cómo
te relacionas con esta base infinita de posibilidades sobre la que se sustenta
tu vida? ¿Cómo puedes darle un sentido a tu vida inmersa en cualquier
circunstancia cambiante en la que te puedas encontrar?
Las
enseñanzas guerreras les prestan bastante atención a estas cuestiones. La
visión de que la vida contiene infinitas posibilidades se explora usando los
conceptos de “interdependencia” y “vacuidad”. Cuando escuchas por primera vez
el término “vacuidad”, puedes pensar que está sugiriendo la nada o un vacío,
pero en el contexto de estas enseñanzas, la “vacuidad” está realmente
recordándonos que nada existe en un espacio vacío. Todo está insertado en un
contexto, en un complejo conjunto de circunstancias. Y estos mismos contextos
están cambiando continuamente. Cuando decimos que las cosas están “vacías”,
queremos decir que carecen de una existencia independiente fuera de esos
contextos cambiantes. Y, precisamente por eso, porque todo y todos están
“vacíos” en este sentido, son capaces de adaptarse infinitamente. Nosotros
mismos tenemos la flexibilidad básica para adaptarnos a cualquier cosa, y para
convertirnos en cualquier cosa.
Por eso, no debemos confundir vacuidad
con la nada. Al contrario, la vacuidad está llena de potencial. Correctamente comprendida, la vacuidad
inspira optimismo, en lugar de pesimismo, porque nos recuerda la cantidad
ilimitada de posibilidades de en quién podemos convertirnos y de cómo podemos
vivir.
La interdependencia y la vacuidad nos
muestran que no hay unos puntos de partida fijos. Podemos empezar de cero. Lo que sea que tengamos, donde sea que
estemos, ese es el lugar desde el que podemos comenzar. Mucha gente tiene
la idea de que carece de lo que necesita para poder empezar a trabajar en
alcanzar sus sueños. Siente que no tiene suficiente poder, o que no tiene
suficiente dinero. Pero deberían saber que cualquier punto es el punto correcto
de partida. Esta es la perspectiva que nos ofrece la vacuidad. Podemos empezar
desde cero.
De
hecho, la vacuidad se puede comparar al concepto y la función del cero. Cero
puede parecer nada, pero como todos sabemos, todo empieza de él. Sin el cero,
nuestros ordenadores se colapsarían. Sin el cero, no podríamos empezar a contar
desde uno hasta el infinito. De la misma manera, desde la vacuidad, cualquier
cosa y todas las cosas pueden manifestarse por sí mismas.
Cualquier
cosa puede existir porque no hay una manera fija en que las cosas deban de ser.
Todo depende de las condiciones que se reúnen. Pero este hecho de que cualquier
cosa es posible no implica que la vida es aleatoria o sucede por azar. Podemos
hacer que suceda cualquier cosa, pero sólo podemos hacer esto reuniendo las
condiciones necesarias. Aquí es donde los conceptos de “vacuidad” e
“interdependencia” se unen.
Cada
persona, lugar, y cosa, es totalmente dependiente de otros, de otras personas y
de otras cosas, como condición necesaria para su existencia. Por ejemplo,
estamos vivos ahora mismo porque disfrutamos de las condiciones correctas para
nuestra supervivencia. Estamos vivos a causa de los incontables alimentos que
hemos comido durante nuestra vida. Porque el sol brilla sobre la tierra y las
nubes traen la lluvia, los cultivos pueden crecer. Alguien se ocupa de los
cultivos y los cosecha, alguien más los lleva al mercado, y otras personas
preparan la comida con esos alimentos para que nosotros podamos comerlos. Cada
vez que se repite este proceso, la interdependencia de nuestras vidas nos
conecta con más y más personas, y con más y más rayos de sol y gotas de lluvia.
En último extremo, no hay
nada ni nadie con quien no estemos conectados. El término “interdependencia” describe este estado de profunda
conexión. La interdependencia es la
naturaleza de la realidad. Es la naturaleza de la vida humana, de todas las
cosas y de todas las situaciones. Todos estamos conectados, y todos servimos
como condiciones afectándonos unos a otros.

VIVIR ESTA REALIDAD
Aunque
hablar de la vacuidad puede parecer algo abstracto, la vacuidad y la
interdependencia no son principios abstractos. Son muy prácticos, y de gran
importancia cuando piensas cómo darle sentido a tu vida.
Puedes
ver la interdependencia en tu trabajo observando cómo te ganas la vida. ¿Es
sólo con tu propio esfuerzo? ¿fabricas personalmente todos tus propios
recursos? ¿o vienen de otros? Cuando contemplas estas cuestiones, puedes ver
rápidamente que sólo eres capaz de existir gracias a los demás. La ropa que
vistes y la comida que te alimenta, todo viene de algún otro sitio. Considera
los libros que lees, el coche que conduces, las películas que ves, y las
herramientas que utilizas. Ninguno de nosotros ha hecho exclusivamente por sí
mismo ninguna de esas cosas. Todos dependemos de condiciones externas,
incluyendo el aire que respiramos. Nuestra continua presencia en este mundo es
una oportunidad que se hace posible totalmente por los demás.
Interdependencia significa que estamos
continuamente interactuando con el mundo que
nos rodea. Esta interacción
funciona en ambos sentidos, es un intercambio mutuo. Estamos recibiendo, pero
también dando. De igual forma que nuestra presencia en este planeta es posible
por muchos factores, nuestra presencia aquí afecta a su vez a los demás, a otros
individuos, a otras comunidades, y al mismo planeta.
A
lo largo del último siglo, los seres humanos hemos desarrollado capacidades muy
peligrosas. Hemos creado máquinas dotadas de un tremendo poder. Con la
tecnología que disponemos ahora, podríamos cortar todos los árboles del
planeta. Pero si hiciéramos eso, no podríamos esperar que la vida siguiera como
antes, aunque sin árboles. A causa de nuestra interdependencia fundamental,
todos experimentaríamos muy rápidamente las consecuencias de semejantes acciones.
Sin ningún árbol, no habría suficiente oxígeno en nuestra atmósfera para
mantener la vida humana.
Puedes
preguntarte qué tiene esto que ver con las decisiones que tomamos y con la
manera en que vivimos nuestra vida. Es muy sencillo: Todos debemos tener en
cuenta la interdependencia porque influye en nuestra vida muy directa y
profundamente. Para tener una vida feliz, debemos interesarnos activamente en
las fuentes de nuestra felicidad.
Nuestro entorno y la gente con la que lo
compartimos son las principales fuentes de nuestro mantenimiento y bienestar. Para asegurarnos nuestra propia felicidad,
tenemos que respetar y cuidar la felicidad de los demás. Podemos ver esto
en algo tan sencillo como la manera en que tratamos a las personas que preparan
nuestra comida. Cuando las tratamos bien y velamos por sus necesidades,
solamente entonces podemos razonablemente esperar que se molesten en
prepararnos algo saludable y sabroso para que comamos.
Cuando
respetamos a los demás y nos interesamos en su prosperidad, nosotros mismos
prosperamos. Esto también lo podemos ver
en los negocios. Cuando los clientes tienen más dinero para gastar, los
negocios van mejor. Si queremos prosperar individualmente y juntos como
sociedad, no es suficiente reconocer simplemente la interdependencia obvia con
el mundo en que vivimos. Debemos tener en cuenta sus implicaciones, y
reflexionar sobre las condiciones por nuestro propio bien. ¿De dónde vienen
nuestro oxígeno, comida, y bienes materiales, y cómo son producidos? ¿Son
sostenibles estas fuentes?
RELACIONARSE CON LA REALIDAD

El propósito de sacar este tema no es
desde luego aterrorizarte al enfrentarte con la cruda realidad. Por ejemplo,
algunas personas se sienten incómodas cuando se les dice que el cambio es una
parte fundamental de la vida, o que nada dura para siempre. Pero la
transitoriedad es simplemente un hecho básico de nuestra existencia, no es ni
buena ni mala en sí misma. No ganamos nada al negarla. De hecho, cuando encaramos la transitoriedad con
sabiduría, tenemos la oportunidad de cultivar una manera más constructiva de
relacionarnos con la realidad. Si hacemos eso, podemos realmente
aprender a sentirnos bien ante los cambios inesperados, y trabajar cómodamente
con cualquier nueva situación que se pueda dar. Podemos volvernos más
hábiles al relacionarnos con la realidad del cambio.
Lo
mismo es también cierto con la interdependencia. Ver la vida desde esta perspectiva
puede ayudarnos a desarrollar habilidades para relacionarnos de una forma más
constructiva con la realidad, aunque simplemente saber que todos somos
interdependientes no garantiza que nos vayamos a sentir bien porque sea así.
Algunas personas pueden sentirse al principio incómodos al reflexionar y ver
que dependen de otros.
Pueden
pensar que esto significa que están indefensos o atrapados, como si estuvieran
enjaulados por estas dependencias. Pero, cuando pensamos sobre la
interdependencia, no hay que sentir que es como estar atrapados en un empleo en
el que trabajamos para un jefe que no hemos escogido y que tenemos que
soportar, nos guste o no. Eso no es de ayuda. No debemos sentirnos reacios o
presionados por la realidad de nuestra interdependencia. Esa actitud impide que
tengamos una sensación de satisfacción y bienestar con nuestra propia vida. No
nos ofrece la base para relacionarnos positivamente.
La
interdependencia es nuestra realidad, lo aceptemos o no. Para poder vivir
productivamente en esa realidad, es mejor reconocer la interdependencia y
trabajar con ella, de todo corazón y sin resistencias. Aquí es donde entran el
amor y la compasión. Es el amor lo que nos lleva a aceptar nuestra conexión con
los demás, y a participar voluntariamente en las relaciones creadas por nuestra
interdependencia. El amor puede disolver nuestras defensas y nuestra dolorosa
sensación de separación. La calidez de la amistad y el amor nos facilita el
aceptar que nuestra felicidad está íntimamente ligada a la de los demás. Cuanto más ampliamente seamos capaces de
amar a los demás, más felices y más satisfechos podremos sentirnos con las
relaciones de interdependencia que son una parte natural de nuestra vida.
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