La transformación sucede en los “momentos críticos” de la vida, en los
momentos en que algo cambia y tenemos que volver a definir toda nuestra
identidad.
Hay
momentos en la vida en que muchas cosas dependen de las decisiones que tomamos
y en qué dirección vamos, son esos “momentos críticos”. Cuando estamos en medio
de ellos, a veces sabemos que nuestra decisión es vital, otras veces es difícil
darnos cuenta de su importancia en ese preciso momento. Algunas veces sólo nos
damos cuenta de un momento crítico cuando ha pasado el tiempo y miramos hacia
atrás, como si miráramos por el retrovisor.
Podemos
explorar los momentos críticos dentro del contexto de nuestra búsqueda
espiritual. Si consideramos la vida de algunos de los grandes seres, siempre
hay un momento crítico en su historia. Por ejemplo, el Buda, que renunció a la
vida que conocía y a su familia para buscar las respuestas a sus preguntas
sobre la naturaleza de la existencia humana. Cuando se encontró frente a frente
con el sufrimiento, la enfermedad, la vejez, y la muerte, se dio cuenta que así
es como acaba todo. La suya fue una reacción universal: cuando crecemos, llega
cierta edad en que nos tenemos que enfrentar con nuestra mortalidad y aceptar
que una de las pocas garantías que nos ofrece la vida es la muerte.
Entonces
fue cuando el Buda tuvo su momento crítico, o punto de inflexión, cuando
reconoció algunos aspectos fundamentales de la experiencia humana: que todo
cambia y que nada dura para siempre. En cierto sentido, los momentos críticos
son una parte obvia de la vida, aunque muy pocas personas los experimentan de
una manera profunda. Es como si los notáramos lo suficiente para intentar
cambiar nuestro enfoque, para mirar hacia otro lado, o para pensar sobre alguna
otra cosa. Pero eso no es lo que hizo el Buda, él se sumergió en ese gran
misterio del inevitable aspecto de la vida que es el sufrimiento. La vida
entera del Buda giró en torno a cómo responder a ese descubrimiento.

En
la historia del Buda, cuando alcanzó ese punto, lo primero que hizo fue dejar
inmediatamente el camino del renunciante. Se encontraba junto a un río,
demacrado y muerto de hambre, cuando una mujer que pasaba por allí le ofreció
un poco de leche y algo de comida, que él aceptó –algo muy mal visto para un
hombre santo en aquellos tiempos. Al recibir la compasión de esa mujer en forma
de alimentos, él tuvo que abandonar toda la visión que tenía del mundo y de lo
que un buscador espiritual debería y no debería hacer. Tuvo que permitirse a sí
mismo salir del paradigma, pero no tenía otro plan. Sabía que no había
encontrado lo que buscaba, pero romper las reglas de la vida del renunciante
cambió drásticamente la trayectoria –lo supiera o no en ese momento— de toda su
búsqueda espiritual. ¡Ese fue un momento crítico!
Para
él fue un momento crítico no sólo por darse cuenta de lo que no funcionaba,
sino también por aceptar la ayuda de la mujer. Fue un momento crítico porque
era algo que el Buda no habría hecho antes. Fue una decisión que alteró su vida
espiritual. Seguramente no lo supo ni lo comprendió en ese momento, más bien
debió seguir una voz de autenticidad que sintió muy profundamente dentro de sí
mismo. Eso le llevó a sentarse debajo de un árbol y a tomar la resolución de que
no se movería de allí hasta alcanzar la iluminación, y así comenzó toda su
historia como el Buda.
La
transformación suele darse cuando paramos o algo nos para –una tragedia o una
dificultad— dándonos cuenta y planteándonos que debemos cambiar la dirección
en la que estamos llevando nuestra vida. A
veces necesitaremos redefinir toda nuestra identidad. Esto no sólo les sucede a
los seres avanzados espiritualmente, es una cuestión totalmente humana. Estos
momentos se dan con cierta regularidad y, si reconocemos lo importantes que
son, cuando llegan, podemos verlos tanto como grandes desafíos como también siendo
grandes oportunidades. Es importante la forma en que reaccionamos en esos
momentos. ¿Buscamos una solución rápida, una respuesta rápida, o alguien que
nos pueda salvar de nuestra inseguridad? ¿o encontramos los recursos para
calmarnos en esos momentos y encontrarnos a nosotros mismos, como hizo el Buda?
Podemos echar hacia delante y meternos de
lleno en lo que está ocurriendo, en la experiencia humana o esa cualidad sin
resolver, ya sea duda, miedo, indecisión, o cualquier otro que sea nuestro
patrón que nos está impidiendo experimentar totalmente ese momento. Nunca
sabemos cuando llegan esos momentos. Algunos son grandes, y otros mucho más
pequeños.

¿Te
relacionas con la vida como un misterio que se va desplegando y una aventura de
descubrimiento? ¿Como si fuera un encuentro con tu inmensa capacidad de
sabiduría, amor, y experimentando la vida intensamente? Tenemos extraordinarias
habilidades como seres humanos cuando empezamos a reconocer lo vital de ciertos
momentos y nos hacemos conscientes de ellos. Esos momentos críticos suceden en
nuestra vida con cierta regularidad y son oportunidades para despertar y
transformarnos. Debemos aceptar una y otra vez la inseguridad de estos momentos
y, al hacer esto, llegar a confiar en ellos y en nosotros mismos. En esos
momentos, todo lo que necesitamos es saber cuál es el siguiente paso y estar
dispuestos a darlo. Paradójicamente,
descubrimos cuál es el siguiente paso cuando somos capaces de permanecer en ese
“no saber” cuál es el siguiente paso y reconocemos que esto es una parte
esencial del proceso de transformación.
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