Una de las mejores formas de ser más amables y sentirnos más seguros
es contemplar la bueno que otras personas han hecho por nosotros. A
continuación encontrarás una breve práctica en varios pasos que nos puede
ayudar a recordar cómo otros han estado ahí cuando más los hemos necesitado.
La mayoría de nosotros queremos ser amables y cariñosos, pero
eso es más fácil de decir que de hacer, especialmente cuando nos sentimos
estresados, amenazados, o inseguros. En esos momentos, a menudo nuestra
reacción natural es enfocarnos en nosotros mismos y asegurarnos que estamos
seguros en lugar de prestar atención a las necesidades de otras personas y
ayudarles. Pero desconectar de los demás puede realmente aumentar nuestro
estrés.
Este ejercicio te ayuda a librarte de esa espiral
descendente. Te pide que pienses en las personas a las que buscas cuando te
sientes angustiado y que recuerdes los momentos en los que te han reconfortado.
Hay investigaciones que indican que sentirse momentáneamente consolado pensando
en el apoyo de ciertas relaciones puede hacernos confiar más, ser más
compasivos, y estar más dispuestos a ayudar a otros.
CÓMO SE HACE
1. Haz una lista de las
personas cercanas que te ofrecen consuelo y seguridad. Si te ayuda, plantéate preguntas
como:
¿Con quién te gusta pasar más tiempo? ¿de quién te cuesta más
estar separado? ¿con quién quieres hablar cuando estás preocupado sobre algo?
¿a quién buscas cuando estás triste? ¿quién sabes que siempre estará ahí cuando
lo necesites? ¿con quién te gusta compartir tus éxitos?
2. Escribe seis cualidades positivas que son comunes a esas
personas, cualidades que ellas encarnan.
3. Después, recuerda y visualiza una situación específica
cuando te hayas sentido angustiado o preocupado y una de estas personas te
consoló y ayudó.
4. Escribe una breve descripción de esa situación y la manera
en que te sentiste.
POR QUÉ FUNCIONA
Gran parte de las investigaciones señalan la importancia de
la “seguridad del apego”, un estado que abarca sensaciones de confianza y
consuelo. Cuando nos sentimos seguros y
a salvo, nuestra energía puede dirigirse más fácilmente a cuidar de los demás.
Reflexionar sobre las personas que en nuestra vida nos aman y nos ayudan puede
aumentar nuestro sentimiento de seguridad, y también recordarnos las cualidades
que deseamos encarnar cuando ayudamos a los demás, y de este modo nos hace
estar más dispuestos a responder con compasión cuando nos encontramos con
alguien que lo necesita.
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